Los centros comerciales ven peligrar sus parkings

Una de las ventajas innegables del centro comercial que El Corte Inglés tiene en Cantabria es la de disponer de un aparcamiento subterráneo gratuito que permite el acceso directo desde el coche hasta la tienda y viceversa, especialmente para quien va cargado de bolsas o cuando la climatología es adversa. Los comerciantes del centro han insistido una y otra vez en que esta es la circunstancia contra la que les resulta más difícil competir, por las dificultades para aparcar en el casco urbano. Pero algo ha cambiado en Nueva Montaña porque lo que hasta ahora no era más que un solitario descampado del extrarradio, coronado por las luces de un centro comercial, se está convirtiendo en un importante poblado de nuevas edificaciones.
La aparición de un elevado número de vecinos que vivirán literalmente pegados al centro comercial puede tener repercusiones positivas para sus ventas –en especial, para las del hipermercado– pero también puede hacer peligrar la gratuidad del parking subterráneo si su uso comienza a ligarse a las necesidades de aparcamiento de los vecinos y no a las visitas al propio establecimiento.

Seguirá siendo gratuito

El Corte Inglés mantiene que, por el momento, ni siquiera se ha planteado la posibilidad de cobrar una tarifa, pero reconoce que, ante fenómenos semejantes, en otros lugares del país, ha tenido que cambiar su estrategia de gratuidad y admite “estar a la expectativa ante lo que puede suceder en los próximos meses”. A su favor sólo juega que la mayoría de las urbanizaciones que se están construyendo en Nueva Montaña disponen de aparcamientos privados para sus inquilinos.
“El parking de El Corte Inglés nunca se ha concebido como una vía de negocio sino como un servicio más para la comodidad de nuestros clientes”, señalan fuentes del centro comercial, y matizan que, si finalmente se vieran obligados a tomar medidas sobre el parking para garantizar la existencia de plazas libres, “los clientes apenas se verían afectados”. La fórmula habitual para evitarlo es la gratuidad durante una o dos horas para quienes enseñen un ticket de compra. Pero nadie del sector pone en duda que buena parte del apoyo comercial del parking podría quedar anulado, sobre todo si sus competidores –los centros comerciales Peñacastillo, El Alisal y Valle Real– mantienen la gratuidad total.
El efecto de los aparcamientos sobre las ventas es perfectamente conocido y cada centro comercial lo tiene muy en cuenta en sus estrategias. En unos casos, impide que su personal los utilice, para dejar el máximo espacio posible a los clientes. En otros, fomenta que aparquen allí para acrecentar la impresión de éxito. Y todos, sin excepción, tratan de tener el mayor número posible de plazas. Valle Real lleva años intentando que Camargo autorice levantar una planta más sobre el actual parking, para duplicar su superficie. Carrefour ya consiguió que el Ayuntamiento de Santander se lo aprobase en Peñacastillo. Incluso en el Cierro del Alisal, donde apenas lleva un año, ya valora la posibilidad de reformar por completo el aparcamiento y excavar una planta subterránea, para ganar hacia abajo lo que no puede ampliarse hacia arriba. Queda claro, pues, que el primer producto que venden todos los centros comerciales es el aparcamiento y que será muy traumático, para cualquiera de ellos, verse obligado a ponerle limitaciones.

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