El expreso de los mares

Una vez más, Brittany Ferries dedica a la ruta de Santander su barco más moderno. En esta ocasión, el ‘Pont-Aven’, por el que ha pagado 160 millones de euros y que acaba de salir de los astilleros alemanes Meyer Werft, de Papenburg. La velocidad del barco es de 27 nudos (más de 50 kilómetros por hora, en la mar) y eso permitirá que haga los lunes y los jueves la travesía entre la ciudad inglesa de Plymouth y Santander y aún tenga tiempo para las tareas de mantenimiento y para su utilización durante los fines de semana en dos rutas más cortas Plymouth-Roscoff (Francia) y Roscoff-Cork (Irlanda). El barco es lo suficientemente rápido para llegar a hacer tres veces por semana la ruta a Santander si fuera necesario, sin temor a que una pequeña incidencia desbaratase la programación de varias travesías.
Si el ‘Val de Loire’ era ya un ferry de grandes dimensiones, el ‘Pont Aven’ las supera en un 20%. No sólo es el mayor barco que haya tenido nunca Brittany Ferries, sino que es uno de los más grandes de Europa. Tiene 41.700 toneladas de registro bruto, con una eslora de 184,3 metros y una manga de 30,9.
Sus cuatro propulsores Caterpillar de 58.736 CV y su estilizado diseño son los responsables de que el barco pueda realizar la línea en 18 horas, frente a las 24 que necesitaba su predecesor. En la línea de Roscoff a Cork, las 14 horas habituales quedarán reducidas a sólo 10.
La motorización es dos veces y media más potente que la del ‘Val de Loire’ y, sin embargo, el consumo de combustible es un 25% inferior y las emisiones de gases son considerablemente más limpias.

Un diseño cuidado

El diseño interior también está muy cuidado, tanto en las zonas comunes como en los camarotes y ofrece un espacio por pasajero bastante superior a cualquier otro ferry, lo que contribuye a crear un ambiente más relajado en las travesías.
A pesar de estar concebido para viajes y no para cruceros de placer, incorpora muchos conceptos de estos últimos, con el objeto de convertir los viajes en una parte de las vacaciones de sus pasajeros. Por primera vez en un ferry, algunos camarotes disponen de su propia terraza o balcón exterior privado.
Los camarotes están distribuidos en tres plantas, situadas sobre la línea de flotación. Todas las cabinas (tiene 650, con más de 2.000 camas) tienen una gran habitabilidad. Están dotadas de baño y equipadas para una cómoda travesía, a lo que contribuye una decoración agradable. Un buen número de ellas están comunicadas entre sí, pensando en que puedan ser utilizadas por familias. Además, dispone de 52 plazas para viajar en asientos reclinables.
Los precios más baratos del trayecto son de 75 euros por persona en temporada baja (333 con coche) y 94 en temporada alta (420 con automóvil).

Los espacios comunes

En las zonas comunes destaca la cubierta, que ofrece un paseo de 400 m2 sin obstáculos alrededor del buque.
En la planta superior (undécima, según el ascensor) dispone de una cafetería y una piscina, construidos bajo una cubierta transparente en forma de cúpula, que puede abrirse o cerrarse en función de meteorología.
Inmediatamente debajo (Puente 8), se encuentran los camarotes de lujo, la galería comercial y el salón principal, donde la distribución circular, preparada para espectáculos, da una cierta sensación de ágora. El Puente 7 es el área gastronómica por antonomasia, con tres restaurantes. Uno de carta, donde se puede comer con los vinos franceses más delicados; un self service, que como toda la decoración del barco, no ahorra en coloridos; una cafetería-restaurante y un piano-bar con terraza.
En el Puente 6 se encuentra la recepción del buque, un cine con 80 butacas muy confortables, la consigna y la oficina de cambio, que comparten espacios con largos pasillos de cabinas.
El barco también tiene un pequeño casino y una sala de videojuegos, además de un parque infantil, destinados a proporcionar entretenimiento a todas las edades.
La decoración, como en todos los barcos de Brittany Ferries, es vanguardista. El buque respira una atmósfera de cálida modernidad, a veces intimista, y los 4.500 m2 de espacios comunes resultan especialmente luminosos, en lo que colabora el propio diseño del barco, más abierto al exterior que ‘Val de Loire’, en el que se dejaba notar su procedencia báltica. Numerosas pinturas de diferentes artistas contemporáneos decoran los mamparos.
La naviera Brittany Ferries, propiedad de una cooperativa agrícola francesa, empezó a operar en Santander hace 26 años con el ferry ‘Armorique’, preparado para transportar 800 pasajeros y 200 vehículos. La empresa gala, cuyo objetivo fundacional había sido el propiciar la salida de los productos hortofrutícolas del sudoeste francés hacia las islas británicas por una ruta más próxima que la de Calais, tomó conciencia de las oportunidades que planteaba todo el Golfo de Vizcaya, tanto para el transporte de mercancías, como el de personas.
Al ‘Armorique’ le siguieron el ‘Quiberon’ y el ‘Bretagne’, cada uno de ellos mayor que el anterior. Con su último barco, el ‘Val de Loire’, de 31.000 toneladas de registro bruto, ha transportado un millón y medio de pasajeros y medio millón de vehículos en 800 escalas. Ahora se destinará a la ruta St. Malo-Portsmouth, lo que produce una cierta nostalgia de la tripulación, que se había acostumbrado a la ruta española.
En los 26 años de la línea de Santander, Brittany Ferries ha transportado tres millones de viajeros y más de 800.000 vehículos y se ha convertido en el principal aliado de la región para desestacionalizar el turismo, aunque, desafortunadamente, nunca se ha conseguido que el porcentaje de pasajeros que pernoctan en Cantabria supere el 10% de los transportados, un reto pendiente para el que la Consejería de Cultura y Turismo trata de idear nuevas estrategias.

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