Nada es como parece
GIGANTES DE SALDO.– ¿Alguien recuerda a Lycos? Pues aquella superempresa norteamericana de internet que Telefónica adquirió en el 2000 por nada menos que 10.000 millones de euros y que al cabo de unos años tuvo que vender a precio de saldo a una empresa coreana vuelve a tener nuevo dueño. Esta vez es una compañía india, que ha pagado 28 millones de euros, exactamente un 0,28% de lo que en su día pagó Telefónica. Eso sí que es una burbuja pinchada.
PRIVATIZACIÓN DE TERRA MITICA.– El faraónico proyecto de ocio de Eduardo Zaplana no levanta cabeza. Ya no llega al millón de visitantes anuales y la Generalitat valenciana lo ha arrendado a una compañía privada que ha empezado por despedir a los 400 trabajadores, incluyendo los directivos. Además, la gestora podrá quedarse con la propiedad del parque, en el que el Gobierno valenciano y las cajas han invertido cantidades ingentes, sin abono alguno, simplemente haciéndose cargo de la deuda acumulada hasta ahora.
LA GUERRA DE LAS GALLETAS NO CESA.– La batalla entre el ex director general de Galletas Gullón y el consejo de administración, surgida tras hacerse fuertes los hijos y hermanos de María Teresa Rodríguez para relevarla de la presidencia ya es un culebrón. Después de que un juez fallase una indemnización de 8,23 millones de euros por su despido, el anterior director manifestó que sólo aceptaría la readmisión. Cuando finalmente la empresa le ha ofrecido reintegrarle a su puesto, ha cambiado de opinión y ha pedido el dinero. Era evidente que no resultaba fácil trabajar para un consejo de administración que mantiene cinco acciones legales contra él. Pero lo más rocambolesco hasta el momento es la junta general que la presidenta de la compañía, su ex director y su hija Lourdes celebraron en un coche, al negárse el acceso al recinto de la empresa de Aguilar de Campoo por parte del resto de los hijos, que ahora controlan el consejo, aunque dentro del automóvil estuviese el 80% del capital. Queda por saber si la junta puede considerarse válida. Al menos, estaba anunciada en el parabrisas.
UNA SENTENCIA CARISIMA.– Hacienda se encuentra ante un grave problema, tras haberse anulado todas las liquidaciones de IVA realizadas entre 2006 y 2008 por un bizantino rigor judicial a la hora de determinar si el cómputo del impuesto es trimestral o anual. En teoría, el fisco podría recuperar el dinero (unos 3.000 millones de euros) rehaciendo las liquidaciones, pero hay sentencias del Tribunal Económico Administrativo Central que prohíben hacer reliquidaciones, con lo que se produce un nudo gordiano. Para colmo, si Hacienda se encuentra con fuerzas para hacer por sí misma las liquidaciones trimestrales o mensuales de todas las empresas que recurrieron, se encontrará con que éstas no están obligadas a facilitar la información así segmentada. Si el Gobierno no consigue superar tantos obstáculos, los efectos económicos serán tan importantes como para neutralizar el aumento de recaudación que esperaba obtener este año por la subida del IVA.
COMPRA DE ADICCIONES.– Las tabaqueras no están dispuestas a renunciar a su futura clientela y han optado por sacar al mercado cajetillas a un precio muy bajo. Lo curioso es que, quien se tome la molestia de analizar los costes verá que una vez retirados los impuestos y el margen del estanquero, el precio al que realmente está vendiendo la marca estas cajetillas no llega a los veinte céntimos. La cantidad es tan baja que permite sospechar que, en realidad, no están buscando negocio sino adicciones, conseguir que jóvenes que ahora tienen muy poco poder adquisitivo se sigan enganchando al tabaco para que, en el futuro, salten a las marcas rentables. Una estrategia de dudosa moralidad y que el Gobierno debiera cortar de raíz si quiere ser coherente con su política antitabaco.
YA NO TE QUIERO.– Una compañía como Ryanair te puede llevar al paraíso, aunque no venda billetes para este destino, y te puede dejar caer inmediatamente después a los infiernos. Es lo que empiezan a temerse los vecinos de Reus y Gerona, al comprobar el ritmo vertiginoso al que se reducen los vuelos, ahora que la compañía irlandesa ya ha conseguido operar en El Prat (Barcelona). La lógica comercial es intachable: a los pasajeros les interesa ir al aeropuerto más cercano a su destino y no a los que están a cien kilómetros de distancia. Eso invita a tentarse la ropa, porque la volubilidad de la compañía irlandesa también puede dar serios disgustos a Santander, si algún día empieza a operar en Bilbao o en Oviedo.