Del dato a la emoción; cómo una productora sevillana usa Big Data para transformar el cine social

En una industria audiovisual cada vez más marcada por la competencia y el ruido digital, la pequeña productora sevillana ha decidido mirar hacia el futuro sin perder de vista su identidad. Producciones 24 Violets, dirigida por la cineasta Laura Muñoz Liaño, ha dado un paso pionero en España: incorporar herramientas de Big Data e Inteligencia Artificial en colaboración con Aiencia Production (Etchan Butt y Mario Mazaira) al servicio del cine social y feminista.

Lejos de los algoritmos que reducen a los espectadores a números de consumos, la apuesta de 24 Violets es radicalmente distinta: usar la tecnología para amplificar la voz de quienes no suelen tener voz. “No creemos en un cine hecho para complacer modas ni estadísticas ciegas. Queremos que el dato trabaje para la emoción, para que nuestras historias lleguen más lejos”, explica Muñoz.

El desafío de contar lo invisible

Desde su nacimiento, 24 Violets se ha especializado en relatos incómodos y necesarios. Proyectos como Cordilleras del Olvido, un documental sobre el pintor sevillano Ricardo Casstillo, y la serie en desarrollo La mujer que no se rompe, que aborda el consentimiento y el poder en la medicina desde una perspectiva feminista.

Ahora, con el largometraje Stella Maris seleccionado en Locarno Pro 2025, la productora ha entrado en la conversación internacional. Pero con ese salto surgió una pregunta inevitable: ¿cómo lograr que películas profundamente sociales, nacidas en Sevilla, tengan impacto en audiencias globales?

La respuesta llegó de la mano de una colaboración insólita: una empresa de Big Data especializada en analizar patrones culturales y tendencias de recepción audiovisual.

Del laboratorio al set de rodaje

La alianza consiste en algo más que números. A través de análisis de datos sobre festivales, plataformas y conversación digital, el equipo de 24 Violets obtiene información que les permite mapear las ventanas más adecuadas para cada proyecto y anticipar cómo un relato social puede conectar en distintas geografías.

Por ejemplo, en Stella Maris, un filme íntimo sobre la infancia, la memoria y la desaparición de la pesca tradicional en Andalucía, los datos mostraron que existe un interés creciente en Europa del Norte por películas que exploran la relación entre comunidades costeras y crisis climática. “Ese cruce nos confirmó que una historia nacida en Isla Cristina podía emocionar también en Oslo, Rotterdam o Locarno”, señala la productora ejecutiva Elisa Bogalheiro, coproductora del proyecto.

El Big Data, sin embargo, no dicta la creación. “El guion nunca lo escribe un algoritmo. Nosotros escribimos desde la piel, desde la vida. La tecnología solo nos ayuda a que esas historias no se pierdan en el ruido del mercado”, insiste Muñoz.

Una resistencia feminista también tecnológica

En un ecosistema audiovisual dominado por grandes plataformas y productoras con presupuestos millonarios, el riesgo para el cine independiente es doble: invisibilidad y precariedad. 24 Violets ha decidido convertir esa fragilidad en fuerza, explorando herramientas tecnológicas que hasta ahora parecían exclusivas de Hollywood.

Pero lo hace con un giro propio: usar la tecnología desde un enfoque feminista y social. No se trata de producir contenido “a medida del algoritmo”, sino de hackear las lógicas del mercado para colocar en la conversación películas que hablen de desigualdad, memoria y resistencia.

“Hay quien cree que el cine social no interesa. Nosotros demostramos lo contrario: interesa si llega. Y para que llegue, hay que entender cómo se mueven las audiencias y los mercados. Ahí es donde el Big Data se convierte en aliado”, resume la directora.

Formar a los nuevos profesionales

La apuesta tecnológica se complementa con otra línea clave de la productora: la formación en el propio sector audiovisual. Desde talleres especializados hasta cursos sobre guion y documental impartidos por profesionales de prestigio como Enric Rufas, Almudena Verdés o la misma Laura Muñoz. 24 Violets transmite su experiencia a cineastas emergentes, poniendo el acento en la investigación, la narrativa con perspectiva de género y la búsqueda de nuevas formas expresivas.

“Creemos que formar a las próximas generaciones de profesionales es también una forma de transformar la industria”, subraya Muñoz. “No se trata solo de enseñar técnica, sino de abrir caminos para un cine más consciente, más libre y con compromiso social”.

Cine que transforma, historias que resisten

En un momento en que los grandes estrenos se disputan las pantallas, 24 Violets demuestra que hay otra forma de hacer cine: pequeña en recursos, pero grande en ambición y compromiso.

Su lema lo resume: “Cine que transforma. Historias que resisten.”

Con cada proyecto, la productora no solo rueda películas: teje comunidad, cuestiona inercias y abre caminos. Y ahora, con la ayuda del Big Data, se prepara para que esas historias crucen fronteras y lleguen aún más lejos.

Porque, como recuerda Laura Muñoz: “El cine puede ser un acto de resistencia. Y toda resistencia necesita ser escuchada”.

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