El turismo a la carta empieza a cuajar en Cantabria

Las agencias empiezan a ofrecer propuestas ‘atípicas’ y personalización

Hace décadas que espeleólogos ingleses y franceses formaban campamentos durante todo el verano en el entorno de Ramales y Arredondo para explorar y cartografiar nuestras cuevas. Hoy, llegan grupos de ingleses aficionados a la ornitología para contemplar los pájaros de los valles interiores, el peregrinaje a Garabandal resurge y el tirón del surf es incontestable. Ese turismo de experiencias se ha multiplicado y cada vez hay más negocios locales dispuestos a aprovecharlo, con propuestas que hacen que, con solo 5.000 kilómetros cuadrados, Cantabria resulte cada vez más infinita.


El auge de las redes sociales ha agudizado el interés por visitar los lugares que se ponen de moda, lo que da como resultado espacios anegados por los visitantes. Agolpamientos ante la Sagrada Familia; cupos para la playa gallega de Las Catedrales o la invasión de caravanas en zonas costeras vírgenes son solo algunos de los estragos visibles de la excesiva concentración de visitantes. 

Siempre hubo zonas ‘calientes’, de mayor afluencia turística, pero las redes sociales, y los influencers, han disparado ese fenómeno, del que no se libra Cantabria. Este verano, Santoña ha regulado el acceso al Faro del Caballo, limitando el número de visitantes, y el Ayuntamiento de Cabezón se plantea controlar el acceso al bosque de secuoyas, que en verano recibe hasta 800 personas al día, lo que está dañando la  arboleda.

El `turismo de Instagram’, ha puesto de moda ir a un sitio, sacarse la foto y tacharlo de la lista

Desde hace años vienen turistas ingleses a contemplar pájaros a la región.

Jana Díaz, propietaria de La Viajera, una agencia de turismo de viajes a medida, confirma que el impacto de las redes sociales en el mundo del viaje es innegable. “El turismo ‘de Instagram’, ha generado la tendencia de ir a un sitio exclusivamente para sacarse la foto. Se visitan los lugares como tachando ítems de una lista: una vez visto, se corre al siguiente, y otro check. Esta inmediatez me parece terrible y no nos lleva a ningún sitio”, opina. 

“Afortunadamente”, añade, “las redes también han ayudado a visibilizar otra vertiente, como el slow travel (viajar lento), que es lo contrario, apreciar los destinos de una forma más tranquila”. 

Slow-travel, ecoturismo, turismo experiencial, turismo inmersivo, o turismo de naturaleza son solo algunos de los términos que más se han popularizado, pero que responden a un patrón común abordado desde diferentes perspectivas: ofrecer alternativas al turismo de grandes grupos, a los itinerarios cerrados y, sobre todo, a la masificación. En este contexto, los profesionales, como las agencias y otros operadores turísticos, han sabido hacerse hueco en el mercado especializando sus servicios. “Ahora, todo el mundo puede darle al botón, y hacer una reserva. Pero, cuando el cliente opta por una agencia especializada, lo que está buscando es un conocimiento profundo del destino”, apuna Díaz.

En un mundo lleno de estímulos, sentir, probar, e implicar los cinco sentidos se ha vuelto cada vez más importante a la hora de elegir un viaje.  

El turismo de nicho salta al gran público

En línea con esta tendencia, varias agencias turísticas de Cantabria han decidido explotar nichos de mercado muy específicos, y eso ha dado lugar a propuestas muy peculiares. Ella, por ejemplo, ofrece rutas por la selva para ver determinadas especies de arañas. “Este tipo de actividades, que antes solo pedían naturalistas o profesionales cada vez están más demandadas por viajeros estándar”, asegura Jana.

Un clicloturista visita el Camino Lebaniego.

Hay agencias que preparan viajes solo para mujeres, para mayores de 60 o para personas lgtbi que buscan visitar lugares en los que sentirse seguros. 

Sergio Lanza dirige desde Cantabria una agencia turística experta en organizar viajes fotográficos. Algo que a priori parece estar al alcance de cualquiera que tenga a mano un teléfono con cámara, se ha convertido en el motor de su empresa, desde que hace seis años descubrió este modelo en EE UU. 

