A todo lujo

Desde que en 1999 quedaron claras las circunstancias en que se produciría la entrada en vigor del euro, las ventas de automóviles de lujo han crecido de una forma acelerada en Cantabria, más que en el resto del país. En el 2000, frente a una caída de las matriculaciones del 4,26% en la región, las marcas de alta gama conocieron una fuerte subida, más importante a medida que pasaban los meses, aunque siempre es el comienzo del verano la época de mayores ventas. Audi mejoró nada menos que un 24,7%, Mercedes un 7% y BMW un 17,8%.
A pesar de que la cota ya era muy elevada, en el 2001 se ha vuelto a producir otro salto cualitativo. En los once primeros meses del año, las tres marcas han sumado unas ventas en Cantabria de 1.626 vehículos, un 27% más que el año anterior pero, también, bastante por encima de la media nacional. Mercedes ha vendido un 15,8% más (33,9% en el conjunto del país); Audi un 37,2% más (20,7% a nivel nacional) y BMW ha crecido un espectacular 51,6%, frente al 16,7% en el resto del Estado.
Otras marcas de lujo, como Jaguar han duplicado sus ventas en Cantabria en el corto espacio de dos años. En los once primeros meses del año 2001 también se matricularon en la región dos Ferrari, tres Maserati y un Lexus, lo que resulta inhabitual. La única marca que no parece muy influida por esta fiebre por los coches de lujo es Porsche, que permanece invariablemente en una horquilla anual de cinco a siete unidades.
Estos dos años de fortísimas subidas se han producido después de un año histórico en la venta de automóviles, como fue 1999, que dejó tan satisfechos a los fabricantes como para curarse en salud y anunciar que difícilmente podrían volver a repetir las cotas alcanzadas, dado que este mercado tiene comportamientos cíclicos y una vez que se renueva el parque de vehículos, las tendencias son decrecientes hasta que el envejecimiento de los coches impulsa otra renovación general.
El tiempo se ha encargado de demostrar todo lo contrario en los automóviles de lujo y, probablemente, por un factor que no se tuvo en cuenta hace dos años, el importante afloramiento de dinero negro, que la propia Hacienda calculó hace unos meses en 1,4 billones de pesetas, aunque ahora niega rotundamente su existencia. De acuerdo con la cifra inicialmente manejada, y en proporción al peso de la economía cántabra, en nuestra región habrán aflorado unos 20.000 millones de pesetas en estos últimos meses, muchos de ellos en gastos de consumo. De ser cierta la correlación directa entre las ventas de coches de gama alta y el volumen de dinero negro aflorado, habría que deducir una cuantía aún mayor en Cantabria, dado que la demanda de estos automóviles ha aumentado más que en el resto del país.
Las cifras que proceden de la economía sumergida son siempre difíciles de contrastar, pero parece evidente que ese gasto destinado a deshacerse de las últimas pesetas fiscalmente opacas se dirigió inicialmente a la compra de inmuebles y en los últimos tiempos se ha reconducido hacia la compra de coches de lujo. Una circunstancia que avala esta teoría es el incremento de operaciones de venta con el pago en metálico, a pesar de que el dinero teóricamente en circulación es un 8,3% menos que en octubre, al reducir el Banco de España el ritmo de emisiones de billetes de 5.000 y 10.000 pesetas a medida que se acercaba la fecha de desaparición de la peseta.
Estas circunstancias hacen suponer que el mal de altura que padece el sector del automóvil cíclicamente puede aparecer en el 2002, una vez disipado el efecto del cambio de moneda y, en ese caso, los fabricantes de automóviles de lujo pueden verse afectados por un severo recorte en las ventas.

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