Vidrio cántabro para la industria fotovoltaica

España es una gran potencia en la fabricación de paneles solares pero, al igual que ocurre con otras tecnologías avanzadas, la industria local está formada mayoritariamente por plantas de ensamblaje de componentes importados (células de silicio o cristales para recubrir los paneles) y casi nunca están fabricados en nuestro país.
Este escenario comienza a cambiar y Cantabria estará en la punta de lanza de esa transformación gracias a la decisión de Saint-Gobain de especializar a su fábrica de Vioño en la fabricación del vidrio extraclaro que utiliza la industria fotovoltaica. Un proyecto que va a requerir una cuantiosa inversión, cifrada en 41 millones de euros (casi 7.000 millones de pesetas) y la creación de unos 160 puestos de trabajo entre empleos directos e inducidos, que vendrán a unirse al medio centenar que forma actualmente la plantilla de la fábrica.
El anuncio de esta refundación de la planta de Vioño resulta especialmente estimulante en un momento en el que se multiplican las señales de deterioro de la situación económica; una alarma a la que también contribuyó el propio Grupo Saint-Gobain cuando el pasado mes de julio anunciaba su intención de suprimir cuatro mil empleos para hacer frente a la crisis inmobiliaria internacional, un sector para el que trabajan la mayoría de sus unidades de negocio. Este ajuste va a recaer, sobre todo, en las plantas de Estados Unidos, Reino Unido y España, donde el grupo francés cuenta con un buen puñado de fábricas, situadas en Avilés, Zuera (Zaragoza), Tarragona, Valencia, y Cantabria (Santander y Vioño de Piélagos)–, donde los recortes alcanzarían a 270 trabajadores.
Sin embargo, este repliegue en sectores maduros que vuelven a vivir una de sus recesiones cíclicas se compensa con la estrategia de la multinacional francesa dirigida a abrirse paso en mercados emergentes, como los relacionados con las energías renovables. Una muestra es la decisión de invertir 20 millones de euros en la planta lisboeta de Covilis para producir espejos termosolares, que concentran los rayos de sol, y más del doble de esa cifra en sus instalaciones de Vioño, para fabricar vidrio destinado a la industria fotovoltaica.

Una decisión con precedentes

En realidad, no es una novedad absoluta en la planta cántabra. Ya en 1980, y ante la evidencia del declive del vidrio plano de acristalamiento que fabricaba, comenzó a producir vidrio para el aprovechamiento de la luz solar. Aquella primera introducción de los paneles solares en España resultó finalmente frustrada. Ni la tecnología de los paneles ni el país estaban maduros para su aplicación a gran escala. Una situación que, dos décadas largas después, ha variado radicalmente con el espectacular desarrollo alcanzado en el aprovechamiento de esta energía, con una desbordante proliferación de huertos solares, gracias a un mayor rendimiento de los paneles y a los fuertes incentivos con que se subvenciona la electricidad obtenida por este procedimiento, que no desequilibra la balanza de pagos ni emite CO2.
La idea de producir este vidrio en Vioño se retomó hace cuatro años cuando se trasladó a la planta parte de la fabricación que se hacía en una factoría alemana del grupo. Se trata de un producto más complejo de elaborar que el vidrio impreso (con relieve) al que tradicionalmente se ha dedicado la fábrica cántabra, pero con un alto valor añadido. El resultado ha sido lo suficientemente convincente como para decidir que sea la planta cántabra la destinataria de un proyecto que está llamado a asegurar su futuro y en el que la fábrica alemana ha sido su competidora dentro del propio Grupo. En la decisión de la multinacional ha pesado la existencia en España de una potente industria de paneles solares, que ahora podrá abastecerse con los vidrios producidos en la planta cántabra de Saint Gobain en vez de recurrir a importaciones procedentes de China o de Japón. Vioño será la plataforma de penetración de la multinacional francesa en el mercado español de la energía solar que ya factura 2.500 millones de euros al año.
La inversión se realizará en dos fases. En la primera, se preparará un horno para la fabricación de este vidrio especial, lo que costará 31 millones de euros. Los diez millones restantes se emplearán en los procesos que son necesarios para manufacturar la colada de vidrio que sale del horno. A partir del próximo año, la planta ya estará en disposición de fabricar 100.000 toneladas por ejercicio, lo que supone entre 250 y 280 toneladas diarias.

