Las eléctricas retienen a los clientes industriales a costa de quedarse sin márgenes

La liberalización de la energía eléctrica ha supuesto una sensible rebaja en el precio del kilovatio para las empresas de tamaño mediano, pero no ha producido vuelcos en el mercado. Endesa sigue siendo muy mayoritaria entre los grandes consumidores cántabros, a pesar de haber vendido Viesgo hace cuatro años; Enel-Viesgo hace más esfuerzos por ganar cuota en otras regiones donde el mercado es más amplio y abierto y Gas Natural presiona con fuerza para abrirse un hueco, aunque la clientela de la región está muy fidelizada como para tener grandes éxitos.
El mercado liberalizado de energía eléctrica no ha resultado un gran negocio para los suministradores y buena prueba de ello es la escasísima presencia de nuevos operadores. Hay quien asegura que, en Cantabria, el suministro a las empresas ha dejado de tener interés comercial: “Los clientes que daban dinero, han pasado al mercado liberalizado, y ya no lo dan, y los que permanecen en la tarifa son los que ya producían déficit”.
Es cierto que los mayores consumidores de energía eléctrica de la región han preferido quedarse como estaban, puesto que el mercado libre no puede ofrecerles condiciones comparables a las que ya tenían en el regulado. Es el caso de Ferroatlántica, GSW, Solvay, Sniace y todos cuantos consumen más de 100 gigavatios al año, si bien es cierto que cuando necesitan cantidades suplementarias a las contratadas acuden al mercado liberalizado y, por lo general, a Endesa.
En el tramo inmediatamente inferior, a partir de un gigavatio, donde sí sale más rentable hacer contratos, prácticamente todas las empresas cántabras se han salido de la tarifa. Pero es un mercado estrecho: Algo más de un centenar de compañías, cuyos consumos conjuntos no permiten hablar de una región industrial.
En ese segmento, las comercializadoras eléctricas han hecho un esfuerzo importante, tanto que los precios han bajado un promedio del 20%, quizá porque Gas Natural ha adoptado una posición muy agresiva y, en muchos casos, ha forzado a Endesa y a Viesgo a igualar sus condiciones para conservar los clientes. No obstante, Gas Natural ha conseguido por esta vía algún cliente significativo, como la fábrica Aspla de Torrelavega.

Mercado doméstico

En el mercado doméstico, la liberalización es demasiado reciente para sacar conclusiones. Por lo general, hay menos interés por cambiarse de compañía eléctrica que de suministrador de gas o de operador telefónico. Quizá por eso, la batalla de los proveedores eléctricos se centra en las nuevas construcciones. Todos buscan a los promotores inmobiliarios para fidelizarles con contratos, con la expectativa de que, una vez se construyan y se vendan las viviendas, la mayoría de los ocupantes opte por continuar en las mismas condiciones, tal como ocurre con la subrogación de las hipotecas. En esta estrategia, Endesa ofrece, por ejemplo, un descuento del 2,25% en el precio de la energía eléctrica sobre la tarifa regulada y del 6% en el del gas.
Todos los operadores del mercado eléctrico optan por incluir también el gas, aunque no tengan red propia y hayan de pagar un peaje a Gas Cantabria por la canalización. Y es que el gas permite un margen de negociación algo mayor que la electricidad, donde las ofertas que se pueden realizar a los consumidores domésticos no resultan casi nunca lo bastante atractivas como para convencerles de que cambien de compañía.
Para que su propuesta resulte más atractiva, las eléctricas suelen añadir otros servicios complementarios. En el caso de Endesa, recibe al nuevo cliente un paquete de bienvenida que el primer año le abona gratuitamente a un servicio de atención del hogar para cualquier desperfecto o necesidad urgente. Unos incentivos que también facilita a los trabajadores de las empresas que le contratan el suministro eléctrico.

Un mercado poco rentable

Ninguna compañía quiere renunciar al mercado liberalizado y no tanto por el interés por ganar nuevos clientes como por el de no perder los que tiene. Obviamente, la estrategia es distinta en Gas Natural, que partía sin abonados eléctricos y que ha puesto mucho énfasis en este sector, probablemente para compensar los efectos que le ha causado la liberalización en el gas, donde la pérdida del monopolio le ha supuesto la desaparición de un cuarto de su cuota de mercado en un año.
Para las compañías eléctricas tradicionales, el mercado liberalizado ni siquiera supone un 5% de los ingresos totales, y por tanto, parecen más dispuestas a emplear sus esfuerzos en otros ámbitos de su actividad bastante más rentables, como la generación y es ahí donde se están produciendo las principales batallas, con denuncias cruzadas sobre irregularidades.
Además de un problema de tamaño, en el nuevo mercado liberalizado hay un problema de rentabilidad. La generación de energía es bastante más jugosa que la distribución y ésta, a su vez, más que el mercado fuera de tarifa. Por tanto, este último tiene un futuro incierto, tanto para los operadores actuales, que probablemente estén perdiendo dinero en este segmento, aunque no lo reconozcan, como para aquellas comercializadoras extranjeras que se han creado con la expectativa de abrirse un hueco en España y se han encontrado sin ningún margen de actuación.
Hay quien recuerda que algo semejante ocurrió en el mercado británico tras la liberalización y eso provocó el hundimiento de la principal compañía del sector.

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