El turismo de salud, una oportunidad para Cantabria

Cuando se trata de descubrir oportunidades todavía inexploradas y buscar estrategias que ayuden a impulsar el crecimiento de la economía regional, el potencial de la industria sanitaria es uno de esos sectores a los que se alude de forma recurrente, pero nunca se dan los pasos necesarios para su puesta en acción. Y es un tren que no debería perderse, porque estamos ante un fenómeno emergente. Cada vez son más los pacientes extranjeros que viajan a España con el propósito de recibir asistencia sanitaria.
El denominado ‘turismo de salud’ es un mercado nuevo con un enorme potencial que el pasado año ya movió más de 500 millones de euros en España y crece a un ritmo del 20% anual, tanto en facturación como en clientes. La previsión es que llegue a facturar 1.000 millones de euros en nuestro país para 2020 y la OCDE calcula que este negocio genera en el mundo más de 75.000 millones de euros cada año.

Dos sectores complementarios

Si el turismo de salud tiene una gran proyección en España es porque reúne dos de los grandes recursos necesarios: su interés turístico como destino y el sistema sanitario. La sanidad española está considerada como una de las mejores del mundo, hasta el punto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sitúa en la séptima posición.
Una amplia red de hospitales, centros sanitarios con tecnología puntera y una alta cualificación del personal sanitario hacen de nuestro país en uno de los más atractivos para los pacientes foráneos y el elevado desarrollo de la industria turística es el mejor aliado para la captación de pacientes fuera de nuestras fronteras. El objetivo está en los enfermos privados que programan sus tratamientos a través de empresas dedicadas a la prestación de estos servicios de turismo médico y en los enviados por aseguradoras internacionales, que saben que pueden ofertar a sus abonados el mismo servicio y unas vacaciones por menos dinero de lo que pagarían solamente por la terapia en sus propios países.
En este concepto de turismo de salud puede incluirse el de spas y terapias alternativas, pero no a quienes están de vacaciones y requieren una asistencia de urgencia por enfermedad sobrevenida o por accidente, y cuya asistencia queda garantizada por la tarjeta sanitaria europea (en el caso de los ciudadanos de la UE), o por compañías aseguradoras privadas. Tampoco puede considerarse como tal el turismo sanitario de picaresca, en el que el paciente aprovecha una estancia en nuestro país para obtener un tratamiento gratuito del sistema sanitario español frente al copago o pago que exigen sus países de origen.
Aunque todavía no hay cifras exactas, se calcula que en torno a cien mil pacientes extranjeros visitan España cada año, que tiene dos mercados consolidados de turistas de salud: Rusia y los países árabes. Estos pacientes suelen buscar tratamiento para patologías de cierta complejidad (oftalmología, oncología, cirugía cardíaca, ginecología…) y tiene un alto nivel adquisitivo. Escogen España porque no encuentran soluciones para sus dolencias en sus países de origen.
Los turistas procedentes de la UE suelen interesarse por tratamientos más específicos, relacionados con la cirugía plástica, la odontología y la fertilidad, por la ventaja que ofrece la legislación española en este campo.
Los servicios sanitarios españoles también tratan a pacientes europeos, fundamentalmente nórdicos, que envían sus países para aliviar sus listas de espera, previo convenio con los centros y las instituciones pertinentes.
Otros servicios muy demandados por el turismo de salud, que no tiene que ver con especialidades estrictamente médicas o asistenciales, son los chequeos, los tratamientos termales y las terapias antienvejecimiento.

Una oportunidad para la sanidad privada

La nueva directiva europea sobre la sanidad transfronteriza no solo regula el sistema de reembolso de prestaciones entre los países de la UE o los mecanismos de coordinación sanitaria, también liberaliza el sector y abre una evidente oportunidad para la sanidad privada, si acierta a ofrecer un producto adecuado a la creciente demanda de este tipo de servicios médicos. Además, entender la salud como un recurso, puede contribuir al impulso del turismo y a su desestacionalización.
En España, el sector sanitario privado ha crecido en los últimos años, fruto de las ventajas que ofrece a sus usuarios, como la reducción de listas de espera para determinadas especialidades, la calidad en el trato o las instalaciones, así como el acceso a determinados tratamientos no cubiertos por la sanidad pública, como los dentales, estéticos o de reproducción asistida.
Subrayar el hecho de que la sanidad privada afronta ya cerca del 30% de la carga sanitaria de España debería bastar para eliminar la falsa dicotomía entre sanidad pública y sanidad privada. Más bien, hace evidente su complementariedad en la búsqueda de un modelo sanitario sostenible.

