La ciencia al día

Nanodiamantes

La ciencia ya no respeta ni los diamantes. Antes bastaba con darse una vuelta por Tiffany´s pero ahora cabe dudar si son de verdad o están fabricados con un nanomaterial que imita a la perfección al más famoso y caro de los minerales existentes bajo la faz del Planeta.
Estos nanodiamantes se componen de nitrito de boro termodinámicamente estable, no de carbono, y por eso los científicos han tenido que trabajar con una escala mucho más reducida que las micras.
Con ello se consigue una resistencia mucho mayor a la altas temperaturas –1.650º Kelvin frente a los 950º de los diamantes– pero, de momento, sólo alcanzan la mitad de la dureza que los auténticos. No obstante, los investigadores prometen superar el mito por completo. Sólo piden tiempo.

Robots humanos

Los robots van a saber cuando necesitamos que nos den una palmada de ánimo gracias a las cámaras y sensores de los que irán provistos, en un proyecto llamado Feelix Growin.
¿Cómo se van a enterar estos seres sin corazón de lo que nos pasa? Muy fácil. Podrán analizar en sus circuitos algunos parámetros como nuestro calor corporal o claves no verbales que emite nuestro cuerpo, por ejemplo, en el movimiento. Y es que, según sus programadores, tanto la forma de andar como el tono de la voz o la expresión de la cara delata cómo nos sentimos.
Lo único que necesitan estos robots es que haya luz suficiente y, por el momento, una especie de marcas en la boca y ojos del propietario, para darles alguna pista.

Tratamiento para la médula

Se acaba de dar un salto de gigante en la reparación de las lesiones de médula espinal con una nueva técnica que, sorprendentemente, se basa en las células olfativas, las mismas que conectan la nariz con el cerebro y nos permiten oler.
La característica especial de estas células es que se regeneran durante la vida. A diferencia de las células-madre son de tipo nervioso, pero, al igual que éstas, son capaces de multiplicarse.
Cuando se transplantan a una columna dorsal rota parecen suministrar una especie de puente para que las células se vuelvan a conectar y recuperen sus funciones, según los experimentos que ya se han realizado con una extremidad.
A pesar de que las células olfativas se descubrieron hace tiempo, hasta ahora no había un equipamiento quirúrgico lo suficientemente sofisticado como para poder manejarlas.

La hierba recuperada

Aparte de una famosa batalla y de un buen jamón, en la región de Las Ardenas también había unas extraordinarias praderas de broma, y no porque fueran de chiste sino por ser de una especie vegetal llamada ‘bromus bromoideus’.
Esta zona, situada entre Lieja y Luxemburgo, se había quedado sin hierba –de muy buena calidad, por el suelo calcáreo– debido a las prácticas agrícolas y a la falta de cuidado. Y, como los bisontes americanos, había entrado en la leyenda. O al menos eso se creía hasta el año pasado, cuando un botánico belga se enteró de la existencia de una pequeña cantidad de broma en un tejado en Flandes y la llevó a unas instalaciones de almacenamiento de semillas en Inglaterra, donde consiguieron que germinase.
Así se ha obtenido una información muy valiosa sobre las mejores condiciones para cultivar este tipo de hierba que, con el tiempo, volveremos a ver en Las Ardenas.

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