El éxito de su anclaje empuja a Vircogilta

Un cuarto de siglo suministrando encofrados metálicos y andamios y acostumbrándose a resolver necesidades a pie de obra, pueden abrir posibilidades inéditas de negocio a un buen observador. Por ejemplo, en la seguridad, uno de los campos que más atención reclama en la construcción, donde se continúan dando los más altos índices de siniestralidad.
A José María Corta, la búsqueda de mejores soluciones técnicas para la sujeción de sus andamios le llevó a diseñar un sistema de anclaje más sencillo y eficaz que los utilizados en las obras. Integrado en la propia estructura del edificio, su anclaje quedaba escamoteado en el interior de las losas de hormigón y tenía utilidades muy variadas.
La coincidencia en el tiempo de su idea con una creciente sensibilidad hacia los riesgos laborales y un mercado creciente para los sistemas de protección ha convertido aquella idea en una línea de negocio que supone ya el 50% de la facturación de Vicorgilta (Encofrados Corta), y con unas expectativas de crecimiento que la han convertido en el nuevo motor de la empresa.
Para responder a este nuevo mercado, Corta ha levantado en el polígono de La Vega (Reinosa) unos talleres de 5.000 m2 de superficie, que multiplican por cinco el espacio de que disponía en Maliaño. El traslado, que se completará en los próximos tres meses, no sólo incrementará la capacidad de fabricación en sus tres áreas de trabajo –sistemas de seguridad, andamios y encofrados– sino que le permitirá distribuirlos mejor por todo el territorio nacional.

La nueva fábrica

Los buenos resultados comerciales obtenidos por el sistema de seguridad desarrollado por Corta a partir de ese anclaje (RG), han sido claves para acelerar el traslado de la fábrica.
El cambio de emplazamiento estaba inicialmente ligado a la entrada en vigor del nuevo plan de urbanismo de Camargo y la recalificación para usos residenciales de los 1.200 m2 que ocupa su taller tradicional, y otros mil de campa, en la calle Alday de Maliaño. El retraso en la aprobación del nuevo Plan, que lleva más de una década tramitándose, amenazaba con paralizar el traslado de la empresa y su ampliación, pero el éxito que ha tenido el sistema de seguridad RG ha permitido obtener recursos para financiar los dos millones y medio de euros invertidos en la nueva fábrica.
La nave se levanta en una parcela de 9.000 m2 del polígono de La Vega, un recinto industrial que ha salido de su letargo impulsado por la generosa política de subvenciones, así como por la ya inminente finalización de la autovía de la Meseta.

Más equipamiento

Las obras de construcción de la nave se iniciaron hace un año y tuvieron que hacer frente a un problema que arrastra el polígono del SEPES desde su construcción. Ubicado sobre un antiguo vertedero de escorias de Forjas y Aceros de Reinosa (la actual Sidenor) insuficientemente saneado, para construir resulta necesario retirar la tierra contaminada, pero la inexistencia de vertederos autorizados en Cantabria obligaba a Corta a llevar todo lo extraído a un depósito cercano a Bilbao. Para evitarlo, intentó que las escorias se pudiesen utilizar como material de relleno en las obras de la autovía, lo que no fue posible y hubo de obtener un permiso para realizar el vertido en el propio polígono.
Una vez solventado el problema, se procedió a levantar la nave, cuya amplitud permitirá incluir las tres líneas de fabricación. En previsión de futuras necesidades de espacio, Corta ha adquirido otra parcela de 1.200 m2, situada frente a su nuevo emplazamiento, donde se construirá otra nave para almacén.
A la maquinaria de corte, punzonado y robots de soldadura que ya tenían en Maliaño, los propietarios de esta empresa familiar han añadido máquinas específicas para la fabricación de los anclajes metálicos. Su elevada cadencia de trabajo permitirá hacer una pieza cada ocho segundos, cuando hasta ahora se tardaba cerca de minuto y medio.

Seguridad integral

A partir del anclaje RG, José María Corta ha ido fabricando nuevos elementos de seguridad para las obras, como mástiles para la sujección de redes, mordazas, líneas de vida, barandillas metálicas o marquesinas, de forma que ya cuenta con una gama completa de protección. La última incorporación ha sido una sujeción para planchas metálicas destinadas a proteger los huecos de los ascensores.
El sistema de seguridad que ha patentado ha demostrado ya su eficacia en diversos incidentes en los que se ha evitado las dramáticas consecuencias que suelen tener las caídas en el sector de la construcción. Empresas como Dragados y Fadesa han incorporado sus anclajes y los elementos de seguridad de Vicorgilta se están utilizando en obras de tanta envergadura como la ampliación del aeropuerto de Barcelona o en cuatro grandes torres que construye Dragados en la capital catalana.
En el éxito de la propuesta de este empresario cántabro ha pesado también la opinión de los arquitectos, que valoran la ventaja estética de poder ocultar de la vista las sujeciones permanentes con que deben ir dotados los edificios.
Del tirón comercial de los anclajes va a resultar beneficiada la línea de encofrados, gracias a las sinergias entre ambas líneas de negocio: “El mercado del forjado y andamio es estable y no necesita que le demos más empuje, pero los sistemas de seguridad nos puede abrir las puertas de los otros productos, ya que van dirigidos al mismo gremio”, anuncia Corta.

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