Cantabria: Un peso inferior a la media

En Cantabria, el gasto sanitario per capita se elevó en 2015 a 1.890 euros, de los que 444 se hicieron de forma privada (93 en seguros y 351 en dinero de bolsillo) y el resto, fue gasto público. El sector privado aporta el 44% de los hospitales (hay cinco públicos y cuatro privados) y el 34% de las camas sanitarias, ya que ofrece 682 frente a las 1.336 públicas, aunque más de la mitad de estas camas privadas se concentran en un solo hospital psiquiátrico.
Según la estimación que hace IDIS, un Instituto de estudios que representa a los principales grupos de la sanidad privada, el sector sanitario privado cántabro está integrado por 1.373 médicos y 1.345 enfermeros, además de 2.753 profesionales de otro tipo. De ellos, en el ámbito hospitalario privado trabajan 115 médicos, 261 enfermeros y 681 profesionales de otro tipo. Es fácil colegir de estas cifras que el grueso de los trabajadores sanitarios que ejercen en sector privado lo hacen fuera del ámbito hospitalario y se reparten por consultas médicas, centros de análisis y de reproducción asistida, clínicas de cirugía estética, oftalmológicas y cadenas de clínicas dentales.
En cuanto a la penetración de los seguros médicos, los asegurados en el ramo de salud crecieron en Cantabria entre 2012 y 2014 un 0,6%, hasta alcanzar los 88.090, y el volumen de primas lo hizo en un 1,3%, pasando de los 51,3 millones de euros a los 52,6 millones de hace dos años (la última cifra publicada), lo que representa el 0,8% del mercado nacional, un porcentaje inferior al peso de la población (el 1,2%) que indica la enorme fuerza del sistema público en la región que hace más difícil la competencia de la medicina privada.

Cantabria, fuera del mapa

En España se identifican una serie de áreas geográficas en las que se concentra la oferta de turismo de salud. Además de las grandes urbes, como Madrid o Barcelona, se trata de zonas turísticas consolidadas, en las que la demanda internacional ha hecho surgir numerosos centros de asistencia sanitaria claramente dirigidos a los forasteros: Mallorca, Alicante, Costa del Sol, o de zonas cercanas a fronteras naturales como Badajoz que, por su proximidad a la frontera portuguesa, siempre ha recibido un volumen importante de ciudadanos de ese país en busca de asistencia sanitaria de calidad. No sería fácil la inclusión de Cantabria en ese mapa sanitario pero sí en el modelo de comunidades especializadas en determinados tratamientos, como es el caso de Navarra con la oncología.
El Hospital Universitario de Navarra se ha convertido en en un centro de referencia en este campo para españoles y, cada vez más, para extranjeros, ya que atiende cada año a miles de personas de más de cincuenta países. Dispone de un área de Relaciones Externas para atención de pacientes internacionales que facilita la puesta en contacto con agencia de viajes, además de acompañante e interlocutor. La clínica también cuenta con una red de oficinas internacionales de información que facilita la captación de pacientes, en México, Colombia, Guatemala o Perú́.
El Plan Moderna (Nuevo Modelo de Desarrollo Económico de Navarra), plantea una Navarra futura puntera en salud, capaz de atraer a pacientes extranjeros y de generar con ello riqueza para la región. Para conseguirlo se propone estudiar la demanda sanitaria nacional e internacional para ofrecer un modelo de calidad que destaque, al menos, por dos especialidades, ya que no se trata en competir en precio, como hacen los países del Este de Europa. Este modelo navarro combinará la sanidad pública y privada e impulsará la celebración de congresos médicos y el turismo sanitario. Un plan que puede ser replicado por nuestra comunidad.
Donde Cantabria sí cuenta ya con una infraestructura de cierta entidad es en otro de los aspectos que contempla el turismo de salud, el relacionado con lo que se conoce como medical wellness (servicios de salud y bienestar) a través de hoteles con spa, centros especializados en salud y bienestar y centros de talasoterapia.
Los tratamientos termales han demostrado su validez terapéutica y se integran cada vez más en la oferta en centros médicos, dentro de las coberturas de algunas aseguradoras e, incluso, de algunos sistemas nacionales de salud. Hasta hace unos pocos años países europeos como Alemania subvencionaban parte de las estancias y tratamientos en centros españoles, por lo general ubicados en Baleares y Canarias. Según la consultora DBK, la demanda de este tipo de servicios relacionados con la salud y el bienestar está en alza y el incremento de la facturación se debe al dinamismo de la demanda extranjera.
En España hay en funcionamiento 113 balnearios, de los que seis se encuentran en Cantabria, lo que constituye una excelente plataforma para el aprovechamiento de este recurso.
Pero el turismo de salud es un concepto todavía por desarrollar en Cantabria, que no debería desaprovechar la oportunidad de explorar las posibilidades que tienen sus excelentes recursos médicos y asistenciales, tanto públicos como privados.

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