Las enormes grúas que cambiarán el puerto

Las enormes grúas de contenedores que han sido instaladas en el puerto van a suponer un antes y un después en esta actividad. No solo porque tienen alcance suficiente para cargar o descargar un barco panamax de 40 metros de manga y para poder apilar los contenedores en cinco alturas, sino por el negocio añadido que aportará su concesionario, el Grupo Boluda.

Su llegada ha sido notoria, pero antes de eso ha sido necesario un recrecido del muelle, para mejorar su horizontalidad y, sobre todo, para conseguir la firmeza suficiente para aguantar ese peso sin problemas. La terminal que construye la empresa Boluda, también incluye un edificio sede y un taller para reparación de contenedores.

La terminal disparará el número de camiones que trabajan para el puerto

La concesionaria ha empleado unos 20 millones de euros en la obra civil y maquinaria y se ha comprometido a invertir otros 19 a lo largo del periodo de explotación.

Las dos grúas de contenedores llegaron por vía marítima a Santander desde el norte de Europa y han cambiado ya el perfil de la ciudad, con sus más de 80 metros de altura.

Podrán atender barcos de hasta 40 metros de manga y apilar hasta cinco contenedores uno encima de otro, para un mejor aprovechamiento de la superficie de almacenaje, pero lo auténticamente relevante para el éxito de esta terminal es que la concesión obliga a Boluda a garantizarle tráfico. Para la empresa valenciana no es un compromiso muy complicado de cumplir, ya que tiene sus propias líneas de feeders, que bordean la costa occidental africana y la de la península ibérica para recoger cargas y, a partir de la apertura de la terminal, harán escala en Santander.

La expectativa es que el puerto cántabro llegue a mover en pocos años unos 100.000 contenedores anuales, una cifra inimaginable hasta ahora, dado que la economía local no puede generar unos tráficos relevantes, como se demostró en anteriores intentos, y por la fuerte competencia de Bilbao.

Esta vez parece que Santander no va a perder la partida y además de las empresas de la zona, que podrán mover los contenedores con un coste bastante inferior al que tienen actualmente. También beneficiará a los transportistas. Los 100.000 contenedores necesitan casi otros tantos camiones, unos 300 al día, y las empresas locales de transportes tendrán que redimensionarse para atender el nuevo negocio que les llega.

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