La fábrica Bosch de Treto cumple medio siglo más vital que nunca

Emilio Caprile, un industrial italiano asentado en España, quedó prendado de la Ría de Treto cuando bajaba con su coche el Alto de Laredo un día de 1955 y decidió que se nueva fábrica se haría allí. Compró 265.000 metros cuadrados de terreno en Bárcena de Cicero, levantó un muro de contención para defenderlos de las periódicas inundaciones de la Ría y en 1962 abría sus puertas la fábrica de motores de arranque y dinamos de FEMSA. Hoy, cincuenta años después y con un propietario distinto, Bosch, la planta produce 5,3 millones de alternadores al año y equipa a la mitad de los coches europeos, ya que entre sus clientes se encuentran Audi, BMW, Daimler Benz, Renault, Ford, GM, Nissan, Opel, Grupo PSA, Seat, Volkswagen…
El peso teórico de las grandes fábricas en la economía de Cantabria no supera el 10% del PIB, pero su peso real es bastante superior, por los efectos que inducen sobre otras empresas industriales y de servicios que, de otra forma, no existirían. Quizá el mejor ejemplo de hasta qué punto articulan comarcas enteras sea el de Robert Bosch Treto, que en los últimos veinte años ha creado a su alrededor un auténtico entramado industrial de proveedores. La fábrica acaba de cumplir 50 años en plena lozanía y si de algo se resiente es de que sus clientes alemanes muestran en los últimos tiempos algunos síntomas de atonía, porque los mercados del sur de Europa compran menos coches. Un síntoma casi banal cuando la mayoría de las empresas está sumergido en una crisis de tan grandes proporciones.

La última batalla

La diversificación de las ventas de la planta, que se envían a treinta países, y un producto de primera línea, con muchos años de vida por delante le garantizan el futuro. Pero no siempre fue así. De hecho, en estas cinco décadas ha sufrido al menos tres momentos críticos, el último de ellos en 2007 cuando la multinacional alemana tenía que decidir si el nuevo modelo de alternador (el Efficiency Line) se haría en la planta de Treto o en la gemela de Cardiff. Ganó la fábrica cántabra y eso fue, de alguna manera, el fin de Cardiff. La decisión sopesaba las productividades de una y otra y otros aspectos relevantes, como el clima laboral. Bosch no se ha arrepentido, porque el pasado año ha concedido a Treto el premio anual a la calidad y durante la celebración del aniversario, el director de la fábrica, José Luis Gutiérrez Espeso se atrevió a explicitar, ante uno de los miembros de la Alta Gerencia, que Bosch Treto aspira a convertirse en una de las fábricas más eficientes del grupo en todo el mundo. Para valorar este objetivo hay que tener en cuenta que Bosch posee casi 300 fábricas repartidas por 60 países, en las que trabajan unas 300.000 personas.
A pesar de que la extrema racionalización que han alcanzado las líneas de producción llevan a suponer que ya no pueden conseguirse grandes mejoras en la productividad, el pasado año aumentó en un sustancial 30% y en lo que va de ejercicio ha vuelto a mejorar un 20% más. Es la única forma de sobrevivir en un mercado tan exigente e internacionalizado, donde ni siquiera se admite un mínimo margen de error. La planta tiene como norma no superar las dos deficiencias por cada millón de piezas y hace tiempo que ese margen le queda muy holgado, a pesar de que no se relaja la tensión por producir más consumiendo cada vez menos recursos, hasta el punto que el director sigue teniendo entre sus objetivos nuevas mejoras “drásticas” de productividad.
La planta cuenta con 800 trabajadores y es la más grande de Bosch en España, donde cuenta con veinte factorías de todo tipo y da empleo a unos 7.000 trabajadores. En Cantabria también tiene una fábrica de frenos en Los Corrales de Buelna y otra de cocinas, a medias con Siemens, en Santander, la antigua Corcho.

