Arruti fabricará pellets de biomasa

Detrás de algunas tecnologías de vanguardia pueden esconderse prácticas tan viejas como el hombre o, en este caso, tan antiguas como el descubrimiento del fuego. Porque la propuesta de las plantas de biomasa para calefacción y agua caliente no es otra cosa que la quema de madera para calentarse, algo que acompaña a los seres humanos desde hace más de un millón de años. Sólo que ahora con cuatro o cinco pequeños cilindros de madera de apenas 8 milímetros de longitud obtenemos tanta energía calorífica como con un leño y en vez de hogueras se utilizan modernas calderas automatizadas que no emiten humo.
Para que este salto tecnológico haya sido posible han tenido que darse varias circunstancias: la escalada de precios de los combustibles fósiles tradicionales, como el gasóleo y el gas; la creación de una industria especializada en la fabricación de calderas cada vez más sofisticadas y que sea posible compactar la materia prima que queman, unos comprimidos denominados pellets. Si a esto se le añaden las ventajas medioambientales que supone el aprovechamiento de la biomasa se explica que sea un sector emergente en países como España.
En Cantabria las plantas de biomasa empiezan a ser una realidad y no solo por el complejo que levanta Álvarez Forestal en Reocín, destinado a producir electricidad. Cada vez es más amplio el mercado de calderas domésticas para calefacción y agua caliente y para atenderlo, Termopellets levantará en Herrera de Camargo una planta de fabricación del combustible que utilizan. La empresa es una filial creada por la constructora Arruti para diversificar su actividad con la entrada en el sector de la biomasa forestal y en el entorno energético, con proyectos bastante más ambiciosos, dado que a esta instalación le seguirá en el futuro otra de mucho mayor tamaño en Valderredible.

Una planta piloto

La idea inicial de Termopellets era crear una gran planta en el sur de la región. El lugar elegido era Villanueva de la Nía y debía ser capaz de producir 25.000 toneladas al año, lo que iba a requerir una inversión de 12 o 13 millones de euros. Aunque el proyecto sigue en marcha y se van cerrando acuerdos con las juntas vecinales de la zona para el aprovisionamiento de restos forestales suficientes, la situación económica ha aconsejado a Arruti demorar su ejecución hasta encontrar circunstancias más favorables.
Mientras llega ese momento y para abastecer el mercado de calderas de biomasa que Termopellets y otras empresas del sector han comercializado en Cantabria, la firma ha decidido levantar una fábrica más pequeña en Herrera de Camargo, que estará lista a finales de año y de alguna forma servirá como planta piloto para testar los procesos.
El objetivo es llegar a producir unas tres o cuatro mil toneladas de pellets anuales, para lo que deberá emplear entre seis y siete mil toneladas de podas, restos forestales y serrín. Secar esta biomasa húmeda es el primer paso para la obtención de los pellets y lo que más encarece el proceso, ya que requiere una caldera de secado que consume mucha energía. Un molino para pulverizar los restos y una prensadora completan el equipamiento. En la instalación de Herrera, Termopellets invertirá en torno al millón y medio de euros, básicamente en maquinaria, porque la instalación ocupa una nave que Arruti posee junto a su planta de aglomerado.
La producción irá destinada al mercado local y se centrará en los pellets de la calidad más alta de las cuatro que hay reguladas, la destinada a usos residenciales. La diferencia está en la mezcla de maderas con las que se elabora este combustible. En las calderas para viviendas predomina el roble, que apenas emite humo y genera muy pocas cenizas. En los pellets fabricados para la gran industria, la base de la mezcla está formada por pino, una madera resinosa que sí produce esos efectos pero que son fácilmente controlables con los sistemas de gestión ambiental de esas empresas.

Un producto exportable

Los pellets para grandes fábricas, centrales térmicas y cementeras, junto con las otras dos categorías –los destinados a hoteles y a pequeñas empresas– se fabricarán en la macroplanta de Valderredible, cuya producción irá destinada en un 60% al mercado exterior. Los países más demandantes de este combustible renovable son los centroeuropeos (Alemania y Austria) y escandinavos. A pesar de ser grandes productores de madera, el uso de las calderas de biomasa para calefacción está tan extendido que les lleva a importar una buena parte de los pellets que consumen.
Aunque se haya aplazado la construcción de la planta de Valderredible, que ya cuenta con todas las autorizaciones, ha generado gran expectación en la zona. Los treinta puestos de trabajo directo que creará, además de los empleos indirectos que generarán las podas, talas y clareos de los que se extraerán los residuos forestales y el transporte hasta la planta de las más de 50.000 toneladas de biomasa que se precisan para la producción prevista, generarán un movimiento económico muy relevante en la zona.
El emplazamiento ha sido elegido por sus grandes masas arbóreas. Hay que tener en cuenta que el 35% de la madera que se recoge en los bosques está formado por agua, de ahí la necesidad del secado para la fabricación de los pellets y la conveniencia de que la planta se encuentre cerca de los arbolados que producen la materia prima.

Una empresa de servicios energéticos

Lo que Arruti inició con un enfoque industrial para abastecer de combustible a las calderas de biomasa, ha dado paso a la creación de una empresa que integra todos los servicios relacionados con la implantación de esta tecnología de calefacción doméstica, desde los estudios de los ahorros que se pueden lograr con la biomasa (de entrada, se ofrece una reducción fija del 10%) a la implantación y mantenimiento de esas calderas.
En estas instalaciones domésticas, un silo subterráneo hace las veces de los depósitos de gasoil o de propano y un sistema de suministro automático a la caldera evita el gran inconveniente que parecía conllevar la biomasa, el tener que alimentar manualmente y cada cierto tiempo la cámara de combustión.
A esta sencillez de manejo y a las ventajas ambientales se suma un argumento de mucho mayor peso, el ahorro económico en relación al gasoil o, incluso, al propano. El poder calorífico de un kilo de pellets es más o menos la mitad que el de un litro de gasóleo, pero su precio es una cuarta parte, así que el ahorro final en combustible es de aproximadamente el 50%. La contrapartida es que, al tratarse de una industria incipiente, las calderas son más caras, pero el sobrecoste se amortiza con el consumo de cuatro o cinco años.
Termopellets ya ha realizado dos instalaciones de este tipo, en una residencia en San Felices de Buelna y en un Instituto en Viérnoles, y tiene en cartera una docena de proyectos, entre los que se incluyen chalets unifamiliares, hoteles y residencia geriátricas. Una ayuda legal importante para su impulso es que los inmuebles dotados con estas calderas consiguen la máxima calificación de eficiencia energética. También se han interesado por las posibilidades de este sistema ayuntamientos como el de Potes, que busca una solución económica para climatizar sus piscinas municipales, o el de Valderredible para la propia casa consistorial. Son los primeros indicios de que la biomasa camina con paso firme en una región donde los recursos forestales ofrecen las mejores condiciones para convertirla en algo más que una alternativa energética, en toda una industria.

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