La hora de la colaboración entre empresas

Sodercan fomenta la creación de clusters y consorcios de exportación en sectores estratégicos de la economía cántabra

Las agrupaciones de empresas han demostrado ser una herramienta eficaz para impulsar la internacionalización, mejorar la competitividad y extender la I+D a las pymes. Cantabria, que creó en 2005 su primer cluster, se está incorporando de manera decidida a las fórmulas asociativas que se practican con éxito en la economía mundial. Una iniciativa en la que juega un papel decisivo Sodercan, que coordinando a las empresas y con ayudas ha impulsado la creación de clusters, agrupaciones de interés económico y consorcios en los sectores estratégicos de la economía de Cantabria.


Para una economía como la cántabra, donde la pyme es la gran protagonista y sin mucha inclinación por la colaboración empresarial, el futuro plantea retos que no pueden posponerse. En un mercado cada vez más global la respuesta no puede ser otra que agruparse para potenciar la especialización, mejorar la competitividad y asomarse al exterior con más facilidad. Y hay fórmulas ampliamente probadas que hacen posible conseguir esos objetivos. Fórmulas que se van abriendo paso en la cultura empresarial cántabra, en cuyos sectores más pujantes vienen funcionando desde hace algunos años, ya sea como consorcios para la exportación, agrupaciones de interés económico o la más genérica de clusters. Ninguna de estas iniciativas ha sido posible sin el impulso de la Administración, coordinando y subvencionando la puesta en marcha de esas plataformas de economía colaborativa.
Esa preocupación por el fortalecimiento de los ejes estratégicos en los que la economía de Cantabria muestra mayor potencial ha llevado al Gobierno regional a introducir una nueva línea de ayudas destinada a facilitar el funcionamiento de los clusters ya existentes y a fomentar la creación de otros nuevos en áreas todavía no exploradas pero que apuntan posibilidades de éxito.
La experiencia europea y de otras comunidades autónomas, que nos han precedido en este campo, demuestra que las asociaciones sectoriales son un instrumento estratégico muy útil para el desarrollo económico de regiones como la cántabra, que cuentan con un tejido industrial mayoritariamente formado por pequeñas y medianas empresas (el 99% de las empresas cántabras entran en esa categoría).
El apoyo del Gobierno regional a la clusterización del tejido empresarial de Cantabria en la nueva convocatoria de ayudas tiene que ver con la constatación de las evidentes debilidades de la economía regional: el difícil acceso de las pymes a la I+D o la necesidad de hacer más fluida la transferencia de conocimiento desde allí donde se genera (la Universidad, los Centros Tecnológicos o las empresas tractoras con capacidad de investigación) y las pymes.
«Al final, de lo que se trata es de innovar y apostar por la generación de valor añadido en sectores que se consideran prioritarios y estratégicos», señala la directora de proyectos de Sodercan, Icíar Amorrortu. «En Cantabria, por su volumen y tipología, las empresas tienen poca masa crítica para tomar ciertas decisiones de mayor riesgo y una buena fórmula son las unidades agrupadas de exportación o los clusters, que les pueden ayudar a obtener ciertas sinergias como grupo que a nivel individual no podrían conseguir por falta de recursos», explica. Sinergias que van desde la transferencia de conocimiento y la facilidad para acceder a otros mercados, al impulso a las homologaciones y certificaciones o a la formación compartida.

Una nueva línea de ayudas

En la convocatoria de ayudas a las empresas, publicada en el BOC el pasado diez de julio, Sodercan ha creado por primera vez una línea específica destinada a los clusters y a las unidades agrupadas de exportación, dotada con 700.000 euros. Dos son los requisitos exigidos: que estén radicados física y fiscalmente en Cantabria y que participen en ellos al menos cinco empresas. Además, el 80% de los miembros de la agrupación debe disponer de un centro de trabajo en Cantabria. El cluster o unidad de exportación que aspire a esas ayudas debe presentar un plan estratégico definiendo sus objetivos.

El sector de las TIC es otro de los candidatos a formar un cluster para la digitalización de las empresas de Cantabria. FOTO: MARÍA CASUSO

La primera fase de la línea de ayudas concluía el pasado 31 de julio, y la segunda no lo hará hasta el 15 de noviembre de este año. El corto espacio de tiempo entre la convocatoria y esa primera fase ha sido objeto de alguna queja por parte de las agrupaciones interesadas pero, como explica Icíar Amorrortu, «el objetivo ha sido facilitar el acceso a la financiación lo antes posible, para que los clusters ya constituidos puedan beneficiarse cuanto antes de esas ayudas; y aquellos que estén en proceso de constituirse tienen hasta el 15 de noviembre».
Las ayudas abarcan desde los gastos de constitución para las agrupaciones hasta los gastos de funcionamiento para las ya existentes.

Cuatro agrupaciones ya creadas

En Cantabria son cuatro las agrupaciones de empresas que ya están funcionando, con distintas formas jurídicas. La más veterana es el GIRA, un cluster que aglutina a 27 compañías del sector de automoción. Se creó en 2005 y fue preciso esperar hasta el pasado año para la formalización de un segundo cluster, el CINC (Cluster de la Industria Nuclear de Cantabria), aunque viniese actuando como tal desde 2012.
Con otras fórmulas se han creado recientemente un consorcio de exportación que agrupa a diez empresas agroalimentarias (el Santander Fine Food), cuyo objetivo es acceder a los canales gourmet internacionales, y una agrupación de interés económico (Santander Global Metal), con la que varias empresas del sector metal-mecánico aspiran a obtener contratos llave en mano fuera del país.
Las ayudas convocadas por Sodercan están destinadas a ayudar a sufragar los gastos de funcionamiento de estas agrupaciones a lo largo del año.

