‘ENSA es la joya desconocida que tenemos en Cantabria

FRANCISCO MAÑANES, PRESIDENTE DE EQUIPOS NUCLEARES

La empresa pública Equipos Nucleares (ENSA) nació en 1973 para producir los componentes críticos de las centrales nucleares españolas en construcción o que estaban previstas pero a poco de abrir sus puertas se encontró con el parón nuclear y tuvo que reinventarse, desarrollando estructuras para el almacenamiento temporal del combustible usado y optando a la reposición de componentes en las centrales en servicio de todo el mundo. Ahora suministra a la mayoría de países nuclearizados y es una de las empresas vinculadas al proyecto de futuras minicentrales nucleares que encabeza Bill Gates. Su presidente, Francisco Mañanes, da por seguro, incluso, que producirá equipos de fusión nuclear si acaba convirtiéndose en la energía del futuro.


Cantabria jamás ha contado con una sola central nuclear, pero ocupa un lugar destacado en la historia de este tipo de energía gracias a ENSA, una compañía especializada en fabricar los componentes críticos, desde la vasija que aloja el reactor al generador de vapor.

Se trata de una enorme y sofisticada calderería construida por el INI en Maliaño hace medio siglo, cuando el franquismo decidió que España debía participar en la oleada de centrales que se empezaban a construir en el país siendo algo más que un mero cliente.

El cerrojazo del mercado nacional que se produjo poco después le obligó a ENSA a desarrollar un potente brazo exportador para poder sobrevivir, y hoy abastece a 20 de los 33 países que en el mundo cuentan con centrales nucleares.

Los asistentes de la última edición del Círculo Empresarial de Cantabria Económica, en la entrada del Hotel Real, instantes previos a la charla de Francisco Mañanes.

En la última edición del Círculo Empresarial de Cantabria Económica, el presidente de ENSA, Francisco Mañanes, reconoció que, a pesar de tratarse de una empresa madura y puntera y de contar con 800 trabajadores, “es la joya desconocida que tenemos en Cantabria”, dijo.

Aunque su actividad pase casi desapercibida para los cántabros, tiene un notable prestigio entre los tecnólogos internacionales que proyectan las nuevas centrales o renuevan las existentes. Se trata de un sector de altísima exigencia que valora mucho su saber hacer y su flexibilidad, producto de una trayectoria en la que se ha visto obligada a adaptarse continuamente a los mercados. 

Proyectos innovadores

De la mano de las ingenierías internacionales que dirigen los pasos de este sector, ENSA se ha adentrado también en los proyectos que van a marcar el futuro de la industria nuclear, como las llamadas minicentrales, un nuevo modelo más compacto. ENSA suministra componentes para la planta piloto que se está construyendo en una pequeña población de Wyoming (EE UU), impulsada por un grupo inversor que encabeza Bill Gates. Si el resultado es el esperado, es probable que todo el sector opte por este formato, más sencillo de desarrollar, mucho más rápido de construir y más barato.

ENSA participa en el proyecto de minicentrales nucleares que encabeza Bill Gates

Los reactores modulares pequeños (SMR) siguen siendo de fisión, pero tienen una potencia inferior a los 300 Mw (un tercio de la que tienen los tradicionales), necesitan mucho menos espacio y sus componentes pueden ensamblarse en fábrica para trasladarse como una sola unidad al lugar de instalación, con un considerable ahorro de tiempo de construcción. También permiten dilatar sensiblemente el periodo de recarga, que obliga a parar la central, y resultan mucho más baratos. Se calcula que el coste final del megavatio producido será un tercio del que tienen las actuales centrales. 

Generadores de vapor fabricados por ENSA para centrales francesas.

La empresa cántabra está tan abierta a participar en proyectos innovadores en el ámbito de la tecnología nuclear que no descarta en absoluto participar en el negocio de la fusión nuclear si algún día demuestra ser viable. La fusión imita las reacciones que se producen en el Sol para generar electricidad y se postula como una fuente extremadamente limpia e inagotable: “Los proyectos de fusión son esperanzadores. No sé cuánto tiempo tardaremos en obtener esa energía, pero si sale adelante, nos dedicaremos a producir esos equipos”, manifestó convencido Mañanes.

