José Luis Callejo, ese desconocido al que todo el mundo conoce

Le ha costado muchos años, y todavía le cuesta, que la moda y el diseño se entiendan en Cantabria como parte de la Cultura con mayúsculas. Que lo entiendan las instituciones y que lo entienda la sociedad santanderina y cántabra. Pero José Luis Callejo, quizá el mejor relaciones públicas y agitador cultural que he conocido, y he conocido a muchos y muchas, y muy buenos, no es hombre de dejarse vencer por las dificultades. Cuenta con tres rasgos de carácter poderosos: la tenacidad, la capacidad de trabajo y una enorme generosidad, virtud esta última muy poco usual en el mundillo. Y con mundillo me refiero a todo el horizonte de las artes y las letras, y, también, de la industria y la política. Vamos, que la generosidad es poco común, en general. Si a esto le sumamos una curiosidad insaciable, un criterio muy bien formado, un innegable don de gentes, y un sentido del humor que aparece irónico y hasta sarcástico en su lengua acerada, tienen ustedes un retrato robot de este hombre, que conoce a todo el mundo y al que todo el mundo conoce, o cree conocer. 

La generosidad de Callejo no está únicamente en sumarse a todas las causas solidarias. Es generoso con su agenda! El rol que se ha asignado a sí mismo consiste en conectar a unos y a otros, en crear lazos de afines y de diferentes, en tramar redes de articulación, que son las que, al final, sostienen una sociedad armónica. No otro es el papel de los agentes culturales que, como los buenos críticos, ponen unas cosas en relación con otras. Y es generoso dando a conocer. En todos los años que lleva en esto, ha puesto en el mapa a más de una y de dos diseñadoras de ropa o de complementos, y, como piensa en grande, lo ha hecho a nivel nacional e internacional. Colocar Santander como uno de los epicentros de la moda, inventarse para Santander la marca Moda Norte e implicar a los vecinos vascos, asturianos y gallegos era coherente con su filosofía, y lo ha hecho. Crear y dirigir la Asociación de Creadores, Diseñadores y Artesanos de Cantabria, también. 

De familia humilde, José Luis Callejo (Santander, 1977) se ha hecho a sí mismo. “Soy el primer universitario de mi familia”, me confiesa. Pero ¡qué universitario! Licenciado en Historia por la Universidad de Cantabria, y Doctor en Historia Antigua, su profesora, la filósofa Concha González, lo recuerda como “uno de los mejores expedientes de su promoción”, y lo hizo a base de becas de excelencia, trabajando en cuantos proyectos aparecían en la facultad. “Miraba todos los tablones de anuncios”, me dice, “y en cuanto salía algo, optaba”. Y lo conseguía: una beca de investigación predoctoral para investigar en el Departamento de Ciencias Históricas de la UC; la del Ministerio de Educación para especializarse en patrimonio cultural y en su divulgación; la de Asuntos Exteriores y la Agencia Española de Cooperación Internacional, que le llevó a colaborar con universidades en el extranjero; las de la UIMP y la Fundación Botín, de gestión cultural y administración de instituciones educativas y culturales… 

Becas que a veces cuestan tanto como oposiciones y que le permitieron, me dice Concha González, “ampliar sus horizontes profesionales y adquirir competencias clave para la gestión cultural y la organización de eventos”, como se demostraría más tarde. Si le añadimos un liderazgo y un compromiso que le llevaron a participar en los órganos de gobierno universitario como representante de los alumnos, tenemos una personalidad bien definida desde el principio. 

También un personaje. A Callejo no le gusta hablar de sí mismo. Como muchas personas simpáticas y habladoras, guarda lo suyo con un pudor casi de clandestinidad. A su personaje contribuye su arriesgada manera de vestir, absolutamente personal. Los que han reflexionado sobre la función de la moda, desde Georg Simmel y Ortega y Gasset a Roland Barthes, Lipovetski o Pierre Bourdieu, han confirmado que el hábito sí hace al monje. La ropa dice de nosotros más de lo que creemos y la moda nos sitúa en la historia, en la geografía, en la economía, en la religión… Cómo se entiende uno con la estética –y la ética– dominantes, forma parte importantísima de nuestra persona. José Luis Callejo, que no es el personaje algo frívolo que se ha construido, lo sabe muy bien. Por eso ha elegido el terreno de la moda y el diseño para su actividad profesional. 

Todo empezó en 2004, cuando organizó la primera Semana Internacional de la Moda de Cantabria, y trajo diseñadores de toda España y de América Latina. Ahí comenzó a poner Santander y Cantabria en el universo de la moda, y a sacar a los diseñadores cántabros a encuentros y festivales en América Latina. Han pasado veinte años en los que ha organizado un sinnúmero de desfiles, simposiums y encuentros que relacionan la industria, el comercio, las tendencias y la creatividad con la vida social. Todos ellos enlazados con esas causas nobles que la realidad va imponiendo, desde la irrupción del volcán en la Isla de la Palma, a la escasez de alimentos al inicio de la pandemia. Siempre ha demostrado un compromiso constante con la responsabilidad social, y, además de aportar fondos, ha dado visibilidad a la labor de organizaciones como La Cocina Económica, el Banco de Alimentos, Cáritas, AMAT, Nuevo Futuro… A la necesidad del diagnóstico precoz del cáncer de mama y de próstata, o a la lacra del acoso escolar, el más reciente. Ahora, en un momento de emergencia climática, están en sus objetivos la economía circular y la recuperación y reciclaje, junto a la reivindicación del trabajo artesanal, de la pieza única y del “hecho a mano”.  

Todo ésto tiene detrás un trabajo titánico: convencer a instituciones y particulares, primero, de que el diseño y la moda son Cultura, y después, de que desde esa plataforma se movilizan conciencias. Pero como me dice Alberto Ibáñez, “con un móvil en la mano, Callejo es capaz de mover el mundo”, y resulta casi imposible decirle no. Probablemente, porque, además de un gran profesional, es una buena persona.