Un vidrio extraclaro

La finalidad a la que va destinado este vidrio exige que tenga unas prestaciones de transmisión luminosa y energética idóneas para recubrir paneles fotovoltaicos. Dado que su papel es proteger las células de silicio, ha de interferir lo menos posible en el proceso de captación de la energía solar para su transformación en electricidad, por lo que tiene que ser mucho más traslúcido que un cristal normal. La industria de la energía solar se ha visto obligada a apurar mucho la tecnología de todos los componentes para conseguir mejorar la eficacia de unos paneles que tienen unos costes muy altos de producción e instalación y unos rendimientos todavía modestos. Cuanto menos luz se pierda, más se optimizarán las células y, por tanto, los fabricantes de los paneles solares han empujado la producción de vidrios especiales, con muy bajo contenido en hierro, el factor que más influye en la pérdida de luminosidad.
Saint-Gobain ha logrado un vidrio con sólo cien partes de hierro por millón, cuando el contenido de este metal en el vidrio incoloro tradicional es de 0,1%. Además, lo somete a un tratamiento superficial en las dos caras para hacerlo mate, con objeto de evitar las pérdidas de luz por reflexión.
Para lograr ese resultado, la fábrica de Vioño utiliza las mismas materias primas –sílices, calizas, dolomías– pero con un contenido en hierro muy bajo, lo que duplica el coste habitual de los aprovisionamientos. Uno de los componentes de la mezcla es el carbonato sódico que suministra Solvay. A esos componentes tradicionales se le añade alguno más, pero eso forma parte del secreto industrial del proceso desarrollado por la compañía.
Aunque la fabricación es sustancialmente idéntica a la del vidrio impreso que ya se hace en Vioño para la industria del mueble y el interiorismo, la baja cantidad de hierro de la mezcla que se funde en el horno requiere elevar considerablemente el punto de fusión, hasta temperaturas de 1.560 grados. Por este motivo, ya en 2004 se decidió acondicionar el horno existente, reforzando el material refractario de su interior, y ahora se van a destinar 31 millones de euros para construir un nuevo horno capaz de soportar esas temperaturas y de asegurar el volumen de producción previsto.

Más de 80 años fabricando vidrio

Saint-Gobain Glass inició su actividad en Cantabria hace casi un siglo. Corría el año 1925 y nacía como Vidriera Mecánica del Norte. En la región existían ya varios precedentes de esta industria, ya que alrededor de otras explotaciones mineras de arena y carbón se había desarrollado cierta actividad vidriera en algunos pueblos del sur de la región.
Tras las fábricas de Mannheim (Alemania) y de Pisa (Italia), la Vidriera de Renedo se convirtió en el tercer centro del grupo Saint-Gobain en Europa especializado en la producción de los vidrios impresos.
Al igual que ocurrió con las otras dos fábricas, la implantación de La Vidriera, como se la conoce en la zona, generó su propio entorno socioeconómico en el valle de Piélagos. La fábrica contaba con un comedor de empresa, casas para los trabajadores o un médico, entre otros avances sociales y, con el tiempo, crearía un club con cine e instalaciones deportivas, escuelas y un economato, todo ello repartido en un inmenso recinto de 150.000 m2. Un entramado de servicios sociales muy poco común en la época y que sólo estaban en condiciones de prestar algunas grandes firmas, como la belga Solvay en sus instalaciones de Torrelavega.
La fabricación no se inició hasta 1927 y utilizaba un horno Fourcault de vidrio estirado. Esta tecnología inicial se sustituyó nueve años más tarde por la Pittsburgh, una técnica de vidrio estirado más moderna.
En 1964 la empresa hizo su primer cambio de razón social, convirtiéndose en Cristalería Española, una denominación que se ha mantenido hasta el año 2000, en que se unificaron las marcas societarias, añadiéndoles como apellido la unidad de negocio del grupo, y pasó a convertirse en Saint-Gobain Cristalería.
En los años sesenta, La Vidriera se había iniciado, con un nuevo horno, en la fabricación de vidrio impreso mediante el proceso actual de colada continua y posterior laminación. Diez años después se montó un segundo horno de colada continua, manteniendo la tecnología de vidrio estirado Pittsburgh que se abandonó definitivamente en los ochenta, una década dura para la fábrica, ya que en ella se paró el primer horno de colados y la planta de Vioño padeció un duro reajuste de plantilla, al haber quedado al margen de las nuevas demandas del mercado.