Fotógrafo de profesión, Lanza afirma que lo que más valor aporta a su propuesta empresarial es su formación. “Preparamos rutas que ya hemos visitado y que destacan por su interés fotográfico. Sabemos si hay un buen fondo o un paisaje interesante. Después, in situ sugerimos a nuestros viajeros cómo tomar la mejor fotografía y les damos conocimientos técnicos y creativos”.

A las escapadas de su empresa, Viajes Fotográficos, se apuntan aficionados con un nivel medio alto, pero también personas que quieren probar sus dotes como camarógrafos. “Muchos tienen buenos equipos, pero también viene gente con smartphones, acompañantes y gente sin experiencia que quiere probar”.

Los rescates del 112 en junio y julio han sido casi un 85% más que en los mismos meses de 2024.

Entre los destinos preferidos por sus clientes están Los Dolomitas o las auroras boreales, en Islandia, que atrapan cámara en mano. 

Aunque la mayor parte de su actividad se centra en el extranjero, ha notado un creciente interés por Cantabria, y entre sus proyectos está ofrecer el territorio regional en exclusiva.

La cultura, la ciencia y, especialmente, el deporte y la aventura también mueven cada vez más viajeros. Destaca el tirón del surf. Desde hace tres décadas, la Escuela Cántabra de Surf forma a nuevos surfistas en Somo. Comenzó organizando campamentos pero, gracias al éxito cosechado, optaron por profesionalizarse y ejercen como agencia turística. Ellos mismos ofrecen paquetes de viaje que incluyen tanto clases de surf como estancias en alojamientos cercanos. Ahora, se han lanzado a gestionar su propio hostel.

Otras agencias diseñan rutas para descubrir Cantabria en bicicleta, aprovechando el atractivo de la región y sus posibilidades para ofrecer muchos niveles de aventura con escasos desplazamientos, desde cómodas sendas ciclables en los valles a excursiones más o menos exigentes por la montaña, piragüismo, descenso de rápidos o vías ferratas y escalada para los más intrépidos.

Cantabria ya practica el turismo ‘lento’

Que Cantabria resulta un lugar idóneo para el descanso ya lo descubrieron los turistas de baños de ola o de balnearios en la segunda mitad del siglo XIX. La región también tiene la fortuna de contar con la mayor oferta de baños termales de España, con referentes tan conocidos como los de Solares o Puente Viesgo, con más de un siglo de historia. 

Colas de jóvenes para coger las barcas en Santander con destino al Puntal en la tarde del ‘macrobotellón’, una polémica fiesta que ha alertado a la opinión pública de los peligros de la masificación. FOTO: RAMIRO SILVESTRE

En plena era de hiperconexión los tranquilos balnearios no solo vuelven a reivindicarse sino que aparecen más propuestas contemplativas, como los retiros en la naturaleza, las casas rurales especializadas en encuentros de yoga o alojamientos que ofrecen dietas ‘detox’, con un menú muy estricto para mejorar la salud del cliente. 

Tanta es la euforia por hallar la paz, que algunas agencias publicitan el ‘turismo de monasterios’. También lo hacen los propios eclesiásticos, como la Hospedería Monástica de la Abadía Cisterciense de Viaceli en Cóbreces o el Monasterio de Suesa, regentado por las monjas trinitarias que ofrecen alojamiento como retiro y escuela de oración.

El viaje se pone la etiqueta ‘eco’

Familias disfrutando de safaris naturales para en la senda del Nansa.

Lo ‘eco’ ha llegado también al turismo, y una región como Cantabria, que sobresale por la diversidad de su naturaleza, tanto de mar como de montaña, está incorporando esa etiqueta a sus propuestas turísticas. Las empresas que la emplean defienden que velan porque el impacto en el entorno sea mínimo. Entre las propuestas de este ecoturismo hay rutas organizadas por el Camino Lebaniego y visitas a muchos montes cántabros. 

No obstante, este aumento de visitantes a las montañas cántabras también tiene consecuencias negativas. No dejan de ser entornos naturales, y visitarlos entraña cierto riesgo: los rescates en junio y julio han sido casi un 85% más que en el del pasado año. 

Algunos operadores ofrecen guías profesionales con amplia experiencia en montaña —que en algunos casos viven en la zona—, o bien planifican actividades con grupos poco numerosos. Otros, llevan a cabo actividades con fines educativos, para dar a conocer el entorno y concienciar sobre su cuidado.

