‘Santander sería el sitio ideal para acoger una Copa América’

LUIS SAENZ MARISCAL, JEFE JURÍDICO DE LA COPA AMÉRICA DE VELA

Cantabria es la cuna de algunos de los mejores regatistas de vela del planeta, pero hay otro cántabro que ha conseguido una Copa América y es un referente para todos los equipos que compiten, el abogado Luis Sáenz Mariscal. Tras una lesión que le impidió continuar con su carrera deportiva como regatista, se convirtió en un experto internacional en el reglamento de esta competición. Suya es la sorprendente innovación con la que el equipo de Nueva Zelanda ganó en 2017, al cambiar los tripulantes encargados del trimado de velas por ciclistas. Este abogado, que protagonizó la última edición del Círculo Empresarial de Cantabria Económica, ha asesorado a la mayoría de los equipos de la America´s Cup y ahora participa en la selección de las sedes que optan a albergar al campeonato.


Luis Saenz Mariscal nació en Madrid pero se considera de Santander, porque llegó a la ciudad de muy pequeño, cuando su padre fue nombrado director de los desaparecidos Astilleros del Atlántico. Es el ejemplo más rotundo de que es posible vivir de una afición, aunque su profesión sea la abogacía. De navegar por la bahía en un pequeño optimist pasó a ser uno de los mayores expertos mundiales en reglamento de la Copa del América, una competición que nació en 1851, mucho antes que los Juegos Olímpicos modernos o que el Mundial de fútbol, y en la que intervienen los despachos jurídicos más importantes del mundo, tanto en el periodo que precede a las competiciones –por la necesidad de adaptar y pactar las normas– como en las muchas incidencias y reclamaciones que hay que resolver en cada regata de este desafío cuatrianual. 

Luis Saenz se ha convertido en el referente jurídico de esta competición y su prestigio le ha llevado a formar parte ahora del equipo organizador, donde también valora las candidaturas de las ciudades que optan a albergar este evento deportivo de interés global. 

Los asistentes de la última edición del Círculo Empresarial de Cantabria Económica, en la entrada del Hotel Real, antes de la conferencia de Luis Sáenz Mariscal. FOTOS: RAMIRO SILVESTRE

Las características de la America’s Cup le han convertido en un nómada, obligado a trasladar su residencia a las distintas ciudades del planeta que la acogen. Ahora vive en Nápoles, que en 2027 acogerá la próxima Copa América, y poco antes de regresar a Italia participó en la última edición de Círculo Empresarial de Cantabria Económica, donde no rehusó a dar su opinión sobre las posibilidades tendría la capital cántabra de albergar esta competición: “Santander sería el sitio ideal para acogerla”, aseguró, valorando las condiciones naturales de la bahía y su abra exterior, “pero es difícil encontrar espacio suficiente para las bases y los equipos de los regatistas”.

‘Cada equipo gasta entre 30 y 40 millones de euros al año en competir’

Además de ser elegida por el equipo defensor (el ganador de la edición anterior), para optar como sede no solo es necesario disponer de unos campos de regatas que obliguen a las tripulaciones a enfrentarse a circunstancias muy variadas. También se necesitan unos 80.000 metros cuadrados en un borde marítimo con un calado de al menos cinco metros, para alojar las bases de los equipos y las embarcaciones.

Él, que conoce muy bien las condiciones de la bahía de Santander, porque su relación con la vela empezó de niño, y como deportista pasó por todas categorías, opina que el emplazamiento más viable estaría ubicado en la zona sur del aeropuerto Seve Ballesteros, junto a las instalaciones de Equipos Nucleares (ENSA). “Habría que realizar trabajos de dragado porque allí hay muy poco fondo, pero podría llegar a hacerse”, matizó Saenz Mariscal.

Una competición de mayor calado

Cualquiera que no sea un experto en vela podría pensar que Santander está preparada para albergar una Copa América, por el hecho de que hace once años acogió el Campeonato Mundial de Vela Olímpica, pero la magnitud de ambos acontecimientos es muy distinta. El Mundial necesita una buena bahía, instalaciones náuticas, espacios para alojar a los deportistas y a sus equipos y cierta logística para organizar las regatas, pero no requiere transformar todo el entorno ni construir grandes estructuras.