Salir del letargo

La aparición de una nueva tecnología que sustituyó el método del estirado por el de flotado fue el detonante de la crisis. La planta cántabra contaba entonces con una línea de fabricación de vidrio estirado –el utilizado en el acristalamiento de ventanas– y tres de vidrio impreso, utilizado para fines decorativos y en mamparas, cerramientos de patios interiores o ventanas de cuarto de baño.
Aunque la dirección del Grupo sopesó la posibilidad de realizar en la planta cántabra las inversiones precisas para adaptarla a la nueva tecnología, finalmente se decantó por las de Avilés y Tarragona para la producción del nuevo vídrio. De aquella línea de fabricación dependía el empleo de 200 de las 350 personas que integraban entonces la plantilla de Vioño, por lo que la decisión de Saint-Gobain supuso una grave crisis para la planta cántabra y para la economía de la zona.
Entre las alternativas que se barajaron para mantener el nivel de actividad se encontraba la fabricación de vidrio para paneles solares pero, al no cuajar esa iniciativa, demasiado prematura para la época, la fábrica de Vioño quedó circunscrita a la producción de vidrio impreso –es la única del grupo en España que lo fabrica–, y su plantilla se redujo progresivamente hasta los 50 empleos actuales.
Los avances tecnológicos tampoco ayudaban a incrementar los puestos de trabajo, ya que la simplificación de los procesos y la automatización de la fábrica, permite que se pueda controlar todo el funcionamiento de la planta con sólo siete trabajadores por turno. Una situación que va a cambiar con la nueva línea de producto, tanto por la complejidad de la manufactura como por el volumen de producción previsto, hasta el punto que se va a multiplicar por tres la plantilla actual.

El vidrio impreso

El vidrio impreso ha sido hasta ahora el distintivo de Vioño, que no ha dejado de estar a la vanguardia de las novedades en un material muy apreciado en la decoración de interiores y en la fabricación de muebles. De hecho, en 2004, a la par que se reintroducía la producción de vidrio para la industria solar, se modificaba la línea de vidrio impreso, hasta entonces incoloro, para incorporar varias tonalidades de color.
Estos vidrios están grabados en una de sus caras y esa textura traslúcida es una cualidad muy apreciada en el sector de la decoración, ya que además de la luz difusa que proporciona, ofrece una gran sensación de intimidad.
Entre sus aplicaciones clásicas se encuentran los vidrios incoloros y amarillos de las puertas de paso de viviendas y portales, los vidrios armados (con malla metálica de refuerzo en su interior) grises y amarillos utilizados en cubiertas, barandillas de escaleras y en terrazas o los de colores vivos que se utilizan en las vidrieras artísticas.
A lo largo de su trayectoria, Saint-Gobain ha ido adaptando su gama de vidrios, tanto en diseños como en calidades, a las exigencias del sector de la construcción y a los gustos de decoradores e interioristas, al tiempo que investigaba nuevas aplicaciones.

