Agustín y Fernando Arroyo. HERMANAS MARTINEZ:

Los hermanos Arroyo representan la tercera generación de un negocio que fundaron su abuela y la hermana de aquella en la posguerra española. Estos comerciantes, y a la vez artesanos, sostienen que un abrigo de visón con los arreglos correspondientes “puede durar veinte años”. Contrarios a las rebajas permanentes que se han puesto de moda en su sector, consideran que la crisis es producto del sobredimensionamiento de la economía española y lo que en realidad se está produciendo en nuestro país es un ajuste.

P.- Hermanas Martínez es un negocio con mucha historia.
Agustín y Fernando Arroyo.– Así es. Fue fundado por nuestra abuela y su hermana, que ya conocían el negocio porque habían trabajado para una peletera en la calle Cervantes. Años después, nuestro padre lo trasladó a su actual ubicación, en la calle Juan de Herrera, y nosotros ya representamos la tercera generación.

P.- Comprar pieles parece poco oportuno en momentos de crisis. Es posible que eso retraiga incluso a los clientes que no la sufren.
R.- En esta época, desde luego, resulta difícil venderlas. Pero, la realidad es que nuestro sector está afectado por la recesión como los demás. No cabe duda que todo estaba sobredimensionado y que en España se está produciendo un ajuste.

P.- Las rebajas permanentes y ostentosas que se hacen en su sector ¿devalúan un producto que tradicionalmente ha gozado de gran prestigio?
R.- Depende. Lo que está claro es que existen malas prácticas en algunos negocios, en los que aseguran al cliente que rebajan los precios cuando en realidad no es así.

P.- Pero, ¿no existe demasiada competencia, con tantas peleterías concentradas en una misma calle de Santander?
R.- Es cierto que el exceso de oferta produce saturación, pero también es verdad que al estar todos los negocios concentrados en la misma calle, el cliente puede escoger entre las distintas tiendas. Y, sinceramente, creemos que eso a nosotros nos favorece, porque intentamos ofrecer la mejor calidad al mejor precio. Hay otro factor muy importante, que el centro comercial de Santander es limitado, por lo que la gente sabe perfectamente donde nos encontramos.

P.- ¿Los abrigos de visón son para siempre?
R.- Para siempre no hay nada. Pero, sí. La duración puede ser muy larga y, aunque la moda cambia, el abrigo de visón –con los arreglos correspondientes, claro– puede durar veinte años.
P.- ¿De dónde proceden tantas pieles como venden en su establecimiento?
R.- De sitios muy dispares. Los visones del Norte de Europa, Rusia, Finlandia… Y el astracán de Namibia, Rusia y Afganistán.

P.- Hay pieles que se ponen de moda y luego desaparecen, pero el visón parece sobreponerse a todas las modas. ¿Por qué mantiene tanta aceptación?
R.- Es una buena pregunta. Quizá porque es una prenda de una gran belleza, muy agradable al tacto y muy duradera.
P.- ¿Las pieles siguen marcando distancias sociales?
R.- La clientela es de un amplio espectro. Las cazadoras de cuero las compran gente más sencilla, mientras que los abrigos suelen ser solicitados por clientes de mediana edad y con un buen poder adquisitivo. Hay que tener en cuenta que cuestan entre 1.000 y 6.000 euros.

P.- A estas alturas del año, las pieles, lógicamente, no se venden. ¿A qué se dedican los peleteros en verano?
R.- Básicamente, arreglamos prendas; las actualizamos y las adaptamos a las nuevas tendencias en el taller que tenemos. Este es un oficio artesanal donde no sólo se trata de comprar y vender mercancía.
P.- ¿A qué se refieren exactamente?
R.- Pues a que es un trabajo que requiere mucha profesionalización y dedicación. Hay que tener mucho conocimiento de las técnicas y del material que se trata. Nosotros, por decirlo de alguna manera, somos los arquitectos, los que cortamos las pieles y luego las distribuimos, de tal manera que se puedan ajustar perfectamente al abrigo. Luego, la costurera realiza el trabajo final.

P.- Ustedes se han dedicado a este negocio desde muy jóvenes. ¿Eso es una ventaja?
R.- Con quince años íbamos a ferias de peletería por todo el mundo. Eso hizo que nos engancháramos a este trabajo, pero aprendimos mucho más que el oficio: eso nos abrió la mente. El conocer el trabajo tan jóvenes nos ha ayudado mucho en nuestra trayectoria profesional.

P.- ¿Qué opinan de quienes se oponen al uso de pieles en la confección y opinan que se matan animales con el único fin del disfrute de los consumidores pudientes?
R.- En el terreno de los sentimientos no podemos entrar. Sólo podemos decir que el negocio de la peletería está perfectamente regulado. Los animales vienen directamente de las granjas y no se compran animales salvajes de espacios protegidos. No causamos ningún daño medioambiental e incluso contribuimos al control de las especies y a fijar a la población en el medio, porque los ganaderos que los crían permanecen en sus países gracias a los ingresos que obtienen de la venta de estos animales. Esto es un negocio en el que todas las partes implicadas obtienen un beneficio económico y en el que el medio ambiente no se resiente.

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