Tomás Dasgoas: ‘La Cámara seguirá estando en el centro de la ciudad’
El presidente de la entidad cree que Cantabria tiene ‘unas expectativas tremendas’
Tomás Dasgoas, presidente de la Cámara de Comercio de Cantabria desde hace dos años, es también vicepresidente de la CEOE-Cepyme local, una dualidad que no se dio anteriormente. Como empresario metalúrgico, ha ido convirtiendo la empresa familiar FAED en un grupo industrial compuesto por media docena de sociedades. En la Cámara, después de vender la sede histórica, busca otro edificio en propiedad, también en el centro de Santander, que se ajuste más a sus necesidades. Cree que ese traslado les dará más visibilidad y muestra su confianza en el futuro de la región ‘porque hay muy buenas oportunidades’.
Tradicionalmente, la Cámara de Comercio, Industria, Servicios y Navegación de Cantabria y la CEOE han mantenido un distanciamiento notorio. Cada una iba por su lado y de vez en cuando surgía algún encontronazo, aunque no fuese público. Usted es presidente de Cámara Cantabria y vicepresidente de la CEOE, y es la primera vez que se da esta circunstancia. ¿Eso tiene ventajas o desventajas?, porque los empresarios pueden llegar a tener la sensación de que, al final, son la misma cosa.
Tomás Dasgoas. –Las mismas cosas no son, desde luego. Son dos entidades claves en el ámbito empresarial, con naturalezas, funciones y estructuras muy distintas. Es bueno que haya en ellas esa normalidad institucional o compartir actuaciones.
Desde la independencia que tienen, cada una decide sus actuaciones de una forma diferenciada, porque sus funciones son totalmente distintas.
Pero, si alguien repasa en las webs respectivas los servicios que presta cada una, se parecen mucho: información, innovación, apoyo a la exportación y al emprendimiento… Y si se consulta la de Sodercan, vuelven a coincidir los mismos programas, de forma que no es fácil saber dónde ir. No está claro si las tres instituciones se solapan o colaboran.
T. D. –Es una situación dada. Hasta los ayuntamientos están ofreciendo ya formación y apoyo al emprendimiento. Ahí lo único que podemos hacer es trabajar para que el resultado sea el más adecuado para lo que se pretende, que es que las empresas, y la sociedad en general, tengan unos servicios que les permitan desarrollarse de manera adecuada.
Desde la Cámara de Comercio en Cantabria lo que buscamos es tener esa colaboración y esa coordinación tanto con CEOE-Cepyme como con Sodercan, los ayuntamientos, los clústers u otro tipo de asociaciones.Ya que esas circunstancias se dan, hay que coordinarlo y trabajar en mejorar esa situación, porque genera ineficiencias.
Entonces, cuando un emprendedor quiere saber con qué ayudas puede contar o quién le puede ayudar, ¿a dónde debe dirigirse?
T. D. –La respuesta es muy clara: a la Cámara de Cantabria. Es la entidad que conoce mejor el sistema para la creación de empresas, las ayudas, la que da formación, la que proporciona el asesoramiento completo.
Además, tenemos la ventaja de que podemos acompañarle a lo largo de la vida, cosa que no puede hacer ninguna otra entidad.
‘Sin la venta del edificio, la deuda bancaria era imposible de devolver’
En el caso del fomento de la exportación, siempre se le ha reconocido a las Cámaras su prevalencia. ¿Sigue teniéndola?
T. D. –En el pasado, la Cámara de Comercio tenía que dedicar más del 60% de su presupuesto a la internacionalización. Era cuando las cámaras funcionaban con otro tipo de ingresos y tenían otra situación. Para ejecutar los programas de internacionalización dependemos, principalmente, del Gobierno de Cantabria. Por lo tanto, estamos sujetos a las decisiones que se establezcan desde el Gobierno para ver en qué líneas actuar.
Pero las Cámaras de Comercio siguen conservando ese conocimiento, esa experiencia y, algo muy importante que tampoco tiene nadie, la red cameral que hay fuera de España, que da soporte a cualquier consulta, a cualquier necesidad de un empresario que quiera ir a un país a vender o a implantarse. O sea, que sí, la conservamos, aunque no tenemos quizás la capacidad económica del pasado para desarrollarlo.
En cualquier caso, en los Presupuestos de la Cámara para este año aparece un incremento muy importante de la aportación del Gobierno cántabro.
T. D. –Sí, es algo de agradecer, porque creo que responde a la confianza que hemos sabido transmitir. No sé muy bien la relación que podría haber anteriormente, pero desde luego ahora la relación es muy fluida. Es de mucha colaboración y de mucha confianza para la ejecución de programas.
