PURA AGRO VIDA, la reinvención de una familia ganadera

La fórmula de apartamentos+granja ha suscitado el interés de las familias urbanas con niños

Frecuentemente, cometemos el error de atribuir a Charles Darwin la frase de que sólo los más fuertes sobreviven, pero lo que el naturalista británico dejó publicado en ‘El origen de las especies’ es que «los que sobreviven no son los más fuertes, ni los más rápidos, ni los más inteligentes, sino aquellos que se adaptan mejor al cambio».

En el desolador panorama agrario cántabro, que ha perdido el 78% del censo de ganaderos de leche, desde 2001, pasando de casi cuatro mil explotaciones a apenas 900, resulta estimulante la historia de la familia Crespo Lavín, que hace cinco años aprovechó el empuje turístico de Galizano para transformar la cuadra y el pajar de la abuela en un conjunto de apartamentos y una granja escuela para divulgar el mundo rural entre los niños y mayores de ciudad. Al frente de este negocio turístico, bautizado como Pura Agro Vida, está Carolina Crespo Lavín (Santander, 1991), que recibe el apoyo de su hermano, Alfonso, y la ayuda inestimable de sus padres, Ramón y Carolina, que llevan más de 50 años dedicados al duro trabajo de una granja de leche.

¿Qué había en el lugar donde ahora se encuentran los apartamentos turísticos, el aula y la granja escuela de animales de Pura Agro Vida?

Carolina Crespo. –Eran la cuadra y el pajar de mi abuela. Aquí decidimos hacer la minigranja y los apartamentos, mientras, de manera paralela, mis padres continuarán con la ganadería y los ordeños hasta el día en que se jubilen. Entonces se acabarán las vacas y mantendremos solo los apartamentos y la minigranja.

El complejo se inauguró hace cinco años y es un ejemplo de cómo puede reconvertirse una pequeña ganadería familiar.

¿Fue duro tomar la decisión de transformar una granja de vacas de leche con tanta historia familiar en un negocio turístico?

Carolina Crespo. –Duro no es la palabra. Ya llevábamos tiempo viendo que Ribamontán al Mar se estaba convirtiendo en un destino turístico de primer orden y nos agarramos a eso. No es lo mismo hacerlo aquí, que sabes que, por lo menos en verano, vas a trabajar, que en otro lugar de Cantabria. En realidad, no sabíamos muy bien cómo iba a funcionar, porque no hay nada parecido, pero sí es evidente que ha tenido aceptación y que está gustando.

¿Fue complicado conseguir la autorización para transformar una edificación ganadera en apartamentos turísticos?

Carolina Crespo. –El papeleo sí que fue complicado, y más por coincidir con la epidemia de COVID, que nos tuvo parados bastantes meses. Tuvimos que presentar un proyecto muy laborioso, en el que nos ayudó mucho un primo de mi madre. En la CROTU les pareció muy buena idea y lo aceptaron, pero no fue fácil.

¿De dónde salió el nombre de Pura Agro Vida?

Carolina Crespo. –Fue mi madre la que lo propuso, y a los demás nos pareció muy bien. A veces nos preguntan si tiene que ver con Costa Rica donde se dice mucho “pura vida”, pero la verdad es que no.

¿Ayuda, también, tener cerca el mar y la playa?

Carolina Crespo. –Sí, fue lo que nos decidió a dar el paso y ahora mismo (sonríe) estamos de moda. Pero lo que nos diferencia un poco del resto es que, al tener la granja, nos hemos desestacionalizado. Gracias a ella, los fines de semana de invierno trabajamos muy bien. Funcionamos con el calendario escolar. Cuando los niños tienen libre, nosotros trabajamos a tope. A partir del 14 de septiembre, nos quedamos tranquilos entre semana y a la carga se traslada a los fines de semana.

¿En qué se diferencia la estancia de un huésped en Pura Agro Vida de la que tendría en uno de los muchos hoteles o alojamientos turísticos de la zona?

Carolina Crespo. –Al tener una granja, todos los alojados salen por la mañana un par de horas conmigo y con mis padres, y les enseñamos el cuidado de los animales; les damos de comer, les ponemos la paja limpia, recogemos los huevos de las gallinas; tenemos un poni con el que los niños se dan un paseo… Todo eso supone un atractivo. Buscas una habitación, pero a la vez eres granjero por unos días. Esto nos permite trabajar también en invierno, y haber encontrado un nicho de clientela en las familias con niños. Es muy raro que venga una pareja o una persona sola.

¿Y qué añade el aula?

Carolina Crespo. –Nuestra actividad principal son los apartamentos y que los peques salgan dos horas a la granja, pero en invierno hago visitas a la granja sin alojamiento. Son actividades parecidas a las que hacemos con los alojados, pero reducidas a una hora y suele acudir gente de Cantabria. Dan de comer a los cobayas, conejos, gallinas, ponis, cerditos y, ahora, a un par de terneros. También trabajamos con colegios, para que los niños conozcan el mundo rural.

Los Crespo han conseguido aunar la actividad ganadera con el creciente interés de las familias urbanas por que sus hijos conozcan el medio rural.

Divulgáis el mundo rural; algo muy necesario en una sociedad donde a veces se escuchan cosas como que niños de las grandes ciudades no conocen más pollos que los que venden en los supermercados o no saben que la leche de los tetrabriks sale de un animal. ¿Es un exageración o habéis encontrado situaciones similares?

Carolina Crespo. –Hay familias que tienen el mundo rural más a su alcance, pero las familias de ciudades grandes vienen buscando una interacción con los animales, ya que los niños casi no los han visto en la realidad. Tuvimos una familia cuya hija pequeña no sabía de dónde venía la leche.

Ribamontán al Mar ha sido conocido por sus ganaderías de vacuno de leche. Como hija y nieta de ganaderos, ¿cómo ves el futuro de las pocas que van quedando en el municipio?

Carolina Crespo. –Hay muy pocas ganaderías que tengan un relevo generacional. Los que sí tienen una sucesión garantizada las están convirtiendo en explotaciones muy punteras, con robot de ordeño y mucha más maquinaria, para no atarse. La ganadería es una esclavitud liberal. Suena algo paradójico, pero a lo largo del día puedes hasta compatibilizarlo con otras tareas, pero en el ordeño siempre hay que estar, y eso te ata. Sabes que tienes que estar por la mañana y por la tarde. En mi casa, por ejemplo, hay que estar a las siete y media de la mañana y a las siete y media de la tarde.

La gente que sigue está intentando poner todos los medios posibles para que la vida de una ganadería de leche no sea tan esclava, y al final están quedando tres o cuatro con muchísimas vacas. Las granjas pequeñitas, como la de mi padre, van a acabar desapareciendo, porque no hay relevo y la gente busca su salida profesional por otros lados.

Este verano, Ribamontán al Mar ha sido noticia, desgraciadamente, por aglomeraciones, megabotellones en la playa, acampadas ilegales… ¿La masificación puede perjudicar a Pura Agro Vida?

Carolina Crespo. –Para el bienestar general sería bueno que no viniese mucha más gente, porque va a llegar un momento en que vamos a colapsar. Al final, todo son colas y aquí no estamos acostumbrados. Los más perjudicados son los que viven aquí todo el año o los que están trabajando. Para un negocio turístico, cuanta más gente venga y te conozca, mejor, pero se trata de buscar el equilibrio y el bienestar general.

Eduardo Illarregui Gárate

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