Viviendas: Rebajas de fin de temporada

En las últimas elecciones, el PP insistió en que la fórmula para crecer más es rebajar los impuestos, ya que, según la teoría liberal, cuando los contribuyentes tienen más dinero en el bolsillo hacen más inversiones y compran más, lo que genera más ingresos fiscales. Puede que la receta sea buena pero ni Inglaterra, ni Francia, ni Alemania la están utilizando para tratar de salir de la crisis y no parece que figure en la mochila electoral de Rajoy para noviembre. En estos momentos, ningún gobierno está en disposición de renunciar a los ingresos actuales a cambio de los que puedan venir en el futuro y, como tampoco existe la seguridad de que la ecuación se cumpla, los riesgos son muy altos.
Pero sí puede tener éxito frente a algunos problemas concretos, como el de la vivienda, y eso es lo que el Gobierno de Zapatero está ensayando. Si rebaja la fiscalidad de las compras no ingresará más, pero el balance puede resultar muy rentable: insuflará oxígeno en las promotoras en crisis, éstas, a su vez desahogarán ligeramente a los bancos, rebajando la tasa de morosidad; la liberación de recursos bancarios que ahora están atrapados propiciará más capacidad de financiar a los adquirentes y, si se reduce el inmenso stock de viviendas construidas sin vender, es presumible que se inicien nuevas promociones. y eso tire del empleo. Es decir, que renunciando a una parte de los ingresos fiscales de la vivienda se pueden reducir las aportaciones públicas a las entidades financieras en crisis y los pagos a los desempleados.
Aparentemente, es el cuento de la lechera pero, en la práctica, cada vez es más evidente que las soluciones del país para salir de la crisis creada por el boom de la vivienda pasan inevitablemente por la vivienda. Ni es posible recolocar a todos los albañiles, fontaneros, y demás gremios vinculados a la construcción en otros sectores ni se puede despejar el panorama financiero mientras existan 700.000 viviendas nuevas por vender, además de las 120.000 que ya están en manos de los bancos y las cajas. Un stock que equivale a todas las viviendas existentes en una ciudad de dos millones de habitantes.

El stock se va reduciendo

Afortunadamente, Cantabria es una de las regiones menos atascadas, en este sentido. El Ministerio de Fomento tiene censadas 2.897 viviendas nuevas sin vender, tres veces menos de las que le corresponderían por población. Basta compararlo con las 133.000 que suman las tres provincias valencianas. Además, en el último año se ha reducido este stock en un 26%, mientras que en el conjunto del país ni siquiera ha bajado un 0,1%.
En este sentido, es probable que el efecto de la medida se note menos en Cantabria que en otras regiones, pero no hay que olvidar que el problema de la vivienda supera el ámbito regional, tanto por el hecho de que muchos de los compradores son foráneos como por la operativa nacional, cuando no internacional, de las entidades financieras.
La rebaja es meramente coyuntural. Sólo durará cuatro meses, pero es evidente que el próximo presidente del Gobierno que salga de las elecciones de noviembre puede prorrogarla si, por supuesto, continúa existiendo un bolsa de viviendas por vender. El realismo obliga a suponer que muhas seguirán estando en la misma situación, sobre todo de las destinadas a segunda residencia. Y, con el mismo realismo que aplican los almacenes comerciales al final de la temporada, quien presida el Gobierno tendrá que pensar en una liquidación de existencias para limpiar los estantes. De lo contrario, ni entrará mercancía nueva en el mercado ni cobrarán los proveedores, ni los financiadores, ni nadie. La vivienda también necesita un remate final.

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