Un vidrio presente en obras emblemáticas

En la última década esta evolución ha sido más notable y la fábrica produce hoy vidrios con calidad suficiente para los procesos de templado o laminación posterior que, además de ofrecer diseño y matices para la luz, proporciona seguridad, minimizando el riesgo de daños o heridas en caso de una rotura.
La gama de aplicación de los vidrios impresos abarca desde muebles, mamparas de baño y luminarias a acristalamientos aislantes traslúcidos. El ejemplo más llamativo de las posibilidades que brinda este material se encuentra en las espectaculares fachadas de la Torre Agbar de Barcelona o del Teatro del Canal en Madrid.
Saint-Gobain también ha suministrado alrededor de 100.000 metros cuadrados de vidrios de diferentes tipos al complejo Cuatro Torres Business Area (Madrid), destinados a fachadas e interiores. En línea con las exigencias del Código Técnico de Edificación y con los objetivos fijados por la Unión Europea en materia de eficiencia energética en edificios, la piel externa de la Torre de Cristal, la más alta del complejo, está formada por un vidrio aislante que permite reducir en más de un 50% la entrada de calor por radiación solar directa.

El Grupo Saint-Gobain en Cantabria

Saint-Gobain es uno de los cien primeros grupos industriales del mundo, con una trayectoria empresarial de más de 300 años y una actividad muy variada, aunque centrada en la producción y comercialización de productos y materiales para la construcción y las infraestructuras. En la actualidad, el Grupo se encuentra implantado en 54 países, emplea a 210.000 personas en más de 1.400 empresas y cuenta con quince centros propios de investigación. En la Península Ibérica operan 53 de sus sociedades, con más de 11.000 empleados.
La fábrica de Vioño es la más veterana de cuantas posee en Cantabria pero no la única. La de mayor peso industrial es Saint-Gobain Canalización, ubicada en Santander y dedicada a la fabricación de tuberías y sistemas completos de canalización en fundición dúctil.
El moderno rostro de la planta cántabra de Saint-Gobain Canalización tiene detrás una larga historia que comienza en 1910, cuando Nueva Montaña comenzó a fabricar los primeros tubos de fundición gris por el procedimiento de fusión vertical en carrusel. En 1964, la ya veterana industria se asoció con la multinacional francesa Pont-a-Mousson, constituyendo la sociedad Funditubo e incorporando una nueva tecnología de colada por centrifugación, también en fundición gris. En 1975 adoptó la fundición dúctil para la fabricación de los tubos y a mediados de los ochenta, Nueva Montaña vendió su participación a la multinacional francesa.
A partir de 1990 se produjo una total renovación industrial y comercial de la empresa que permitió ampliar la gama de productos con la intención de abarcar todo el ciclo de agua. En el año 2000, la firma adoptó la imagen corporativa de la multinacional a la que pertenece y pasó a denominarse Saint-Gobain Canalización.
La fábrica de Santander es la cabecera española de las actividades del grupo en este sector y la primera de Europa por su modernidad, flexibilidad y capacidad de reacción.
La repercusión de esta planta en la economía regional va más allá de su actividad de fabricación ya que, sólo en transporte de materiales, por las instalaciones de Nueva Montaña pasan al año unos 10.000 camiones, el 70% de los cuales pertenecen a empresas de la región.
La presencia de la multinacional francesa Saint Gobain en Cantabria se completa con un centro de distribución de su filial Saniplast en Boo de Piélagos y una delegación comercial de La Veneciana (la división de distribución de vidrio). Hasta hace poco más de un año contaba también con una planta de morteros industriales en Maliaño de su filial Weber Cemarska.
Este largo arraigo en la región, ha convertido al Grupo Saint Gobain en una de las más importantes referencias empresariales de Cantabria, ya que da empleo directo a un colectivo de 600 personas.
Su presencia es también activa en la vida sociocultural de Cantabria. Por ejemplo, Saint-Gobain Canalización patrocina la liga nacional de bolos.
Estos fuertes vínculos con la región están en la base de la apuesta realizada por el grupo para relanzar la planta de vidrio de Vioño, en la que han jugado un papel de especial relevancia los directores de Saint-Gobain Glass, Agustín Dorronsoro, y de Saint Gobain Canalización, Rafael de Ramón, muy vinculado a Cantabria, donde tiene una residencia.
Una decisión que va a situar a Cantabria en una posición privilegiada en la industria nacional de la energía fotovoltaica y que envía un mensaje muy positivo en un momento en que se necesitan más que nunca nuevas iniciativas industriales.

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