El cántabro posa en 2017 junto con la Copa América.

En la Copa América compiten veleros más grandes, pero también mucho más rápidos y tecnológicos. Son la auténtica Fórmula 1 del mar, por lo que cada equipo necesita construir su propia base en tierra. Además, es imprescindible habilitar espacios auxiliares extra para patrocinadores, público, retransmisiones televisivas y medios de comunicación. “En cada equipo de Copa América hay una docena de regatistas, pero junto a ellos trabajan entre 110 y 140 personas más, contando ingenieros, meteorólogos y otros perfiles técnicos”, señaló. Un despliegue que requiere “entre 30 y 40 millones de euros por equipo y año”, lo que indica que cada team competidor debe emplear entre 120 y 150 millones de euros en los cuatro años del ciclo.

Él, que negocia con la ciudad donde se celebra cada evento, aseguró en su intervención que el impacto económico de la Copa América es inmediato allá donde se celebra, tanto en inversiones directas como en imagen, porque la Copa América es más que una regata. Se trata de un espectáculo global con un mayúsculo engranaje logístico, técnico y mediático que moviliza a miles de personas (entre ellos, magnates de todo el mundo) y genera un importante flujo de inversiones. 

Solo la instalación de las bases de los equipos —estructuras temporales de alta tecnología que funcionan como astilleros, laboratorios y centros de mando— daría impulso a sectores como la construcción, la ingeniería y la náutica local, al margen de la economía generada en proveedores de servicios, empresas de transporte, hoteles, restaurantes y comercios. 

En la America’s Cup celebrada en Valencia en 2007, se llegó a hablar de un retorno económico superior a los 2.600 millones de euros. “Allí se crearon 75.000 puestos de trabajo”, recordó. “El impacto es extraordinario”.

El evento también supone un revulsivo para las infraestructuras portuarias y los accesos al mar, ya que se construyen pabellones, paseos y zonas expositivas que quedan como legado para el uso ciudadano.

De las aguas a los despachos

Pocas personas del mundo de la vela pueden presumir de haber influido tanto dentro y fuera del agua como Luis Saenz Mariscal. Su papel como jurídico ha sido tan decisivo en la Copa América como sus aportaciones tácticas y técnicas a bordo de los equipos más importantes que han participado en la Copa America en las últimas décadas. 

Aunque ahora desempeña su labor en despachos, su historia de amor con la vela comenzó en la infancia, cuando navegaba en el Real Club Marítimo de Santander. En aquella época, su padre, que era ingeniero naval, recibió una cinta de vídeo de la regata que hizo Dennis Conner en Australia. Tras visionarla, decidió que su destino estaría unido a los barcos de vela. 

Pablo Galán, Fernando Mirapeix, Luis Sáenz Mariscal, Alberto Ibáñez, Jesús Barros, Carmen Sampedro, Sergio Merlicco y Pablo Barrio.

Después de pasar por todas las categorías de la vela, Pedro Campos le reclamó para formar parte del primer equipo español en participar en la Copa América, en 1992. Eso le llevó a participar en regatas del más alto nivel, pero una lesión en la rodilla acabó con su sueño de volar a bordo de estos gigantes. 

Lo que parecía una frustración, quedar apartado de la vela de competición y de la Copa América, acabó convirtiéndose en la mayor oportunidad de crecimiento profesional de su vida. Dado que había estudiado derecho, decidió orientar su actividad a ese campo deportivo que conocía tan bien y que siempre da lugar a reclamaciones. El equipo español le recuperó para auxiliarle jurídicamente y en ese momento comenzó su especialización sobre la normativa de la Copa América, que más tarde le llevó a ser fichado por varios de los equipos competidores.

Su reputación creció hasta el punto que Dennis Conner, su antiguo ídolo, recurrió a él para su reclamación contra el equipo italiano de Prada, un procedimiento formal que se inicia cuando un equipo considera que otro ha infringido una regla de la competición.