Los anteriores gestores llegaron a poner en venta la sede de la Plaza Porticada para sanear las cuentas, pero con el paso del tiempo, decidieron que ya no hacía falta. Ustedes, en cambio, han procedido a la venta. ¿Eso quiere decir que las cuentas han empeorado en este tiempo?
T. D. –No. Las cuentas de la Cámara del Comercio de Cantabria son públicas y, si se ve el histórico de estos años se puede comprobar la deuda que tenía con entidades financieras.
Era una deuda imposible devolver, porque las cámaras no generamos beneficios que puedan ser utilizados para pagar las deudas en que incurramos. Aparte de que tenemos la problemática de la financiación, porque a veces tardan años en pagarnos. No hablo tanto del Gobierno regional como de la Cámara de Comercio de España.
Sin embargo, en los balances de los últimos años, las perdidas eran muy modestas, unos 9.000 euros en el año 2023. Y el crédito que cita era de unos 400.000 euros, que en un presupuesto total de cinco millones de euros no parece tan dramático como para vender la sede.
T. D. –Había una deuda bancaria de 400.000 euros –lo que iba quedando de la hipoteca que se generó en 2017– pero había otra deuda parecida a corto plazo con los bancos. Unas deudas que no se podía devolver con los programas en curso. Se iba pagando la hipoteca, pero la deuda a corto había crecido.
El dinero de la venta ha pasado a un fondo de reserva. ¿Se invertirá en nuevo patrimonio? ¿Está previsto comprar otro edificio u optarán por un alquiler?
T. D. –En ningún caso se descapitalizará la Cámara. Lo que se busca es adquirir un inmueble que se adecúe a las necesidades reales, porque el actual estaba sobredimensionado para la estructura que hoy tenemos, genera muchos gastos de mantenimiento y no permite hacer ciertas actividades que hoy son las más demandadas. Y queremos aprovechar la oportunidad de establecer la Cámara en unas instalaciones mucho más adecuadas, modernas y atractivas, para que la gente acuda.
El Gobierno les daba un año para el traslado y ya han transcurrido siete meses. ¿Queda poco, entonces, para desalojar este edificio?
T. D. –Realmente lo tenemos muy justo y la situación actual no permite poner una fecha ahora mismo para ese traslado.
¿Está elegido ya el emplazamiento de la nueva sede?
T. D. –Hemos barajado muchos en este tiempo y tenemos dos posibles alternativas que se están negociando, pero por ahora poco más podemos decir.
¿Podemos saber cuáles son?
T. D. –No, porque ahora mismo no las conoce ni el Pleno de la Cámara. Cuando tengamos algo más real y a un precio que sea razonable para nosotros, lo llevaremos al Pleno.
¿La Cámara permanecerá en el casco urbano o no descarta ir al extrarradio?
T. D. –La intención es seguir en el centro de Santander, estar cerca del público y en un lugar que tenga visibilidad.
En lo que se refiere a la actividad ordinaria. ¿Qué considera lo más relevantes en la gestión de estos dos años?
T. D. –Son dos años que han pasado rápido, pero se ha trabajado mucho, principalmente en el saneamiento económico de la Cámara, que era prioritario. Y se ha trabajado en generar esa confianza, no solo con el Gobierno de Cantabria, que también era muy necesaria, también con otras entidades, como la CEOE o ACEFAM, con las que estamos siendo muy cercanos y colaborativos.
Ahora estamos en una nueva fase que ya nos permite abordar mejoras organizativas dentro de la Cámara para trabajar en otras líneas de servicios y mejorar las que ya estamos haciendo. Eso lleva tiempo y necesitamos abordarlo.
‘El cambio de edificio es una oportunidad para conseguir más visibilidad’
La venta del edificio ha aportado unos ingresos importantes pero ¿se generan nuevos ingresos recurrentes, que son los que hacen falta para el día a día y, sobre todo, que no vengan del sector público?
T. D. –El incremento, de momento es muy moderado. Es una de las líneas que estamos trabajando para potenciarla. Para eso necesitamos, como decía, reorganizarnos y adecuar la Cámara para ser competitivos en esos servicios. Ese va a ser un eje clave de trabajo para los próximos meses.
¿Se va a conservar el Club Cámara, una especie de socios preferentes? ¿Tiene sentido mantener esa preferencia?
