La nueva Caldemon resurge con los intercambiadores de calor

Refundada en 2022, se ha hecho un hueco en el mercado nacional e internacional

De cero a cerca de 3 millones de euros anuales. Tan solo han pasado tres años de su fundación, pero la calderería cántabra Caldemon Heat Exchangers no ha necesitado más tiempo para disparar su facturación. La compañía, impulsada por un grupo de extrabajadores de GEA (la antigua calderería Caldemon), se ha especializado en intercambiadores de calor para plantas químicas, petroquímicas y energéticas en una nave industrial de Vioño de Piélagos.


Como el ave fénix que resurge de sus cenizas, un grupo de antiguos empleados cántabros de la multinacional GEA se aliaron hace tres años para fundar Caldemon Heat Exchangers, una calderería situada en Vioño de Piélagos que produce intercambiadores de calor a medida, unos equipos imprescindibles en las plantas de generación energética de muchas grandes industrias. 

La compañía alemana, que se dedicaba a esta actividad y contaba con una plantilla de 24.000 trabajadores repartidos en centros productivos de todo el mundo, decidió desprenderse de este negocio para centrarse en los otros cuatro que posee. Lo adquirió Tritón, un grupo inversor que no consiguió aportar la estabilidad financiera que necesitaba el taller para mantenerse a flote. 

La llegada de la pandemia y la pérdida de un importante proyecto para Cepsa –ahora Moeve– destinado a ampliar su refinería en el Campo de Gibraltar, terminaron por dejar en la estacada al equipo cántabro, que se reorganizó en tiempo récord para refundarse, creando una empresa propia para continuar en aquello a lo que se habían dedicado hasta entonces, aunque esta vez con el apoyo de un socio capitalista, el Grupo Gomur, especializado en mantenimiento industrial.

El recipiente de uno de los últimos intercambiadores de calor fabricados por Caldemon. A la derecha, un soldador ensambla varios componentes.

Iván Alechiguerra, director de la nueva calderería cántabra, confiesa que el mayor reto en estos años fue arrancar desde cero. “Teníamos dos posibilidades: buscarnos un trabajo de lo nuestro o iniciar un proyecto por nuestra cuenta. Al final, nos unimos personal de distintas áreas, desde ventas, compras e ingeniería hasta operarios de producción”, recuerda.

El responsable de la empresa matiza que “no somos  una cooperativa” y que el balance de estos tres primeros ejercicios es más que positivo. La nueva Caldemon ya factura entre 2,5 y 3 millones de euros anuales, una cifra de negocio conseguida gracias a la confianza que mostraron sus clientes desde el inicio: “Uno de los primeros que tuvimos, ni siquiera nos visitó presencialmente. Ya habíamos trabajado con él cuando estábamos en la anterior empresa y confiaba en lo que sabíamos hacer”.

La calderería alquiló una nave de 3.500 metros cuadrados que llevaba cerrada desde 2014 y en la que hasta entonces había operado Metalúrgicas de Renedo. Para empezar a funcionar lo antes posible, tuvo que realizar varias reformas e invertir en maquinaria nueva y de segunda mano.

Equipos de grandes dimensiones

Como su nombre en inglés indica, la nueva Caldemon Heat Exchangers se ha especializado en intercambiadores de calor de todos los tamaños, hasta el punto de que algunos alcanzan las 55 toneladas de peso. Aunque operativamente sean muy parecidos, la morfología y características varían en función del sector al que van dirigidos. “Lo que realmente diferencia a Caldemon de otras caldererías convencionales es su capacidad para diseñar equipos completamente a medida”, explica Alechiguerra. 

El grueso de los pedidos procede de los sectores químico, energético, oil&gas y petroquímico. Incluso cuando los proyectos llegan ya perfectamente definidos, no deja de aportar su granito de arena. “Nuestros ingenieros son capaces de optimizar los diseños que nos remiten. Siempre los analizamos y a veces detectamos vibraciones o pérdidas de carga que hay que corregir”, subraya su gerente.

Algunos clientes requieren plazos de ejecución muy cortos, algo que choca con la complejidad de los proyectos, y no siempre pueden ser atendidos. En estos momentos, Caldemon no tiene capacidad para afrontar más encargos en lo que queda de año, “y hemos tenido que rechazar varias propuestas por el exceso de volumen de trabajo”, confiesa su director.

Una operaria de producción ultima una pieza.

Con el tiempo, la empresa ha conseguido una cartera de clientes robusta que le permite mirar al horizonte sin las incertidumbres del pasado. Parte de sus equipos van destinados a fábricas cántabras, que necesitan reponer los equipos que van quedando obsoletos, aunque también participan en proyectos de fuera de la región. “En Cantabria, operamos con firmas como Petronor, Dynasol, Solvay y Bondalti. Fuera, lo hacemos con otras como Repsol, Técnicas Reunidas o Fertiberia, todas de primer nivel”, desgrana Alechiguerra.

En su opinión, las claves del éxito radican en el compromiso que demuestra el personal –compuesto de 15 empleados– y en los estándares de calidad que la empresa garantiza en sus trabajos: “Contamos con un amplio abanico de certificaciones ISO, y eso es importante porque con ellas garantizamos que el producto sale en las mejores condiciones. Hay que tener en cuenta que nuestros clientes son muy exigentes”.

El equipo de gestión de Caldemon se muestra convencido de que el próximo año también les brindará grandes alegrías, a pesar de las continuas subidas en los precios de los materiales que han tenido que afrontar desde sus inicios. “Al menos, tenemos proveedores internacionales que funcionan muy bien y ofrecen precios más competitivos que en Europa”, se consuela Alechiguerra.

David Pérez

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