Nada es como parece

EL FUTBOL VENDE MENOS.

El fútbol, primer argumento de venta de las cadenas digitales, ha perdido interés para los espectadores que, o bien empiezan a dar síntomas de saturación o bien no están dispuestos a pagar las cantidades que ahora se exigen en el pago por visión. Las contrataciones de partidos cayeron el pasado año un 12,8% y ahora las peticiones que reciben las cadenas sólo suponen un partido por cada dos películas demandadas. No es de extrañar que Ono haya decidido rebajar sus tarifas a la mitad. Lo que resulta imprevisible es saber que harán Canal Satélite y Vía Digital cuando se produzca su fusión –¿quién lo duda?– y su posición sea de cuasi-monopolio. En cualquier caso, el éxito del fútbol de pago es cuestionable. Con los cinco millones de partidos que los espectadores contrataron el pasado año no hubiese dado para contratar a un solo jugador, Zidane.

CORRUPCION COMERCIAL.

Cada año, la organización Transparency International entrevista a funcionarios públicos de países en vías de desarrollo para que cada uno de ellos haga una relación de los países donde las empresas exportadoras son más proclives a hacer sobornos con tal de conseguir sus objetivos. Y en esa relación aparecen Rusia, China y Taiwan como los más dispuestos a engrasar sus ventas y las empresas suecas y australianas como las que menos. Las empresas españolas ocupan un lugar intermedio, algo más honorable que el de las estadounidenses. Pero lo peor de la encuesta no es el ranking sino la demostración de que no mejora sustancialmente la transparencia en los mercados y, lo que es peor, que los propios gobiernos no están dispuestos a apoyarla renunciando a prácticas como la presiones políticas o las ayudas condicionadas que, en la práctica, vulneran el libre comercio tanto como la corrupción.

LA LEY DEL MAS FUERTE.

En los últimos tiempos vuelve a producirse un movimiento generalizado de las grandes compañías para retrasar los pagos. Lo que comenzó siendo una estrategia de las constructoras más importantes y de las cadenas de distribución, se está generalizando progresivamente, sin ningún tipo de control y siempre en perjuicio del más débil. Y entre los clásicos, la demora es cada vez mayor. Por ejemplo, Carrefour consigue que la gran mayoría de los clientes de sus hipermercados paguen al instante, pero a sus proveedores les liquida con un retraso medio de 107 días.

GOLES EN LIBRE COMPETENCIA.

¿El fútbol se rige por las mismas normas de la libre competencia que las empresas? Todo es opinable, pero CiU cree que sí, al menos cuando el teórico perjudicado es el Barça. El partido catalán ha presentado una denuncia ante la Comisión Europea contra la recalificación urbanística de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, al entender que esta ayuda indirecta por parte del Ayuntamiento de Madrid le supondrá al equipo una inyección económica de decenas de miles de millones de pesetas que enjugarán todas las deudas del club. El resultado obvio es que dispondrá de más recursos para fichajes y salarios, algo que según los nacionalistas catalanes perjudicará a los clubs de fútbol españoles y extranjeros con los que compita. A buen seguro que quienes inspiraron la legislación europea sobre libre competencia nunca pensaron que su ámbito podía llegar tan lejos, pero el caso es que la Comisión tendrá que decidir.

MANEJAR EL LENGUAJE.

Los resultados económicos del segundo trimestre del año indican que España crece a un ritmo del 2%, superior a la media de la Unión, que lo hace al 1%. La información en sí misma es positiva, pero puede serlo mucho más según se presente. El Gobierno y los medios proclives han insistido en todo momento que “España crece el doble que la media europea”, que obviamente es mucho más impactante que añadir decir que España crece un punto más. Según este sibilino uso del lenguaje, si la Unión creciese al 0,1% y nosotros al 1%, estaríamos creciendo diez veces más que nuestros aliados, con aparentes motivos para la euforia, aunque en realidad, unos y otros estaríamos en una clara recesión.

LA GUERRA DE LAS CONSOLAS.

La pugna de las consolas no le ha resultado demasiado rentable a Microsoft, que hasta ahora no estaba acostumbrada a perder. Cuando en marzo sacó su plataforma, la XBox, la puso el precio de 479 euros. Sony, líder del sector, sacó su Play Station 2 casi 200 euros más barata y Gates tuvo que retroceder y ponerla al mismo precio que su rival, con el lógico malestar de los primeros compradores, a quienes tuvo que consolar con regalos en forma de juegos. Ahora, Sony ha bajado su plataforma un 17% y Microsoft se ha visto obligada a hacer una nueva rebaja, con lo que los expertos estiman que ya pierde alrededor de cien euros por cada consola que vende. Pero que nadie se alarme, porque el negocio no está en la plataforma, sino en disponer de un cliente fidelizado que luego deberá adquirir los juegos.

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