EL SOPLAO,paraíso en negro

Más valioso que el mineral de zinc que la Real Compañía Asturiana de Minas extraía de El Soplao hasta 1978, está resultando el singular paisaje subterráneo de estalactitas y estalagmitas que se muestra desde el año pasado al público. Los mineros siempre conocieron su riqueza pero nunca se atrevieron a comentarlo por miedo a perder su trabajo. Al final, un grupo de espeleólogos divulgó lo que realmente escondía la mina y hoy sabemos que el verdadero tesoro de estos 17 kilómetros que discurren bajo los municipios de Rionansa, Valdáliga y Herrerías es su belleza geológica.
Transcurridos doce meses desde su primera adaptación, El Soplao va saliendo a la superficie. Y además del recorrido de un kilómetro y medio por dos de sus ocho galerías con el que se inauguró, ha pasado a ofertar una ruta espeleológica y, a partir de este verano, un nuevo trayecto por la galería La Maestra.
Este nuevo circuito está contemplado dentro de la segunda parte del proyecto de la cueva, que incluye la ampliación del aparcamiento hasta alcanzar las 400 plazas, el acondicionamiento de la zona de Prao Collao, la mejora de la iluminación y vigilancia y la construcción de varios edificios. Uno de ellos, con una superficie de 3.000 m2, albergará las taquillas, la zona administrativa, la tienda, los servicios y la cafeterías, así como un gran mirador para contemplar la zona.
Estas actuaciones se completarán con las del área conocida como ‘La Florida’, cuyo final está previsto para marzo. Se trata de poner en marcha un Museo de la Minería que estará conectado con la entrada principal de la cueva, en La Isidra, mediante sendas peatonales.

Tesoro geológico
Cierto es que Cantabria tiene otros sistemas subterráneos de gran riqueza geológica pero ninguno posee formaciones tan atípicas y abundantes como El Soplao.
Centritas, excéntricas, helictitas –en forma de erizadas púas– o pisolitas como pequeños huevos se reparten por los suelos, techos y paredes de la cueva, en especial, las cavidades de la zona oeste, que es donde se ubican las salas más notables: la Galería Gorda, la Galería del Campamento, La Coliflor y El Bosque.
Las formaciones más llamativas son las excéntricas, un tipo de concreciones calcáreas que, a diferencia de las estalactitas o estalagmitas, no tienen ejes y desafían las leyes de la gravedad. De distintas clases, las excéntricas de calcita son reconocibles porque presentan un color blanco inmaculado, debido a la pureza del carbonato cálcico, mientras que las de aragonito tienen formas geométricas y el aspecto de finísimos cristales que parecen espinas.
El agua mezclada con el carbonato cálcico a veces lleva una gran cantidad de arcilla, lo que origina un tipo de estalagmitas que parecen abetos. Se encuentran, principalmente, en la Galería del Campamento.
En la zona Este se pueden ver las pisolitas o perlas de las cavernas, así denominadas por su parecido con las ostras, que se producen por el depósito de finas capas de calcita alrededor de un núcleo. Son esféricas, lisas y apariencia porcelánica y se encuentran agrupadas a modo de nidos.
También pueden hallarse en El Soplao cristales de calcita, llamados dientes de perro por sus caras alargadas y aristas agudas, que crecen alrededor de las paredes interiores de los gours, pequeños lagos de aguas tranquilas.
El agua y el paso del tiempo explican las más singulares formaciones. Quince años han esperado los expertos para poder asegurar que su crecimiento es tan extremadamente lento que se necesitarían milenios para poder apreciar el más mínimo cambio en ellas.

Un paseo o una ruta de espeleología
Hace una década que el Gobierno de Cantabria decidió acondicionar la Cueva de El Soplao para acoger visitas turísticas, aunque el proyecto se paralizó hasta el año 2000 y la apertura no se produjo hasta el pasado verano. Del proyecto se hizo cargo el arquitecto José Ramón Saiz-Fouz, empeñado en acondicionar la cavidad desde el respeto a su doble carácter cultural y minero.
Hoy, la entrada a la cueva es una bocamina entibada con arcos de acero a la que se accede a pie o en un trenecito con capacidad para 48 personas que recorre una pequeña distancia de 400 metros.
Cerca de 200 personas divididas en tres grupos pueden permanecer al tiempo en el interior en su trayecto original: 1.500 metros que se recorren en una hora, en grupo y en compañía de un guía y de los efectos sonoros y lumínicos que refuerzan la sensación de realismo de la cueva.
Pero, dado que la superficie de la cavidad era mucho más amplia, el pasado mes de octubre se puso en marcha otro tipo de visita, más cercana a la espeleología, que recorre seis kilómetros con mayores dificultades de acceso. En este circuito, el visitante atraviesa parte del túnel de la Isidra, desde donde se accede a la parte superior del denominado Falso Suelo, una de las concentraciones más notables de excéntricas. De ahí se dirige hacia la entrada de la galería Los Italianos y acaba divisando Campamento, la sala de El Órgano y las galerías El Bosque y La Sirena.
En culminarlo se tarda alrededor de dos horas y media, ampliables según las aptitudes del grupo. En este caso, se prohíbe la entrada a los menores de 12 años y es necesario equiparse con casco, botas, mono y luz.

Sacarle aún más partido
El objetivo de las distintas visitas es obtener el mayor rendimiento posible a los activos de una cueva que se ha convertido en uno de los principales reclamos turísticos de Cantabria. La cueva también ha sido lugar de conciertos, aunque la temperatura y la humedad puede crear algunos problemas a los cantantes, como le ocurrió a la mezzosoprano Teresa Berganza en una actuación realizada dentro de los actos del Año Lebaniego. En la galería La Gorda hay habilitado un escenario y el público se dispone alrededor en forma de alargado hemiciclo.
En todo caso, el futuro de El Soplao pasa por seguir sacándole partido a esta especie de Altamira de la geología. Las instalaciones hosteleras que se acaban de inaugurar y el Museo de la Minería, que se abrirá en marzo, contribuirán a ello.

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