ENSA ya participa en el estudio de la fusión nuclear que está haciendo el CERN, uno de los laboratorios más importantes del mundo, al tiempo que sigue haciendo lo que mejor sabe, fabricar los generadores de vapor, reactores, tapas de vasija, presurizadores, cabezales e intercambiadores de calor de las centrales nucleares convencionales. Son grandes piezas metálicas de alta resistencia que componen el circuito primario. También produce contenedores y bastidores para transportar o almacenar el combustible usado. Los componentes que fabrica se instalan en las centrales de países tan distintos como Alemania, Suecia, Finlandia, Francia, Estados Unidos, Sudáfrica, Argentina, Eslovenia, India, Suiza, Corea del Sur o China.

Todos ellos se mecanizan bajo elevados estándares de calidad. Tanto que entre los 800 trabajadores de la empresa cántabra suele haber entre 30 y 40 inspectores, unos técnicos enviados por los clientes con potestad para detener la producción de la pieza encargada si detectan la más mínima desviación sobre los códigos de fabricación. “No nos queda más remedio que hacer muy bien nuestro trabajo. Si no, no puedes estar en este sector”, enfatizó Mañanes.

“Gran parte de nuestros sistemas de soldadura son desarrollos que realizamos en nuestro centro tecnológico avanzado. Al año invertimos alrededor de dos millones de euros en I+D+i”, añadió.

‘La demanda eléctrica se disparará y hará falta más energía nuclear’

El presidente de ENSA dejó entrever que la energía nuclear, en ocasiones demonizada, seguirá siendo una opción relevante a la hora de garantizar la continuidad de los suministros eléctricos. Las renovables, como la eólica y la fotovoltaica, han ido ganando terreno pero su factor de carga (el tiempo realmente operativo) es inferior al 30%, por la naturaleza intermitente de sus fuentes de energía, mientras que la nuclear supera el 80% y es imprescindible para cubrir esos espacios en los que las renovables no aportan energía a la red.

Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, la demanda eléctrica será 2,5 veces superior a la actual dentro de 25 años y, para poder atenderla, muchos países han decidido ponerse manos a la obra con la construcción de nuevas centrales nucleares y la reapertura de algunas ya cerradas, un filón que ENSA no está dispuesta a desaprovechar.

Ampliación de la fábrica

La empresa aprobó el año pasado un plan estratégico hasta 2034 que contempla 130 millones de euros en inversiones destinadas a ampliar sus ya amplias instalaciones –ahora tienen una superficie de 15 hectáreas– y renovar parte de sus líneas de producción con equipos de última generación: “Necesitamos instalaciones más amplias para absorber el trabajo que creemos que vamos a conseguir en los próximos años. Con el tamaño de las actuales será difícil que podamos atender los ritmos de entrega que nos piden”.

Rubén Calderón, Andrea Cebrecos, Lucas Villanueva, Francisco Mañanes, Alberto Ibáñez, José Antonio Benedicto, Carlos Iturregui, Juan Carlos Ramos y Marina Cañete.

En el Círculo Empresarial,  pronosticó que la generalización del coche eléctrico va a requerir más energía nuclear, que también resultará decisiva para el auge de la inteligencia artificial, especialmente la generativa. Los centros de datos que alimentan estos sistemas y los empleados para entrenar y operar modelos de inteligencia artificial requieren una gran capacidad de procesamiento y, por tanto, un suministro eléctrico estable e intensivo. “La IA generativa consume diez veces más que la tradicional”, señaló. Otro factor más disparará la demanda de esta energía, “las criptomonedas, que necesitan ingentes cantidades de electricidad”.