Desde entonces ha estado presente, como jurista, en todas las ediciones de Copa América y sus dictámenes se han convertido en un referente para todos los participantes, representando a equipos de talla mundial como el Luna Rossa o el Team New Zealand.

Una de sus etapas de más mediáticas se produjo durante su estancia en el equipo italiano Luna Rossa (2005–2016), donde su contribución llegó a transformar las técnicas y estrategias de esta competición.

Su idea para convertir los tripulantes en ciclistas dio la victoria al equipo de Nueva Zelanda en 2017

En 2017 atrajo los focos de los medios de comunicación internacionales, al introducir una figura insólita, los ciclistas, en lugar de la de los tradicionales grinders (los tripulantes encargados de generar potencia manual para accionar los sistemas hidráulicos del barco). Esta innovación, que a simple vista podía parecer un simple cambio de rol a bordo, transformó para siempre la manera en que se concebía el rendimiento humano dentro de una embarcación de alta competición.

Hasta entonces, los grinders utilizaban exclusivamente la fuerza de sus brazos para mover los winches, unos dispositivos que se utilizan para facilitar el trimado de las velas para que alcancen la máxima tensión. 

El abogado cántabro, que en ese momento formaba parte del equipo técnico del New Zealand, detectó una ambigüedad en el reglamento de la que podía sacar partido. La norma estipulaba que la potencia debía generarse de manera manual, pero no especificaba que debiera obtenerse con los brazos. A partir de ahí, abrió la puerta a una interpretación innovadora: si la energía debía ser generada por humanos, ¿por qué no utilizar las piernas, que pueden ofrecer el doble de potencia?

La propuesta, inicialmente controvertida, fue sometida a debate dentro del comité de competición y aceptada tras una intensa argumentación por parte de Saenz Mariscal. 

El Emirates Team New Zealand había desarrollado en secreto un mecanismo con bicicletas estáticas en la estructura del barco y estos tripulantes-ciclistas –con unas abultadas piernas que sorprendieron a todos antes de saberse la innovación que aportaba el barco– lograron duplicar la potencia de los grinders tradicionales. Ese movimiento estratégico les proporcionó una decisiva ventaja a la hora de realizar maniobras y llevó a la victoria al equipo en la Copa de ese año. Un éxito que invitó a la reflexión sobre los límites o, más bien, las posibilidades del reglamento. 

Velocidad punta

Además de ser la competición náutica más antigua del mundo, la Copa América, ha demostrado ser un laboratorio flotante al servicio de la tecnología. 

A lo largo de más de siglo y medio, los barcos han experimentado una transformación radical, pasando de ser elegantes veleros de madera impulsados por el viento a embarcaciones sofisticadas y prácticamente voladoras que combinan materiales de última generación, aerodinámica, ingeniería avanzada e informática.

‘En pocos años hemos pasado de navegar como máximo a la velocidad del viento a cuadruplicarla

El ‘America’, el primer barco ganador, en 1851, era una goleta de dos mástiles construida en madera, de líneas simples y velas tradicionales. Con el tiempo se fueron introduciendo mejoras en los materiales de las velas, cambios en el diseño de los cascos y el aluminio comenzó a sustituir a la madera en algunas estructuras, aunque el formato general de los barcos permaneció relativamente estable hasta la segunda mitad del siglo XX.

El responsable jurídico de la Copa América en uno de los salones de La Magdalena.

La verdadera revolución tecnológica se produjo en la década de los 90, cuando se permitió un mayor grado de libertad en el diseño de las embarcaciones. Surgieron los IACC (International America’s Cup Class), con cascos más largos, quillas móviles y velas compuestas por materiales como el kevlar –una fibra sintética robusta y resistente al calor– o la fibra de carbono. “A finales de los 80, se empezaron a utilizar todos los materiales de la era espacial”, explicó Luis Sáenz en la charla ante los empresarios del Círculo.