El espíritu del fundador

A pesar del gigantesco tamaño alcanzado, el grupo alemán mantiene vivo el espíritu del fundador, un mecánico de precisión e inventor alemán de ideas sociales muy progresistas que quiso que su empresa fuese siempre independiente. La dejó en manos de una fundación con esta encomienda y con la de que sus beneficios se destinasen a causas benéficas.
Bosch fabrica hoy decenas de aparatos eléctricos de todo tipo, pero la planta de Treto es una de las más cercana a los orígenes del grupo, dado que Robert Bosch inició su carrera empresarial con un dispositivo magnético que generaba una chispa de encendido para los vehículos y fue el primero en adaptar un magneto al motor de los automóviles, un avance fundamental para que los coches llegasen a ser tal como hoy los conocemos.
Las naves de fabricación de la planta de Treto se levantaron en 1961 y en febrero de 1962 comenzaba la actividad. Ocho meses después, todos los motores de arranque y dinamos de la marca FEMSA se suministraba ya desde Treto. No obstante, la organización de la actividad era bastante distinta. Como ocurría en otras fábricas, la mayor parte de los componentes se producían dentro de las instalaciones, desde el corte de la chapa, la extrusión de piezas, los tratamientos térmicos y superficiales o todo tipo de mecanizados. Si hoy cada línea tiene un proceso continuo con numerosas estaciones y muchos procesos automatizados, en aquel momento primaban las operaciones manuales y las máquinas individuales, con un elemental sistema de líneas de transporte. En lo que no ha cambiado tanto, según puso de relieve el director de la planta durante la conmemoración del aniversario, es en la notable presencia de mujeres, que ya por entonces suponían el 27% de la plantilla.
Un sistema de trabajo basado en las habilidades del operario y en procesos complejos requería profesionales con buenos conocimientos técnicos y eso motivó la creación de la Escuela de Aprendices que desde 1962 ha proporcionado cinco promociones de profesionales que son la base de la fábrica.

Revulsivo

La llegada de Bosch en 1978 supuso un revulsivo para la factoría, que empezaba a ver su futuro muy incierto, ante el agotamiento de FEMSA en el mercado. La multinacional alemana adaptó el taller a su sistema de trabajo y en 1981 inició la producción del motor de arranque denominado EV, que ha sido la base de esta línea de negocio durante muchos años, en los que ha producido un total de 27 millones de unidades.
En 1987 se comenzaron a montar los alternadores, al ser trasladados desde la fábrica de Madrid los denominados Topf, un sólido producto que abrió nuevos horizontes para la fábrica. El traslado fue un éxito, tanto en tiempo como en calidad y costes y eso convenció a la gerencia de la División de Bosch, de la que depende esta fábrica, de asignar a Treto la fabricación del denominado Alternador Compacto, que también resultó decisivo. En los últimos veinte años, la planta del municipio de Bárcena de Cicero ha producido nada menos que 65 millones de alternadores, lo que da idea de la masiva presencia de su producto en todo tipo de marcas y modelos de coches.
Por mucho éxito que tenga un producto ese éxito no se puede mantener indefinidamente. Los fabricantes de coches quieren motores de arranque y alternadores que pesen menos cada vez y que ofrezcan más potencia, dos términos que parecen antitéticos, pero que los ingenieros han sabido emparejar.
En la pasada década, los productos tradicionales empezaban a dar muestras de agotamiento (de hecho, en 2009 se dejó de hacer el motor de arranque EV que dio origen a la factoría) y la plantilla llegó a temer la desaparición de la fábrica si no recibía un nuevo producto. Por eso, cuando la gerencia optó por encargarle la producción del nuevo alternador, denominado Efficiency Line, se produjo un enorme alivio. Eso garantizaba la continuidad de Treto por un buen número de años, mientras que para la fábrica hermana de Cardiff (Gran Bretaña) que hacía el mismo producto, la pérdida de esta batalla le supuso todo lo contrario. A mediados de 2009, con el traslado de las líneas del alternador compacto de Cardiff a Treto, la planta cántabra también se convertía en la única europea en fabricar este producto.

Más de 5 millones de alternadores al año

Bosch Treto producirá este año 5,3 millones de alternadores, de los que sólo 70.000 serán del antiguo modelo Topf, cuya robustez hace que siga siendo solicitado por marcas que fabrican vehículos agrícolas, todoterrenos o que han de circular por regiones de climas extremos. Una parte mucho más significativa de la actividad depende ya de los nuevos Efficiency Line, de los que se harán 1,7 millones de unidades.
Todo ello le permitirá facturar este año más de 300 millones de euros y mantener a una plantilla de 800 trabajadores, la más numerosa entre las empresas de la región. No obstante, las previsiones de empleo que manejaban los sindicatos al conseguir el Efficiency Line no se han cumplido. Entonces la planta fabricaba 4,4 millones de aparatos al año con 950 trabajadores y se suponía que con el nuevo alternador podía llegar a necesitar otros 200. La realidad es que hoy hace un millón más de alternadores que entonces pero, como consecuencia de la mejora de productividad, no solo no necesita más personal sino que le basta con 150 personas menos.
El clima laboral, no obstante, es bueno, a tenor de las encuestas internas que Bosch realiza en todos sus centros. Si hace dos años los datos internos no dejaban muy bien parada a la planta, en el último sondeo ha pasado a ser una de las españolas del grupo que obtienen mejor valoración, lo que la dirección atribuye a la política de liderazgo y de transparencia que se ha puesto en marcha. Probablemente también ha influido el tener un horizonte relativamente despejado en un mundo tan incierto.

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