 ‘Renacimiento nuclear’

Mañanes opina que los compromisos de Europa y otros países de reducir sus emisiones de gases con efecto invernadero también pueden hacer girar la vista hacia la energía nuclear, una de las pocas alternativas capaces de generar electricidad a gran escala sin emitir dióxido de carbono. “Hay que sustituir los combustibles fósiles por energías limpias y todos tenemos la urgencia de acometer estos compromisos”, sentenció.

A consecuencia de estos factores, quien desde hace un año es el máximo responsable de la compañía, presagia que el mundo está ante las puertas de un nuevo “renacimiento nuclear” con un recorrido más prolongado en el tiempo, ya que se añade la necesidad de muchos países, sobre todo europeos, de dejar de depender de las importaciones de combustibles de regiones políticamente inestables o con los cuales tiene tensiones geopolíticas. 

La invasión rusa de Ucrania ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de la Unión Europea a la interrupción de los suministros energéticos, especialmente los de gas natural, un contexto que empuja a los gobiernos a acelerar las inversiones en energía nuclear, incluso a aquellos, como el de Polonia, que nunca instaló un solo reactor.

En estos momentos, Francia es la segunda mayor potencia nuclear del mundo, solo por detrás de Estados Unidos, pero Mañanes anticipó que China pronto dará el sorpasso. A los 416 reactores en activo que hay repartidos por todo el globo terráqueo actualmente se van a sumar en los próximos años los 67 que están en construcción–, de los cuales una treintena son chinos, un país que actualmente tiene 55, uno menos que Francia.

Mañanes también advirtió que la posición de liderazgo de EE UU también corre peligro, “porque ha sumado tres reactores pero en 40 años no había conectado ninguno a la red”.

Muy lejos de esa liga, se encuentra España. A día de hoy, dispone de siete reactores operativos, con una potencia total de 7.000 megavatios, pero la posibilidad de levantar alguno más está más cerca de la fantasía que de la realidad. Desde la puesta en marcha de las primeras centrales en los años 70, la opinión pública española siempre se ha mostrado poco receptiva a este modelo energético por el debate que ha suscitado su seguridad, costos y residuos radiactivos. 

Francisco Mañanes recordó algunos de los momentos más tensos del sector al poco tiempo de instaurarse la democracia en España. La  central vasca de Lemóniz, que nunca llegó a entrar en funcionamiento, sufrió en 1978 varios atentados provocados por ETA que se saldaron con cinco muertos. Un año antes, se había celebrado en Bilbao una manifestación que congregó a 150.000 personas contrarias a las centrales nucleares, la mayor que ha vivido la ciudad en su historia.

También fueron momentos de incertidumbre para ENSA. La planta de Maliaño sufrió en 1979 un atentado contra uno de sus equipos, un generador de vapor que iba a remplazar uno de los que habían sido dañados en Lemóniz. 

Pocos años después, el Estado alcanzó un acuerdo con las empresas eléctricas propietarias de las centrales para paralizar las que estaban en construcción y descartar las que se encontraban en un estadio más embrionario. “El coste supuso 546.000 millones de pesetas para todos los españoles, más de 3.200 millones de euros”, remarcó Mañanes. Una compensación que pagamos todos los consumidores desde entonces en los recibos de la luz.

Parte de las centrales españolas han llegado al final de su vida útil y otras están en sus últimos años, si no consiguen prórrogas. En las más antiguas ya se inició el desmantelamiento, como la de José Cabrera, en Guadalajara, la primera construida en España, que cesó su explotación en 2006, o la de Santa María de Garoña, en Burgos, que cerró siete años más tarde.

El plan nuclear nacional, impulsado en la década de los 60, pretendía levantar 15 centrales, una de ellas en San Vicente de la Barquera –que ni tan siquiera llegó a la fase de autorización previa–, y alcanzar los 15.000 megavatios netos instalados. Sin embargo, no se llegó ni a la mitad.