T. D. –El Club Cámara tiene mucho sentido porque es una forma de acercar a las empresas a la Cámara a través de servicios, de networking, buscando mayor complicidad entre las empresas y los emprendedores. Es un trabajo difícil, porque hoy estamos llenos de todo tipo de ofertas de entidades o asociaciones, pero queremos ofrecer unos servicios de calidad a nuestros asociados. Hoy es difícil diferenciarse, pero, al tener una red tan extensa dentro de España, la Cámara genera muchas sinergias entre comunidades que pueden beneficiar a las empresas que estén dentro del Club Cámara.
Hay muchas empresas que no se sienten concernidas por la Cámara. ¿Está previsto hacer alguna campaña o estrategia de acercamiento a más empresas o a más sectores?
T. D. –Sí, es un trabajo que empezamos cuando llegamos y es fundamental. A día de hoy están constituidas las tres comisiones que la Cámara tiene obligación de tener. Estamos hablando la Comisión de Comercio, la Comisión de Industria y de Desarrollo Económico, y hemos constituido este año la de Comercio Exterior. Era algo que no se estaba haciendo. Cerca de 50 empresas están vinculadas a alguna de esas comisiones.
Estamos viendo que hay una respuesta y un interés de las empresas por colaborar. Vienen a la Comisión a aportar ideas, a aportar trabajo, a transmitirnos cuáles son las necesidades en cada ámbito.
Además, por aquí pasan al año miles de emprendedores. O sea, que sí hay una correspondencia entre el público y la Cámara, otra cuestión es que se sepa, pero sí se está trabajando.
¿Y no es difícil dar servicios a un espectro tan amplio, desde un emprendedor hasta una multinacional? ¿Hay programas para cada uno de ellos?
T. D. –Aquí llega gente con una idea en la cabeza, que a veces ni la ha plasmado en un papel, y se les atiende, se les hace reflexionar, se les da a conocer qué documento tienen que formalizar, cómo darse de alta de autónomo o en una actividad. También estamos atendiendo a empresas como Solvay, como Nissan como Reinosa Forging & Casting en temas de sostenibilidad y de innovación.
La Cámara dejó de hacer un pleno de balance anual a final de año en el que repasaba públicamente la evolución de la economía regional. Con ese acto, la Cámara se significaba mucho y siempre era un éxito de concurrencia. ¿Se recuperará?
T. D. –Desde luego, estoy de acuerdo en que la Cámara de Comercio de Cantabria tiene que contribuir a hacer informes, a dar opinión, porque tiene mucho conocimiento, mucha información que poder ofrecer y debe hacerlo visible.
Y, ya sobre este tema de la evolución económica, ¿por qué cree que la región crece menos que casi todas las demás, incluso en las proyecciones que se han hecho para este año y para el que viene?
T. D. –Evidentemente la región tiene problemas estructurales, tiene problemas coyunturales y tiene problemas sectoriales.
En lo estructural, llevamos muchos años sin haber abordado los problemas de infraestructuras que están haciendo que Cantabria sea poco más que una isla dentro de la península, a nivel ferroviario, aéreo y hasta por carretera.
También los sectores que han tenido más importancia en Cantabria son ya muy tradicionales, por lo menos los de la industria, que están sufriendo los avatares geopolíticos y arancelarios que estamos viendo. Los costes de materias primas o los energéticos también están haciendo mucho daño al sector industrial.
Venimos de épocas en las que igual no se pudo o no se quiso trabajar en el desarrollo de las nuevas tecnologías, y en los últimos años están apareciendo empresas con un crecimiento muy rápido que empiezan a dar un servicio tecnológico que era muy necesario en Cantabria, tanto para el desarrollo económico de la región como para el apoyo a las empresas que ya estaban localizadas. Yo creo que la situación que tenemos hoy viene dada por la falta de decisiones en el pasado y ahora tenemos la obligación de comentarlo.
¿Es la Cámara una proveedora de ideas para el Gobierno?
T. D. –Bueno, una de sus funciones es esa, la de asesorar y entablar con el Gobierno de Cantabria esa colaboración. Trasladar las necesidades del mundo empresarial o de la sociedad a las decisiones políticas de una forma ágil. El tiempo hoy en día lo marca todo en una decisión empresarial. Es todo tan cambiante que posponer una decisión es hacerla inviable. Por lo tanto, tenemos que tener agilidad y capacidad de escucha, porque donde está el problema está la solución.
¿Cree que la ley de Simplificación Administrativa va a colaborar en eso o puede crear nuevos problemas? Porque será el propio usuario quien tenga que buscarse un técnico y pagarle para que diga que la actividad que pretende hacer es conforme a la ley. Y si ha empezado una obra o una actividad y la Administración determina luego que no es legal, volver al punto de partida va a resultar mucho más caro y va a dar lugar a numerosos pleitos.
