El mejor año de la historia de Sidenor

En agosto de 2005, el huracán Katrina no sólo causó la devastación de la ciudad de Nueva Orleans. En las horas siguientes a su paso, cerca de una treintena de plataformas petrolíferas, de las cientos que tachonan el Golfo de México, habían roto las grandes cadenas que las sujetaban al fondo marino y flotaban a la deriva con graves riesgos para la navegación.
Entre las plataformas que mejor soportaron la dura prueba del Katrina se encontraban las ancladas con cadenas fabricadas por la empresa española Vicinay con acero elaborado en la factoría reinosana de Sidenor. Ni una sola de esas plataformas rompió sus amarres, soportando el embate de los vientos huracanados que tan maltrecha dejaron a la industria petrolífera de la zona. Esa circunstancia no ha pasado desapercibida y ha supuesto para la planta cántabra un sustancial aumento de pedidos de acero con destino a la fabricación de cadenas para plataformas de extracción off shore.
Este es sólo un ejemplo del buen momento por el que atraviesa la factoría reinosana, que logró el pasado año los mejores resultados de su ya larga historia, con 295 millones de euros en ventas y unos beneficios brutos de explotación que rondaron los 44 millones (más de 7.000 millones de pesetas). Unas cifras espectaculares, incluso para un sector de tan alto valor añadido como el de aceros especiales al que pertenece Sidenor.
La coincidencia de un ciclo alto en la demanda de las distintas fabricaciones de la planta reinosana y el profundo reajuste interno hecho por la empresa han propiciado unos resultados tan favorables, que la compañía espera que tengan continuidad al menos durante los próximos tres años.
La siderúrgica cántabra tiene cerrados contratos hasta 2009 y ha puesto en marcha nuevas líneas de producción dirigidas a sectores donde hay perspectivas de una gran demanda, como la energía eólica, además de continuar con el desarrollo de cilindros para instalaciones de laminación. No por eso la Naval se ha olvidado de la construcción de buques que sigue siendo uno de sus principales mercados.

La única fábrica multiproducto

La de Reinosa es una de las pocas siderúrgicas multiproducto que quedan en un sector cada vez más especializado. Si en algún tiempo se pensó que esa circunstancia era su principal hándicap, la historia reciente demuestra todo lo contrario. Su versatilidad le ha servido para sortear crisis tan graves como la que se derivó de la destrucción de las Torres Gemelas en 2001. Tras aquel atentado, la paralización de las grandes inversiones internacionales en proyectos industriales tuvo su reflejo en la caída de pedidos para el equipamiento de la industria pesada, uno de los más importantes mercados para las empresas del sector.
Aquella etapa de ‘vacas flacas’ se superó en Reinosa gracias al producto laminado y de forja destinado a la industria auxiliar del automóvil, almacenes siderúrgicos y pequeño utillaje de acero, sectores cuyo ciclo comercial es ajeno a la grandes inversiones en bienes de equipo. No obstante, la fábrica experimentó en 2004 unas pérdidas de cinco millones de euros, tras una profunda reestructuración interna para mejorar su productividad, aplicando un plan de prejubilaciones que afectó a 220 trabajadores.
El mercado volvió a reaccionar y la reactivación de los grandes proyectos de inversión en industria pesada, especialmente en países como China e India, encontró a Sidenor perfectamente preparada para aprovechar la nueva época de bonanza.

De la industria naval a la energía eólica

Proveer de piezas de acero a los astilleros españoles fue la razón por la que, en 1920, el Gobierno creó en la capital campurriana la Sociedad Española de Construcción Naval. El objetivo era reemplazar la flota perdida muchos años atrás en la guerra de Cuba, y desde aquellas fechas, incluida su larga etapa como Forjas y Aceros o, ya privatizada como Sidenor, la fábrica nunca perdió su vinculación con la industria naval.
A pesar del declive de los astilleros europeos frente a los asiáticos, los productos de la planta reinosana no han dejado de tener presencia en ese mercado y sus ejes y cigüeñales armados para los motores de propulsión de buques siguen siendo demandados por los astilleros chinos y coreanos. La nueva pujanza de la industria naval, especialmente en la construcción de grandes gaseros y portacontenedores, ha fortalecido esta línea de negocio tradicional en Sidenor, que el pasado año mecanizó la cifra récord de 35 grandes cigüeñales. Estas piezas, una vez montadas con sus diversos componentes, pueden llegar a alcanzar las 500 toneladas de peso.
Dentro de la línea naval se encuentra el contrato cerrado con Wärtsila para el suministro de cigüeñales fibrados para motores auxiliares de generación. El compromiso de Sidenor con la firma finlandesa –el mayor fabricante de motores marinos del mundo– disparará la producción de estas piezas en un 60% hasta 2008, pasando de los 190 cigüeñales fabricados el pasado año a 280.
Pero el gran descubrimiento para la factoría reinosana ha sido la industria eólica. El crecimiento de este sector en los tres últimos años alentó a Sidenor a potenciar la fabricación de ejes para aerogeneradores, un producto que ya existía en la factoría desde los albores de la energía eólica, pero que tenía poca relevancia comercial. La explosiva implantación de campos de aerogeneradores dentro y fuera del país ha convertido el suministro de estos ejes en una apuesta estratégica de Sidenor, que ha pasado de hacer una docena de piezas en 2003 a las 250 del pasado año. Muchas de ellas con destino a firmas norteamericanas como General Electric. Entre los planes de la planta cántabra figura el extender su red de clientes a fabricantes nacionales, como Gamesa, y continuar creciendo en esta faceta de negocio hasta alcanzar los 450 ejes al año a medio plazo.

