Trefilerías volverá a tomar agua del Besaya para sus procesos

Las autorizaciones ambientales integradas, además de controlar la idoneidad ambiental de los procesos de producción son un indicador de la propia evolución de las fábricas. Y los cambios que han tenido lugar en Trefilerías Quijano desde que en 2006 obtuvo esa autorización han quedado reflejados en las modificaciones que ha solicitado para actualizar los vertidos admitidos en ella.
Lo más llamativo, por lo abultado de su magnitud, es la petición de que se le permita aumentar el caudal de vertido desde los 2.000 metros cúbicos al año autorizados a 225.000. Esas aguas, procedentes del proceso de fabricación del alambrón, se verterían a un colector de la red de saneamiento de Los Corrales de Buelna, después de ser tratadas en la depuradora de la fábrica.
La razón de ese espectacular aumento de vertido tiene que ver con los cambios que pretende introducir en el proceso de fabricación. La Autorización Ambiental de 2006 ya contemplaba un permiso de vertido de hasta 300.000 m3 al año para Trefilerías Quijano pero en 2009 la dirección de la fábrica se planteó, para reducir costes, la posibilidad de hacer recircular el agua que interviene en el proceso de fabricación, dejando de captar agua del Besaya y de verterla.
Ese sistema ha venido funcionando hasta que, con el paso del tiempo, se ha detectado que los altos niveles de conductividad del agua amenazaban con alterar la calidad de los productos. De ahí que Trefilerías quiera volver al modo en que tradicionalmente se ha usado el agua en los procesos que tienen lugar en la planta.

Elevar la producción

La otra modificación que quiere introducir en la Autorización Ambiental es también muy sustancial, y tiene que ver con la cifra de producción total que se recogió en la AAI cuando se emitió hace once años. Trefilerías Quijano, que había pasado en 2004 por una situación muy crítica –hasta el punto de que Celsa se había planteado cerrar la fábrica tras comprar una planta en Polonia– estaba produciendo tan solo a un 30% de su capacidad. En total, unas 22.000 toneladas anuales de alambre galvanizado, gris, y para estampación, destinados a la fabricación de muelles mecánicos. Ahora, en cambio, la planta ha recuperado un buen nivel de actividad, ha incorporado mejoras y ha optimizado los procesos, lo que, junto a la instalación de nuevos equipos, pone a su alcance las 160.000 toneladas anuales de fabricación, que es la cifra que quiere ver reflejada en la Autorización Ambiental. De esa cantidad, 32.000 toneladas serían de alambre de acero duro, 60.000 de alambre de estampación, 50.000 de alambrón recocido y 18.000 de alambrón decapado.
En la actualización de la AAI también se reflejarán los cambios en el equipamiento, ya que actualmente Trefilerías Quijano (Global Special Steel Products, según su denominación en el Grupo Celsa) cuenta con trece máquinas trefiladoras en lugar de las diez recogidas en la Autorización Ambiental de 2006, y cinco hornos EBNER de 1,74 Mw de potencia térmica cada uno, en vez de los dos que constan en la Autorización, y la previsión es que se instalen dos hornos más.
La petición dirigida a la Dirección General de Medio Ambiente normaliza así la actividad de una fábrica que sigue siendo vital para el mantenimiento del empleo en el Valle de Buelna, y en la que trabajan cerca de 90 operarios. Una cifra muy lejana de los 3.900 que llegó a tener en 1968, o de los 1.100 que tenía aún cuando la adquirió el Grupo Celsa en 1987. Desde entonces la plantilla no ha hecho sino descender, pero al menos esta histórica fábrica no ha desaparecido del tejido industrial de Cantabria y la elevación de sus previsiones de producción permite ser optimistas sobre su futuro.

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