T. D. –Nosotros hemos sido unos defensores de la Ley de Simplificación Administrativa, porque cuando hablamos de simplificación estamos también hablando de tiempos. Y para mí el valor del tiempo es ahora mismo lo más importante. Lo que teníamos nos estaba generando la situación actual; por lo tanto, la necesidad de modernizar las administraciones y simplificar los trámites para poder poner en marcha un proyecto es algo incuestionable. ¿Cómo hay que hacerlo? Pues, evidentemente, poniendo los medios necesarios.
La administración tiene que modernizarse y tiene que tener el personal adecuado, formado y con las ideas muy claras de lo que tiene que hacer.
En cuanto a las empresas o los emprendedores, incluso al propio ciudadano, tenemos que aprender a ser adultos. Si decimos que vamos a hacer algo, lo tendremos que cumplir, y luego la Administración tiene que comprobar que lo cumplimos, pero si queremos que se arreglen los problemas, no podemos trasladarlos siempre a la Administración para que nos tutele y nos gestione.
Es un cambio social importante, y si se ponen los medios adecuados, se forma a los funcionarios, se dan los recursos necesarios, habrá seguramente problemas, pero con el tiempo se subsanarán. Pero ya digo, el pasado lo conocemos y creo que el cambio era necesario.
‘Hay muchas y muy buenas oportunidades para Cantabria’
¿Puede dar algunas razones para ser optimista sobre el futuro de Cantabria?
T. D. –En Cantabria hay que ser optimista porque, si no hemos hecho todo lo que teníamos que hacer en su momento, haciendo lo que hay que hacer la situación de Cantabria será mejor. Yo creo que las expectativas son tremendamente positivas.
¿En algún sector en especial?
T. D. –Bueno, hemos visto ya en los últimos años como el turismo ha crecido de una manera importante. Ahora hay que adecuarlo, antes de que sea un problema, a lo que es Cantabria en extensión y capacidades.
En lo que se refiere a las empresas, sobre todo las más tradicionales (la metalurgia o la química) hay que ayudarlas a gestionar estos cambios tan importantes que se están produciendo a nivel regulatorio para poder seguir siendo competitivos en este mundo tan agresivo.
Y hay otro sector que tiene mucho potencial, el agroalimentario, que también está teniendo mucho éxito; o las empresas tecnológicas, que pueden canalizar el talento que se genera desde la Universidad para que tenga oportunidades en Cantabria y no se vaya.
Y como somos una comunidad muy pequeña, que por sí sola puede hacer pocas cosas, hay tener unas buenas infraestructuras de comunicación y una buena relación con los vecinos, y trabajar en temas comunes con el País Vasco, con Asturias y con Castilla y León. El puerto es un foco de desarrollo económico muy importante y se está recuperando la relación con Castilla y León que igual estaba algo más apagada. O sea que sí, hay muchas y muy buenas oportunidades para Cantabria.
La Cámara no es solo de Santander, sino de Cantabria, pero probablemente sea usted el primero o uno de los primeros presidentes no nacidos en la ciudad. ¿Eso cambia algo?
T. D. –Quiero pensar que sí, que hoy la Cámara está presidida por alguien que viene del mundo industrial, del sector del metal, que entiende su función como algo transversal a todos los sectores y a todos puntos, hasta el más alejado de Cantabria y que también entiende la necesidad de tener buenas relaciones institucionales con todos.
Quizá se necesite remozar la imagen de la Cámara, que puede verse como una institución del pasado. ¿Se puede conseguir?
T. D. –Desde luego, se puede conseguir provocando el cambio con acciones e incluso con la oportunidad que tenemos con el cambio del edificio. Es una oportunidad de cambio de imagen y de visibilidad. Si conseguimos ejecutarlo como lo tenemos pensado, la Cámara no será un edificio antiguo, será ese socio que nos ayuda a emprender y con un personal involucrado en llegar a cualquier punto y a cualquier sector de Cantabria. Que no sea una gestión entre cuatro paredes, que se abra más a la calle.
Pero, desde luego, las cámaras no son algo del pasado. Las cámaras tuvieron pasado, tienen presente y serán muy necesarias en el futuro. A través de las cámaras llegan muchos fondos europeos a Cantabria que, si no los gestiona la Cámara, ninguna otra entidad podrá hacerlo.
Somos un vehículo de atracción de inversiones y muy necesario para asociar la parte pública con la parte privada. Eso solo lo puede hacer la Cámara porque es una entidad público-privada y por esa cercanía que tenemos.