ENSA tuvo que mirar al exterior y así consiguió una importante penetración en Norteamérica. A lo largo de su trayectoria, ha entregado casi 40 generadores en Estados Unidos. También participó muy activamente en el programa nuclear indio y francés, aunque este último tiene tecnología propia: “ENSA es el único fabricante multisistema del mundo. Podemos fabricar para todos los tecnólogos”, explicó, “pero no somos tecnólogos ni España tiene tecnología para construir un reactor nuclear, a diferencia de China o Rusia, Francia o Canadá”.

Minireactores

El sector nuclear está asistiendo a un cambio tecnológico por la irrupción de los reactores SMR, de pequeño tamaño, más compactos y fáciles e instalar que los convencionales. Este sistema modular, una especie de “batería transportable”, también puede utilizarse en la propulsión de buques que viajan por rutas donde no es sencillo reabastecer combustible convencional. “Los rusos ya tienen varios rompehielos propulsados por energía nuclear”, recordó Mañanes.

Mañanes ha ejercido como profesor de Secundaria y ha sido consejero de Educación, Cultura y Deporte entre 2017 y 2019.

Esta alternativa, que ha despertado el interés de grandes tecnológicas como Amazon, Microsoft o Google para alimentar sus centros de datos, también puede convertirse en una fuente de energía más para aquellas industrias que requieren volúmenes ingentes de energía de manera constante. 

Hasta ahora, el parque nuclear estaba refrigerado fundamentalmente por agua y requería grandes consumos, pero también están surgiendo microreactores refrigerados por sodio, que necesitan menos mantenimiento y supervisión. 

Francisco Mañanes desveló que ENSA trabaja con una compañía finlandesa que desarrolla un reactor refrigerado por plomo líquido que va a proporcionar energía térmica a varias localidades de Suecia y Finlandia. 

Gestión de combustible

El sector nuclear trabaja para encontrar nuevas formas de gestionar los residuos de las centrales, habida cuenta de su peligrosidad y la dilatada vida radiactiva de muchos isótopos. 

Las centrales disponen en su recinto de piscinas donde van depositando los combustibles agotados –pero radiactivos– ya que el agua es uno de los mejores aislantes. Cuando las piscinas agotan su capacidad, los residuos se encapsulan en contenedores metálicos o de hormigón y se almacenan en seco en lugares geológicamente estables a la espera del almacén definitivo que España sigue sin construir.

En 2013, ENSA se adentró en una nueva línea de negocio, los equipos para el almacenamiento temporal de estos residuos, y desde entonces diseña, fabrica y licencia bastidores que aumentan la capacidad de alojamiento de las piscinas y contenedores para el almacenamiento en seco de este combustible usado.

Además de haberse hecho con todo el mercado nacional en este campo, se ha convertido en proveedor de varias centrales chinas, japonesas y estadounidenses. No obstante, Mañanes reconoció que, si todas las centrales españoles llegan a echar el cierre, a ENSA no le quedará más remedio que prescindir de esta actividad, ya que los clientes nacionales suponen el grueso de los ingresos.

Retener el  talento

Para ENSA, tan importante como dotarse de maquinaria de última generación es reclutar y retener talento. La compañía recibe medio centenar de estudiantes en prácticas al año, fruto de los convenios con la Consejería de Educación, la Universidad de Cantabria y la Universidad Europea del Atlántico, de los que casi la mitad acaba incorporándose a su plantilla. Ademas, cuenta con un programa formativo propio llamado ENSAcademy.

Su plan estratégico requiere la contratación de entre 50 y 60 titulados universitarios y graduados en FP, un objetivo que le no resulta fácil de cumplir debido al grado de especialización de los profesionales que requiere. “Algunos de nuestros soldadores e inspectores de calidad tienen cualificaciones que exigen periodos de formación muy largos, en ocasiones de hasta cuatro años”, explicó. Por eso, advirtió que quizá se vea obligado a recurrir a profesionales extranjeros: “Tenemos que abrirnos a personas que vivan en el sur de Francia y que estén dispuestos a vivir aquí”.

David Pérez

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