Un ejemplo son los ‘safaris’ en la naturaleza, en los que se avistan especies de aves, anfibios, insectos y demás fauna y flora autóctona, como los que organiza la Fundación Camino Lebaniego a través su proyecto Steps for Life.

Cantabria, la especialidad de la casa

Las cada vez más multitudinarias contemplaciones de las puestas de sol sobre la playa de Gerra, San Vicente de la Barquera.

Ante el auge del turismo en la región, y confiando en que seguirá creciendo, hay agencias que lo trabajan como único destino. Así lo ha hecho Exploring Cantabria: “Notamos el aumento del interés por Cantabria desde la pandemia. Mucha gente que no podía salir al extranjero o que tenía miedo aprovechó para conocer mejor España y descubrió la comunidad. Por eso, desde 2020, el turismo aquí ha ido en ascenso”, explica Gabriela Mayans, propietaria de esta agencia especializada en Cantabria.

“Lo que más nos demandan los clientes son las excursiones. Nos solicitan visitas a Picos de Europa y a Potes, y también a sitios más convencionales, como Cabárceno o el Capricho de Gaudí, y hay un gran interés por la naturaleza y por el patrimonio”, explica Mayans. 

Un efecto especialmente positivo de este turismo, es su contribución a la desestacionalización. “Excepto en enero y febrero, tenemos clientes todo el año. Cantabria no es como otras zonas de España en las que todo está cerrado fuera de temporada. Aquí, en diciembre, todo sigue abierto, y hay mucha oferta que explotar, por ejemplo, la gastronómica. La variedad de la ‘Cantabria Infinita’, permite que podamos extender la temporada mucho más”, asegura Mayans, quien añade que los grupos grandes suelen venir antes de julio y una vez pasado octubre. 

Advierte, además, que los visitantes aceptan la lluvia mucho mejor que antes, quizá debido a la subida de temperaturas en España. Lo que antes generaba rechazo y hacía que los turistas pasasen de largo, ahora se entiende como el precio a pagar por disfrutar del aire fresco del Cantábrico.

¿Una alternativa para todos?

Pese a que la gran mayoría de los visitantes de Cantabria siguen siendo nacionales, Mayans afirma que si hace unos años el turista español suponía casi un 95% del total, en la actualidad, los foráneos se acercan al 40%. “Estamos siendo testigos de una subida muy fuerte del turismo internacional en la región. El perfil está cambiando mucho”, apunta. 

Americanos y australianos, antes muy infrecuentes, ganan presencia. Entre los europeos, crecen mucho los alemanes, y los italianos, pero los colectivos internacionales que más se interesan por Cantabria son, según Mayans, los mexicanos, argentinos y, más recientemente, puertorriqueños, por los lazos familiares creados por la diáspora de españoles que cruzaron el Atlántico en busca de mejores oportunidades a principios del siglo XX, y en las décadas de los años 50 y 60. 

El deporte y el turismo cada vez tienen una vinculación más estrecha.

Exceptuando el caso de Jana de La Viajera, que dice tener cada vez más jóvenes en sus viajes personalizados, el resto de agentes coincide en que el perfil de sus clientes son personas de entre 50 y 60 años, sobre todo, parejas o grupos reducidos de amigos, por lo genral menos de una decena, dispuestos a pagar más por disfrutar de itinerarios personalizados y por tener la atención de profesionales experimentados.

Aunque haya cada vez más personas que pueden acceder a este turismo ‘a la carta’, es un modelo que no está al alcance de todo el mundo y la mayoría de los visitantes  que llegan a Cantabria siguen siendo familias, que vienen en coche y sus estancias son breves, por lo que se limitan a visitar las playas y los puntos turísticos más emblemáticos. Su fuera de carta se limita al bosque de secuoyas, el Faro del Caballo, el Churrón de Borleña o Costa Quebrada, que han pasado de ser destinos para unos pocos conocedores, a multitudinarios. Esa realidad indica que las agencias de nicho también se encuentran con esta competencia del turismo convencional, porque las redes sociales han provocado que muchos de los tesoros ocultos de la región empiecen a estar saturados o vayan camino de estarlo, como ha ocurrido también con el Molino del Bolao, las puestas de sol en Gerra o los pozos de Noja, en la cuenca del Miera.

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