Una biorefinería de macroalgas

Investalga quiere desarrollar tecnologías para el cultivo y aprovechamiento de las algas

La biotecnológica Investalga se ha propuesto aprovechar mejor los recursos, casi desconocidos, que ofrecen las algas. Su estudio se centra en la ulva (lechuga de mar) y el codium (alga percebe), que deparan muchas posibilidades como aporte de proteínas en piensos y fertilizantes y por sus cualidades gastronómicas. Investalga busca desarrollar tecnologías que permitan un cultivo controlado y extraer todos los compuestos que tengan algún valor de mercado.


Las algas hace tiempo que despiertan interés en campos que van desde la nutrición a la farmacología, pero su aprovechamiento industrial choca con un obstáculo, las dificultades para cultivarlas y recolectarlas de forma regular y controlada.

La biotecnología ha avanzado mucho en la investigación de las microalgas, que se pueden hacer crecer en laboratorio, pero queda un amplio territorio por explorar en las especies que se desarrollan en el mar, las macroalgas. Aquí se enmarca el proyecto que pusieron en marcha en 2016 Lara Arroyo, una doctora en biología con una larga trayectoria investigadora en la materia, y Juan Robles, un ingeniero industrial especializado en el aprovechamiento de recursos marinos. Investalga, que es la empresa que han creado, quiere extraer del mundo de las algas todas las posibilidades hasta ahora desaprovechadas, que son muchas.

Algo más que caloca

Lara Arroyo, en los estudios que realiza en las instalaciones de Rodecan.

En Cantabria se suelen identificar las algas con la cosecha de caloca (gelidium) que el mar arroja a la costa después de un temporal, algo que solo supone el 20% de la biomasa de esta especie. El aprovechamiento de las que el mar ofrece espontáneamente, unido a su interés comercial –el gelidium permite elaborar un gelificante denominado agar que también se usa para el cultivo de células en laboratorios– ha convertido a la caloca en el alga más conocida y apreciada, pero hay otras que ofrecen un gran potencial.

Investalga ha centrado su estudio en variedades como la ulva, conocida como ‘lechuga de mar’, ya que su elevado contenido en proteínas le confiere un enorme valor para la elaboración de piensos destinados a la acuicultura, animales de granja o mascotas. Además, sus propiedades prebióticas ayudan a modular la flora microbiana intestinal y eso puede favorecer el crecimiento y las defensas de las especies que se cultivan en piscifactorías. De hecho, está desarrollando un estudio en este sentido para el Instituto Oceanográfico.

Las investigaciones están orientadas también a la obtención de compuestos como los polisacáridos sulfatados, que parecen poseer propiedades antitumorales. Incluso se puede emplear como fertilizante, por su elevado contenido en minerales. 

Investalga pretende actuar como una biorefinería, que va extrayendo de una misma especie de alga, de forma fraccionada, los compuestos que más interés puedan tener.

Una planta piloto

Investalga ha centrado sus estudios en las posibilidades de cultivo que ofrece un alga conocida como ‘lechuga de mar’ (ulva), muy rica en proteínas y minerales.

Las investigaciones que lleva a cabo sobre los usos de la lechuga de mar en acuicultura hace algún tiempo que han pasado a la fase práctica en la piscifactoría de Rodecan, en Ruiloba, donde han comprobado que las algas crecen mucho más rápido con el aporte de los residuos de la crianza de rodaballos, hasta el punto de que la biomasa obtenida multiplica casi por diez la que se puede conseguir en un cultivo agrícola.

Pero la ulva no es la única macroalga que ha llamado la atención de esta empresa investigadora. Estudian también las posibilidades del codium, un alga con sabor a percebe que ya ha sido incorporada por algunos chefs a sus elaboraciones gastronómicas.

Para llevar a cabo sus trabajos, Investalga se apoya en  los institutos de biotecnología que existen en Cantabria. La empresa colabora con el IBBTEC en la identificación genética de las macroalgas, un primer paso para desarrollar  las técnicas de cultivo y aprovecharlas industrialmente. También promueve, junto a investigadores del IDIVAL, estudios para conocer la interacción entre algas y bacterias, porque estos microorganismos pueden condicionar el crecimiento del alga y el tipo de compuestos que se pueden extraer de ella.

“Se ha descubierto que las algas tienen unas propiedades muy interesantes en muchos ámbitos pero todavía no se obtiene ni la biomasa ni los principios activos en cantidad suficiente como para desarrollar una industria”, explica Juan Robles. “Ahí es donde queremos aportar valor –continúa Robles–, desarrollando una tecnología de cultivo estándar e investigando sobre las cepas con más interés, por crecimiento o por concentración de compuestos. Se trata de aplicar en las algas lo mismo que se está haciendo en la agricultura”, concluye.

Un paso industrial

Sus estudios pueden ser el prólogo para que alguna empresa se interese por la extracción de variedades como la ulva, algo que ya ocurre en Galicia, donde el aprovechamiento de las algas está mucho más avanzado, mientras que en Cantabria la única explotación autorizada es la del gelidium o caloca.

La propia Investalga se plantea dar un paso más en el aprovechamiento de sus hallazgos, produciendo un extracto de lechuga de mar en polvo y liofilizado, con muchos usos posibles, desde sazonador alimentario a la elaboración de piensos para piscifactorías o para mascotas.

La empresa prevé contar a final de año con las autorizaciones para comercializar ese producto y dotarse del equipamiento necesario para el secado y liofilizado del alga a una escala que les permita trasladar sus investigaciones al ámbito industrial.

J. Polvorinos

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