En 2013, la Copa América entró en otra era, la del foiling, con embarcaciones que literalmente vuelan sobre el agua gracias a hidroalas (foils), que reducen al mínimo el contacto con la superficie del mar. Gracias a ese avance, alcanzan velocidades impensables para un barco de vela convencional, superando los 40 nudos (más de 70 km/h), aunque requieren grandes habilidades náuticas y una coordinación perfecta entre el equipo humano y los sistemas de control automatizados. En pocas décadas, “hemos pasado de navegar, como máximo, a la velocidad del viento (todo lo que se podía esperar históricamente) a hacerlo cuatro veces más rápido. Es un hito que en la historia de la navegación jamás se había imaginado”, expuso el abogado cántabro.

En las últimas ediciones, los equipos compitieron con los AC75, monocascos con hidroalas que combinan la velocidad de los multicascos con la agilidad de los monocascos tradicionales y llegan a superar los 100 km/h.

Talento cántabro

Sáenz recordó que en Cantabria han surgido grandes referentes del mundo de la vela. José Francisco (Chiqui) García de Soto, participó en los Juegos Olímpicos de 1976 y 1988 y, en la década de los 80, Alejandro Abascal alcanzó el mayor logro que un regatista puede obtener, la medalla de oro olímpica. Lo consiguió en Moscú 1980, en la clase Flying Dutchman. Toño Gorostegui participó en cuatro juegos olímpicos, ganando una medalla de plata, además de tres campeonatos del mundo y uno de Europa.

Por su parte, Berta Betanzos, cuya figura ha sido clave a la hora de incentivar la presencia femenina en la vela de alta competición española, fue campeona del mundo en las clases 470 y 49erFX y participó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río 2016, donde obtuvo un diploma olímpico tras quedar en cuarta posición. 

El director de Cantabria Económica, Alberto Ibáñez.

Si hay un nombre que lidera la generación de regatistas cántabros es Diego Botín. El santanderino se ha convertido en el máximo exponente del deporte cántabro tras conseguir la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París 2024 en la clase 49er junto a su compañero Florian Trittel, tras una espectacular trayectoria que incluye un campeonato de Europa y un subcampeonato del mundo. “El talento que hay en Santander es extraordinario. Tenemos el mayor número de medallistas olímpicos de vela. Son los mejores”, se felicitó Luis Sáenz.

El prestigio de los deportistas cántabros es tan relevante, recordó, que los organizadores del Mundial de Vela quisieron celebrar la edición de 2014 en Santander “para reconocer su talento”.

En su opinión, parte del éxito radica en la experiencia que los regatistas santanderinos adquieren en las aguas de la bahía. “Las condiciones meteorológicas y el viento cambian constantemente. Eso provoca que tengan que adaptarse a nuevos escenarios todo el tiempo”, unas circustancias que no se dan en otros lugares, lo que hace que sus regatistas tengan menos recursos para enfrentarse a los cambios de vientos y corrientes.

‘El talento que hay en Cantabria es extraordinario’

En los últimos meses, Saenz Mariscal ha participado en el proceso de selección de las sedes que han presentado su candidatura para la próxima edición de la Copa América, que por primera vez tendrá lugar en Italia, concretamente en Nápoles. Una vez firmado el contrato de sede con el Gobierno italiano, el abogado cántabro se centrará en desarrollar la legislación que acompañará al evento deportivo. “Ahora comenzarán las obras marítimas en Bagnoli para el montaje de una base técnica. Mi día a día será también estar con todos los participantes, procedentes de Nueva Zelanda, Estados Unidos, Suiza, Inglaterra y otros muchos sitios”. La organización de los preparativos será una tarea exigente, pero que le ayudará a consolidar más aún, si cabe, su figura en este deporte.

Recientemente ha publicado ‘Reglas de regata 2025-2028’, una guía práctica para que regatistas de todos los niveles se familiaricen con las normativas del World Sailing –organismo rector mundial de la vela– para el próximo ciclo olímpico. Su objetivo con este manual de referencia es traducir la complejidad del reglamento en conocimiento útil a través de ejemplos reales, casos jurisprudenciales del deporte y un análisis crítico de las normativas. 

David Pérez

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