La Autovía del Agua se acabará este año

2011 será un año clave para la historia de las infraestructuras hídricas de Cantabria. En los próximos meses concluirán las obras de los últimos tramos que faltan para la finalización de la Autovía del Agua y con ellos se culminará el proyecto más ambicioso, junto al Bitrasvase del Ebro, para dejar definitivamente olvidadas las restricciones en el abastecimiento que tantos quebraderos de cabeza causaron en Cantabria durante los años de sequía, ya que en la región no existen embalses reguladores.
Tan solo cuatro tramos restan para completar la obra: el que enlaza el Bajo Pas con Camargo; la tubería de Cabezón de la Sal a Reocín; la unión de los depósitos de Tanos y Polanco y la mejora de la conducción existente entre Bárcena de Cicero y Argoños, para ampliar la capacidad de las tubería. En total 24,5 kilómetros, en cuya ejecución la Consejería de Medio Ambiente va a emplear 41,7 millones de euros, el 65% del presupuesto de que dispone este año para inversiones.
En enero se cerraba la adjudicación de dos de esos tramos, Bajo Pas-Camargo y Cabezón de la Sal-Reocín. El primero de ellos va ser ejecutado por Ascan, mientras que una unión temporal de las empresas Gestión de Obras y Servicios y Julián Prieto se encargará del tramo Cabezón de la Sal-Reocín.
Dos actuaciones que forman parte del Plan de Choque anunciado por el Gobierno cántabro para reactivar el sector de la construcción y que van a suponer la inversión de 19 millones de euros (11,7 para el tramo de Ascan y 7,2 para el que construirá la UTE). En ambos casos la adjudicación se ha producido con una rebaja considerable sobre la cifra de licitación: cinco millones menos en la obra de Ascan y 2,5 en el tramo de Cabezón de la Sal. Un signo del interés de las empresas por contar con carga de trabajo, aunque sea a costa de apurar los márgenes de ganancia.
Estos dos tramos darán otro empujón más a la Autovía del Agua, de la que ya hay 64,6 kilómetros en servicio y a la que pronto se sumarán otros 44,7 kilómetros, a medida que vayan concluyendo los seis tramos en ejecución, que deben finalizar en estos primeros meses del año.

Una conexión entre cuencas

La Autovía del Agua es una gran conducción ininterrumpida que conecta, en sentido paralelo a la costa, todas las cuencas internas de Cantabria, desde Unquera hasta Castro Urdiales. A este eje longitudinal se van incorporando, en sentido perpendicular, tanto las fuentes de agua existentes como las conducciones de derivación a los diferentes planes hidráulicos de la comunidad.
Como ocurre con el suministro eléctrico, que centraliza las aportaciones de energía, cuando esté concluida, la Autovía del Agua permitirá el trasvase los recursos hídricos procedentes de cualquiera de los valles de la región al resto del territorio, adaptándose a las variaciones de la demanda en cada zona.
Según las previsiones de la Consejería de Medio Ambiente, cuyo titular Francisco Martín ideó este proyecto en su etapa de director de Obras Hidráulicas, cuando termine la obra y se hagan los ajustes del gasto se habrán ejecutado 133,8 kilómetros y se habrán invertido 123 millones, bastantes menos de los 145 inicialmente presupuestados. Una desviación a la baja que no suele ser habitual en una obra pública.
La Consejería estima que, además del fin para el que está concebida la obra, la de garantizar el suministro de agua, su ejecución ha tenido un notable efecto sobre el empleo. Si se requiere aproximadamente un trabajador/año por cada 50.000 euros de inversión, son unos 2.700 los ocupados –directos o indirectos– que está generando esta enorme infraestructura durante su ejecución.

Agua barata y despilfarrada

Aunque la obra va a hacer olvidar para siempre las situaciones de colapso en el abastecimiento, como las que se vivían en algunas poblaciones de la costa durante los veranos de 2002 o 2003, va ser preciso cambiar los hábitos de consumo y las deficiencias de la red de distribución que hacen que Cantabria tenga la mayor demanda de agua por habitante del país, junto a la Comunidad Valenciana. Nada menos que 188 litros diarios por ciudadano frente a los 154 litros de la media nacional.
Un despilfarro que se explica por el bajo precio que el agua tiene en nuestra región –la tarifa es la más barata del país, después de la gallega–, y por la ausencia de una educación medioambiental que sensibilice a la población sobre la escasez de este recurso.
Pero no todo es achacable al consumidor. También cuenta la calidad de la red de distribución. Cuando se decidió la construcción de la Autovía del Agua, en 2003, la red sufría un 40% de pérdidas y no sólo por las fugas, causadas por el mal estado de las canalizaciones de distribución, sino también por el agua que se consumía en muchos ayuntamientos donde nunca se había podido instalar contadores.
Además del esfuerzo inversor en la mejora de las redes, la Consejería ha trabajado para reconducir esa situación y hoy solo quedan siete ayuntamientos que siguen sin registrar sus consumos de agua. Todos ellos están advertidos de que no tendrán más obras hidráulicas mientras no establezcan una ordenanza al respecto y controlen el consumo real de agua que hacen sus vecinos. Es decir, cuando paguen, como todos.

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