Tres en proceso de formación

Junto a estas cuatro agrupaciones ya formadas, existe otro cluster que llegó a constituirse en marzo de 2011, cuando el Gobierno de Cantabria de entonces hizo una apuesta clara por las energías marinas renovables, pero la ausencia de apoyos por parte del Ejecutivo del Partido Popular que tomó el relevo y la crisis económica del mercado al que el cluster apuntaba, la energía eólica marina (offshore), desembocó en su práctica desaparición. Ahora, y con el liderazgo de una potente cabeza tractora como es el Instituto Hidráulico, el Sea Of Innovation Cantabria Cluster está siendo reconstituido, y con unos objetivos más amplios, que se orientan hacia los sectores de agua y energía.
Aquel cluster llegó a concitar numerosos apoyos ya que, además de estar promovido por el Gobierno de Cantabria, el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Universidad de Cantabria, contaba con la colaboración de empresas líderes en el sector, como Vestas, Siemens, EDP, Iberdrola Renovables y E.on, y participaban en él más de 40 empresas cántabras, además de trece grupos de investigación de la Universidad de Cantabria y cuatro institutos: el IH Cantabria (UC), el Centro Tecnológico de Componentes (CTC), el Instituto de Física de Cantabria (IFCA) y el Instituto Español de Oceanografía (IEO). Unos apoyos que será necesario reconstruir para esta nueva etapa.

Un hipotético cluster naval

Otro de los sectores estratégicos que Sodercan se ha fijado como objetivo para impulsar la constitución de un cluster, es el naval. A diferencia del cluster de agua y energía, detrás no existe una empresa o entidad tractora que aglutine al entramado de pequeñas y medianas empresa que históricamente se dedican en Cantabria a la construcción naval. Las que sobreviven lo hacen trabajando como industria auxiliar en los astilleros públicos del País Vasco y de Asturias, y colaborando con el único que queda en Cantabria, Astander, propiedad desde finales de los años 90 deI grupo Italmar.
Para compensar esa ausencia de grandes empresas locales que lideren ese futuro cluster, Sodercan ha buscado un proyecto capaz de atraer el interés de esa industria auxiliar, y lo ha encontrado en el programa de la Fragata F-110 desarrollado por la Armada Española.
El pasado mes de mayo, representantes de la Armada explicaron a una treintena de empresarios cántabros el proyecto para dotar a la flota española de cinco modernas fragatas dotadas de los mayores avances tecnológicos. El objetivo del Ministerio de Defensa es que esa tecnología, como el resto de los componentes del buque, sea española.
Media docena de empresa cántabras han mostrado ya su interés por participar en el proyecto, entre ellas algunas pertenecientes al sector de las TIC, como Erzia, especializada en comunicaciones vía satélite, que ya viene trabajando regularmente con la Armada española. Esas empresas podrían ser el núcleo en torno al cual se constituyese el cluster naval antes de que concluya el plazo de la convocatoria de ayudas. De hecho, sería el más transversal, al incluir a compañías de sectores muy diversos, aunque la presencia de las TIC es una tendencia cada vez más acentuada en este tipo de agrupaciones.
El propio sector de informática y telecomunicaciones es otro de los que, por su potencial, puede ser susceptible de formar un cluster. Se haría en torno a un proyecto auspiciado por el propio Ejecutivo regional que tiene que ver con la digitalización de las empresas, y no solo de las llamadas Industrias 4.0. El proyecto está siendo analizado conjuntamente por Sodercan y Ascentic, la asociación que agrupa a las TIC más importantes de la comunidad, con el objetivo de que el futuro cluster no interfiera con el plan estratégico de la propia asociación ni con los intereses de cada empresa.

El impulso público

La creación de estos nuevos clusters, junto a los ya constituidos, prácticamente agotan las áreas de interés económico donde las empresas de Cantabria pueden sumar una masa crítica suficiente. Los mencionados agrupan tanto los sectores estratégicos por los que apuesta el Gobierno regional como los modelos clásicos de negocio que existen en Cantabria. Pero cabe que surjan áreas de especialización económica que los mercados todavía no reclaman. Será el momento de plantearse la extensión de una fórmula que ha servido para facilitar a las empresas la posibilidad de relacionarse entre sí, establecer flujos de conocimiento e innovación y llevar a cabo prácticas que han permitido mejorar su competitividad y su internacionalización.
Lo que continuará siendo necesario es un primer impulso por parte de la Administración regional para la creación de esos clusters, porque, a diferencia de otras comunidades, como Cataluña o el País Vasco, no hay clusters privados. En España están reconocidos unos cien, de los que unos 30 están en Cataluña, una decena en Navarra, al menos tres en Galicia, y el resto repartidos por otras comunidades como Madrid y, sobre todo, el País Vasco que fue pionero, hace 30 años, en la introducción de esta figura. Cantabria, aunque de manera más lenta, se encuentra ya en la senda de esta fórmula de colaboración entre empresas, y entidades públicas, aunque el camino no sea fácil por la tradicional resistencia del empresario cántabro a las asociaciones. Tal y como explica el que fuera impulsor de la creación del GIRA, Pedro Herrero, «el asociacionismo en Cantabria es complicado por su idiosincrasia, aunque vayan evolucionando. De hecho, una vez que lo viven cambian de parecer, porque al final se dan cuenta de que identificando aquellas áreas de su negocio que pueden compartir, les resulta más fácil crecer que empleando solo recursos propios».
Mientras llega ese convencimiento, a la Administración regional le cabe el papel de alentar ese proceso pero, como explica Icíar Amorrortu: «el Gobierno tiene que impulsar el lanzamiento, pero luego el cluster debe tener una inercia propia y el compromiso de sus socios».

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