Cilindros de laminación

Tanto el contrato con Wärtsila como la oportunidad que presenta el sector eólico han obligado a la empresa a reorientar sus prioridades y eso ha demorado el proyecto para la fabricación de cilindros de laminación.
De los 25 millones de euros de inversión que requiere se han ejecutado ya la mitad. En 2009, cuando esté completado, la planta fabricará 10.000 toneladas de cilindros para laminar perfiles o chapas en la industria siderúrgica. Entre los clientes de Sidenor en este campo se encuentran las firmas más importantes del mundo, como Arcelor Mittal, la italiana Riva o el grupo catalán Celsa.
El proyecto para incrementar la fabricación de cilindros laminados ha contado con el apoyo del Gobierno cántabro, que lo ha subvencionado ya con un millón de euros y que intentó, sin éxito, su inclusión dentro de los incentivos regionales que concede el Ministerio de Economía.
La coincidencia de esta petición con el ajuste de personal impidió acceder a esas ayudas, pero la creación de empleo que no se pudo argumentar entonces, es una realidad ahora. Los 900 trabajadores con que Sidenor contaba en 2003 se han convertido en 946, con la ventaja de que se trata de una plantilla notablemente rejuvenecida, ya que el 40% tiene menos de 35 años. Otra novedad destacable es la presencia de mujeres en tareas de producción. Veinte trabajadoras, de las 31 con que cuenta la empresa, trabajan con toda naturalidad en los talleres de forja, de laminación o de máquina herramienta, lo que supone una novedad histórica en un sector como el siderúrgico, que tradicionalmente ha excluido a la mujer.
Además de los empleos directos, más de 300 personas de empresas subcontratadas trabajan para Sidenor, que ha vuelto a convertirse en la factoría de la región que genera más puestos de trabajo.

Una fábrica remodelada

Las fábricas no cambian de aspecto de la noche a la mañana y a pesar de que el exterior de Sidenor siga recordando al de FOARSA (Forjas y Aceros de Reinosa), el interior de la fábrica ha experimentado una profunda remodelación. Buena parte de las inversiones realizadas en los últimos años han servido para mejorar la habitabilidad de las instalaciones. El director de la factoría, César Arroyo, sostiene que “si las personas que se prejubilaron en 2003 se dieran hoy una vuelta por la fábrica, no la conocerían”.
A lo largo del tiempo, también se ha resuelto un problema que condicionaba la competitividad de la empresa: la insuficiente altura de las naves. Sidenor se asienta sobre una fábrica construida con criterios de los años veinte del pasado siglo, cuando la elevación de los techos se correspondía con el tamaño de las máquinas de entonces y de las piezas que se demandaban, mientras que los competidores son siderúrgicas levantadas en los años setenta y ochenta, con diseños más adecuados a las necesidades del mercado actual. Para hacer frente a esa desventaja, la planta reinosana se ha visto obligada a compensar la limitación de altura de los techos rebajando los suelos. Por ejemplo, en la nave que alberga la prensa de 7.500 toneladas, a los 15 metros de altura de techo se le han sumado otros tantos excavando el suelo original. Esto ha exigido una importante obra civil, ya que la fábrica se asienta entre la cuenca de dos ríos, el Híjar y el Izarilla, y los fosos debían estar perfectamente impermeabilizados para evitar las filtraciones de agua. Gracias a estas transformaciones, Sidenor Reinosa es capaz de fabricar piezas tan grandes y pesadas como sus competidores, con lingotes de hasta 150 toneladas.

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