Descanso y nutrición
La sociedad actual piensa que el hecho de dormir es perder el tiempo y se ve como algo que no es necesario, sin embargo, es uno de los 4 pilares fundamentales del cuidado de la salud de las personas junto con el comer bien, realizar ejercicio físico y el bienestar emocional.
Cuando se duerme, se descansa, se reparan órganos y tejidos, se realizan conexiones neuronales nuevas y se eliminan sustancias tóxicas. Si no se duerme bien, la acumulación de estas junto con una reparación deficiente, hace que los circuitos neuronales se vayan deteriorando diariamente, lo que provoca que se enlentezcan procesos como el pensamiento y el razonamiento. Además, se gestionan peor los estados emocionales, que es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades como la ansiedad o depresión.
Según la Asociación Americana del Sueño (National Sleep Fundation), los adultos deberían dormir entre 7 y 9 horas al día. En una noche, se suceden 4-5 ciclos de sueño de unos 90-110 minutos de duración. Cada ciclo se inicia con 4 fases correlativas NO REM que finalizan con 1 fase REM, siendo necesario completar múltiples ciclos para obtener un sueño reparador y de calidad.
Mecanismos mediante los que la falta de sueño afecta a la alimentación
Una mala higiene del sueño afecta negativamente a la alimentación, y como consecuencia a un mayor Índice de Masa Corporal (IMC). Hay una mayor ingesta calórica que representa 300-350 kcal/día así como una mayor apetencia por alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares añadidos.
Aumento del apetito
La falta de descanso produce alteraciones a nivel hormonal. La leptina y grelina son las hormonas encargadas de regular el hambre. La grelina estimula el apetito, en cambio, la leptina se encarga de dismimuirlo. Cuando no se duerme lo suficiente, los niveles de leptina disminuyen mientras que los de grelina aumentan, por lo que hay una mayor predisposición a padecer sobrepeso u obesidad, ya que se realizarán mayores ingestas.
Cansancio
Al dormir poco, se aumenta la ingesta de alimentos para cubrir la energía que falta y se aumenta el consumo de café y/o bebidas energéticas, que a su vez provocan insomnio, nerviosismo, ansiedad e incluso molestias gastrointestinales. Además, dificultará la toma de decisiones correctas en la alimentación, y al mismo tiempo, al estar más cansado, se tiene un estilo de vida más sedentario.
Dificultad para perder grasa
Con la falta de sueño, los niveles de cortisol (hormona del estrés) aumentan, lo que impide la pérdida de grasa corporal.
Dormir bien no solo favorece la salud física y emocional, sino que tiene un impacto directo sobre la alimentación. Un descanso adecuado ayuda a regular el apetito, tomar mejores decisiones alimentarias y mantener un estilo de vida activo.
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Lina Granell Vidal
Farmacéutica. Dietista-Nutricionista