Una riqueza por aprovechar

El II inventario Forestal Nacional asegura que el 62% de la superficie de Cantabria es forestal, aunque en realidad, la arbolada es la mitad de ese porcentaje. En cualquier caso, una superficie muy importante –alrededor de 165.000 hectáreas– que no se alejan demasiado de las 200.000 que la región tenía hace cien años. El 70% es monte tradicional y el resto se ha ido sustituyendo por eucaliptos y pinos, las maderas industriales por excelencia.
Los aprovechamientos son relativamente escasos para semejante volumen forestal. Como promedio, unos 500.000 metros cúbicos anuales de eucalipto y pino, mientras que las maderas nobles, como el roble o el haya, apenas supusieron un 2% del total de madera cortada. Una proporción muy inferior a la de cualquiera de las comunidades limítrofes, de lo que se lamentan los madereros.
Las razones son variadas, pero una de las principales es que a los aserraderos les resulta más barato traer la madera de Francia. Por otro lado, Cantabria es la única región española en la que existe un convenio con los taladores, lo que provoca un encarecimiento de la tala.

Muchos montes públicos

Si algo caracteriza los bosques de Cantabria son los 420 montes de utilidad pública, un número muy superior al de cualquier otra comunidad. La inmensa mayoría (un 90%) pertenecen a las juntas vecinales que por lo general explotan eucalipto; el resto se lo reparten la administración regional y los distintos ayuntamientos. Pero esa feracidad silvícola sólo es aparente. Sólo en la franja central se estima que hay 160.000 hectáreas susceptibles de ser repobladas. El principal problema que se encuentra la Administración regional es la oposición de los ganaderos que aún ven al bosque como un enemigo atávico, algo difícil de entender en estos tiempos en que la drástica disminución de las explotaciones ganaderas provoca enormes excedentes de pradería, hasta el punto que la Consejería de Ganadería ha llegado a establecer subvenciones para quienes impidan que muchos de ellos se llenen de maleza, ya que han dejado de ser aprovechados.
Desde la Dirección General de Montes se lanzan mensajes para cambiar este estado de opinión. El temor es que a partir del 2006 pueden desaparecer las ayudas ganaderas y las explotaciones actuales tendrán que buscar unos ingresos complementarios con los árboles.
El cambio de mentalidad también puede reducir las pérdidas por incendios. Cada año se quema una superficie que oscila entre las 2.000 y las 20.000 hectáreas y aunque nunca es fácil encontrar las causas, se estima que en 1997, por ejemplo, el 60% de la superficie perdida fue consecuencia de las quemas de maleza provocadas por los ganaderos. La llegada del viento sur entre noviembre y marzo seca las plantas al igual que hacen las heladas de enero; son momentos que los agricultores suelen aprovechar para desbrozar, quemando los rastrojos con la intención de obtener en primavera pastos muy verdes. Una costumbre que no han podido combatir los técnicos de la Dirección General de Montes. En su opinión, lo único que se consigue así es aumentar la deforestación y erosión del terreno, ya que la planta que se obtiene es cada vez más pobre, con poca profundidad y pocas proteínas.

La costa del oro verde

Repoblar 1.000 hectáreas de terreno implica el trabajo de 500 hombres durante un año, a lo que hay que sumar el coste económico. Además de las especies frondosas, el árbol más utilizado y también el más cuestionado es el eucalipto del que existen 1.200 variedades. Las características del norte de la Península son óptimas para el crecimiento de la variedad globulus que se adapta perfectamente a la comarca costera (por debajo de los 400 metros de altitud) y a los 12 ó 15 años de su plantación ya se puede cortar. De hecho, hay quien ha llegado a denominar al Norte de España como la Costa del Oro Verde por tener la mayor productividad de madera de eucalipto del mundo.
El director general de Montes quiere desmitificar los inconvenientes de este árbol que ocupa en Cantabria más de 50.000 hectáreas. Carlos de Miguel asegura que es compatible con las reservas de agua, porque no absorbe tanta como se cree, y el suelo no se empobrece como su mala fama asegura. De Miguel añade que es el árbol que más cantidad del CO2 del aire traduce a madera.

Las alternativas

A gran distancia del eucalipto, nogales, castaños y cerezos son tres de las especies más plantadas en Cantabria. Aunque son árboles que se adaptan muy bien a las características del terreno, el sector forestal está en plena búsqueda de otras alternativas más rentables y están en marcha distintas investigaciones para determinar las posibilidades de adaptación de nuevas especies. En Alfoz de Lloredo se estudia la introducción de la teka, un árbol que tiene un ciclo de 35 años, tiempo durante el cual se pueden obtener tres aprovechamientos distintos, ya que durante su crecimiento se realizan dos entresacas de las que se obtienen dos tipos diferentes de madera. Por otro lado, también se valora la posibilidad de producir hongos asociados a los árboles, tanto internos (trufas) como externos (setas) que pueden suponer un nuevo aprovechamiento de los bosques.

Plan Forestal

El Gobierno regional está ultimando con la colaboración del Ministerio de Medio Ambiente un plan forestal, cuyo objetivo es lograr un mayor y mejor aprovechamiento de los montes para incrementar la renta de las zonas rurales de Cantabria. Para Carlos de Miguel, «nuestra comunidad tiene una potencialidad tremenda en sus bosques, que si se aprovechase realmente sería la principal riqueza de la Cantabria rural». Ese aprovechamiento no pasa sólo por el rendimiento que se obtiene de la corta de madera. Los cotos de caza, los pastizales, la instalación de antenas de comunicación, las canteras o los campos de golf son distintas formas de obtener beneficios económicos de un bosque.
Uno de los precedentes de este plan forestal es el Plan de Reforestación que Martínez Sieso puso en marcha al poco de llegar al Gobierno regional. Para llevarlo a cabo, la Universidad de Cantabria, que curiosamente no imparte ninguna titulación relacionada con el sector forestal, elaboró un mapa de usos de los montes donde se indica el tipo de vegetación adecuada a las características de las distintas zonas de la geografía cántabra.
El nuevo plan forestal estará listo a finales de año. Posteriormente se debatirá en el Parlamento regional y será en 2004, cuando se puedan ver sus primeras actuaciones, si el fin de legislatura no lo acaba posponiendo.

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