Laredo: La frontera tex-mex que tiembla con Trump

La decisión del presidente Donald Trump de construir un muro en la frontera entre EEUU y México y la incertidumbre acerca de lo que sucederá con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte han sido acogidas con mucho temor en Laredo (Texas), por los efectos desastrosos que puede tener en la economía de la ciudad que acoge el puesto fronterizo con más intercambios con México. Por Laredo pasan cada año mercancías por valor de más de 200.000 millones de dólares en uno u otro sentido.
Laredo es conocida como la ciudad de las siete banderas (las seis de Texas y la de la República de Río Grande). Fundada en 1755 con el nombre de Villa de San Agustín de Laredo por el cántabro José Escandón, pasó a pertenecer a Estados Unidos en virtud del Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848) cuando se estableció el Río Bravo (Río Grande para los vecinos del norte) como frontera entre México y EEUU. Aunque se celebró un referéndum en el que la población votó de forma aplastante en favor de quedarse en México, la petición fue rechazada. Los que deseaban seguir siendo mexicanos no se quedaron muy conformes y fundaron Nuevo Laredo, al otro lado de la frontera.

Autopistas y puentes

Laredo tiene una población de casi 250.000 personas y es la tercera ciudad fronteriza más poblada, tras San Diego y El Paso. Su economía se basa casi por completo en el comercio con México, pues más del 47% de las exportaciones que hace Estados Unidos al país azteca y el 36% de las que hacen los mexicanos a EE UU pasan por sus carreteras.
Un flujo tan intenso necesita infraestructuras que lo soporten. En Laredo hay cuatro puentes internacionales para automóviles y uno de ferrocarril, construido en 2015 (el primero construido entre los dos países en más de un siglo). Su estratégica localización, en el enlace de la Autopista 35 de EEUU con la Federal 85 de México, hace que allí se hayan asentado grandes fabricas de ensamblaje, multitud de agencias de exportación/importación y un gran complejo logístico de almacenes. También dispone de un importante comercio minorista, al que acuden compradores tanto del Norte de México como del Sur de Texas.
Cada día, unos 12.500 camiones atraviesan la frontera por Laredo, formando una kilométrica fila de espera en el lado mexicano, con cargamentos que van desde tomates a refrigeradores. Desde Texas la cola no es menor, y la carga incluye tanto productos agrícolas como plásticos y manufacturas.
Las prácticas comerciales han mejorado gracias al desarrollo de programas como el Free and Secure Trade, un sistema comercial que facilita a los importadores acreditados un rápido tránsito a través de la frontera, y al puente Cross Border Xpress, que ya permite cruzar desde el aeropuerto de Tijuana a San Diego directamente.
Gracias al Tratado de Libre Comercio que firmaron EE UU, México y Canadá, Laredo lleva desde mediados de los 90 experimentando un permanente crecimiento del empleo, superior al del estado de Texas, una tendencia que ni siquiera se quebró al producirse los ajustes laborales en las exploraciones petrolíferas o en la industria textil, ni cuando grandes fabricas de pantalones tejanos, como Levis y Haggar, se fueron a otros países. Miles de trabajadores que quedaron sin empleo en esas actividades fueron recolocados con relativa rapidez en el comercio o en la construcción.
Si ahora EEUU activa la cláusula de abandono del Tratado de Libre Comercio, significará la imposición de aranceles. La media de los existentes en la Organización Mundial del Comercio se sitúa en el 2,9%, un sobrecoste suficiente como para penalizar los intercambios comerciales, los beneficios de las empresas y, en último término, la actividad en toda la zona. Para los laredanos ni siquiera es el peor escenario. Además, temen que si Trump construye el muro, imponga un nuevo tributo para pagarlo.

Los dos Laredos

Dificultar las intercambios también dará lugar a un cambio en la forma de vida en la zona. La intensidad del tráfico comercial entre las poblaciones de ambos lados de la frontera se ha convertido en un elemento aglutinador, hasta el punto que se ha formado una zona transnacional en ambas orillas del Río Grande conocida como ‘Los Dos Laredos’, que incluye Nuevo Laredo –con casi 400.000 habitantes–, Nuevo León e Hidalgo en México; y por el lado estadounidense Laredo y casi todo el condado de Webb, en el que está situado.
No obstante, en la economía cada pieza que se mueve encadena otros efectos, a veces inesperados, y la llegada de Trump con sus amenazas de construir un muro también ha tenido algo bueno para la zona. El efecto más inmediato ha sido una fuerte devaluación del peso mexicano, lo que ha multiplicado los desplazamientos de estadounidenses que viven cerca de la frontera hacia las ciudades mexicanas para comprar allí, ahora que pueden hacerlo mucho más barato.
Lo que no parece fácil que vaya a cambiar a corto plazo en un lugar con tanto movimiento como es Laredo es el tráfico de drogas, y las cruentas batallas de los cárteles mexicanos por el control de la frontera. De todos los camiones que pasan a diario en ambos sentidos, los funcionarios de aduanas apenas pueden revisar una décima parte, como mucho. Demasiado poco para impedir que la mercancía clandestina circule. Y, valiéndose de esa circunstancia, la droga se mueve hacia el norte, mientras que las armas y el dinero van hacia el sur.

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