HOTEL MIRADOR DE GORNAZO

En un sector como el hotelero, que en Cantabria empieza a dar muestras de cierta saturación en la oferta, cualquier nuevo establecimiento debe reunir condiciones que le aseguren un hueco en el mercado. La ubicación del hotel, la calidad de los servicios o la facilidad de acceso forman parte de ese umbral mínimo de prestaciones que le permitirán desarrollar su labor con éxito en un sector cada vez más competido.
En premisas como estas se han basado los promotores del Hotel Mirador de Gornazo para levantar en esa localidad, en el área de servicio Shell, situada en la autovía que une Santander y Torrelavega, un establecimiento hotelero de tres estrellas que por su diseño y concepción va más allá de los convencionales hoteles de carretera. Aunque su construcción venía exigida en la concesión otorgada por el Ministerio de Fomento a Shell España, la proyección de Cantabria como destino turístico nacional animó a los responsables del nuevo establecimiento hotelero –la sociedad Area de Servicio de Gornazo SL– a aprovechar su estratégica situación para levantar un hotel orientado no sólo a los viajeros en tránsito o a los profesionales de la carretera, sino también a los turistas que visitan la región, especialmente en pequeños grupos.
En el Hotel tiene una cuidada ambientación, a la que se une una oferta gastronómica respaldada por el prestigio de uno de los miembros de la sociedad promotora, el restaurador cántabro Antonio Merino, propietario del grupo Cabo Mayor. La cocina debe convertirse así en una de las claves que singularicen el nuevo establecimiento.

Un mirador de 800 metros cuadrados

Levantar el hotel ha requerido una inversión cercana a los dos millones trescientos mil euros y catorce meses de obras, que se vieron dificultadas en un principio por la naturaleza kárstica del terreno, lo que exigió pilotar a cierta profundidad para cimentar el edificio. La construcción ha corrido a cargo de una sociedad subconcesionaria de Shell, que se ha hecho cargo de la explotación del área de servicio de Gornazo, que en sus 120.000 metros cuadrados incluye gasolineras, cafeterías, restaurantes, talleres de reparación, tiendas y el hotel recientemente inaugurado. La empresa, denominada Area de Servicio de Gornazo es de capital íntegramente cántabro y está formada por dos socios: la familia Merino y Grupo Cinco de Información, una empresa especializada en la gestión de estaciones de servicio, que posee gasolineras en Igollo y Torrelavega.
El diseño del hotel es obra del arquitecto Luis Cubillas, que ha optado por un edificio de gran simplicidad de líneas y formas geométricas puras, funcional pero con una atractiva estética.
Los 3.500 m2 del establecimiento se estructuran en dos plantas, que albergan 32 habitaciones dobles con baño completo, teléfono directo, conexión a Internet y televisión vía satélite. La decoración interior, incluyendo el mobiliario, iluminación, telas, suelos y toda clase de complementos es obra de El Corte Inglés, que cuenta con un departamento especializado en el diseño de interiores en empresas y establecimientos comerciales.
El hotel cuenta también con un salón-restaurante, con capacidad para 220 comensales y un sistema de paneles que permite dividirlo en dos ambientes diferenciados. Este espacio está especialmente concebido para acoger reuniones de empresa, banquetes de boda, comuniones o actos sociales. El salón comedor se comunica a través de una terraza con un amplio jardín, de cinco mil metros cuadrados en el que se creará una zona de juegos para niños. El hotel cuenta también con un parking para coches y autobuses.
Una cafetería, climatizada y abierta las 24 horas, completa la gama de servicios de este establecimiento hotelero, cuyos precios en temporada alta oscilan entre los 50 euros para una habitación individual y los 70 de la habitación doble.
En la plantilla del hotel hay cuatro licenciados en Turismo, lo que indica la importancia que los promotores conceden a la profesionalización de la actividad hotelera. Precisamente uno de los proyectos que quieren llevar a cabo es obtener la homologación como Hotel-Escuela, para poder impartir cursos de formación en restauración y hostelería.
La cubierta del hotel se ha aprovechado para construir un mirador de 800 m2, desde el que se contempla una amplia perspectiva del valle, con las cumbres de la Cordillera Cantábrica como telón de fondo. Este rincón de Miengo, convertido por la autovía en simple lugar de paso, conserva aún muchos de los atractivos del paisaje rural cántabro y el mirador, que da nombre al hotel, invita a detenerse para comprobarlo.

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