Lo que podemos aprender de China

Julio Ceballos, autor del libro ‘El calibrador de estrellas’ y Javier Cavada, presidente de Mitsubishi Power EMA analizan el milagro chino y sus enseñanzas

En un mundo en el que van desapareciendo las certidumbres, China es capaz de mantener inmutables sus planes y cumplirlos. Se habla del ‘milagro chino’, pero Julio Ceballos, en su último libro, ‘El calibrador de Estrellas’, explica qué hay detrás de ese ‘milagro’ y cómo aprovechar todo aquello que resultaría útil en Occidente. En algunos casos solo es necesario recuperar valores que hemos olvidado. Ceballos ha vivido muchos años en China, es uno de los mejores conocedores del país y desde 2006 asesora a empresas occidentales en su implantación en el mercado asiático. En la presentación de su libro en Cantabria contó con otro cántabro, Javier Cavada, presidente de Mitsubishi Power para Europa, África y Oriente Medio, que anteriormente dirigió varias fábricas en China y su diálogo en el Ateneo de Santander es un magnífico resumen de las oportunidades que ofrece conocer mejor cómo actúa el gigante asiático.


Julio Ceballos. En contra de lo que parece, este libro no habla de China. Me he inspirado en China para hablar de nuestro futuro y lo que he hecho ha sido un ejercicio inverso al que hacen los chinos. Los chinos nos estudian permanentemente e identifican cosas que dicen “esto parece que funciona, me lo voy a quedar”, sin entrar en disquisiciones de si es comunista o es capitalista, de si es justo o no.

Cuando la editorial, animada por las buenas ventas del primer libro, me dice: “Julio, sería bueno publicar otro” acabábamos de ser padres. Le pedí a mi mujer si me podía retirar dos o tres días en un monasterio, y allí me di cuenta de que nuestro foco con respecto a China está puesto siempre en dónde China yerra, dónde falla.

Es cierto que China falla porque no es un modelo perfecto, y ellos lo saben, pero nadie pone el foco en qué hacen bien los chinos. Algo tiene que estar haciendo bien cuando han pasado de ser uno de los países más pobres del planeta a segunda potencia mundial.

Cualquiera que haya vivido en China, se da cuenta de que el sistema funciona en muchos aspectos. Yo no lo idealizo, no lo puedo glorificar, porque además no nos serviría. Lo que yo planteo en el libro no es importar el modelo chino, que es inexportable, porque es una flor que crece en su muy particular invernadero y vendría a distorsionar todo nuestro marco de libertades, de derechos y principios que tanto nos ha costado montar. Pero, dejando a salvo ese marco de principios y derechos fundamentales, es verdad que hay una serie de palancas en su sistema que sí que podríamos implantar en el nuestro para mejorarlo.

¿Y por qué hace falta mejorarlo? Pues porque hay una guerra en territorio europeo y la paz se está negociando sin tener en cuenta a Europa, que no es capaz de hacer valer su voz. Es algo insólito.

Yo he procurado ser optimista y no rebañar en esa sensación de decaimiento. He intentado escribir un libro constructivo, pragmático y sobre todo optimista, escrito desde la premisa de que todavía tenemos tiempo de que Europa se ponga las pilas, decidir qué queremos ser en el 2050 y ponernos a ello.

Javier Cavada, que me acompaña, representa, aunque él diga que no, porque es una persona muy humilde, el mérito, el esfuerzo, los planes a largo plazo. Nadie llega a la posición en la que él se encuentra ahora. Es el único occidental que es miembro del comité de dirección y del consejo de administración de una multinacional japonesa.

Nada es azaroso en el mundo. No es casual el milagro económico chino ni tiene nada de milagroso. No es milagroso que Javier Cavada sea CEO de Mitsubishi Power para la mitad del mundo. Es fruto de todo eso de lo que habla el libro, de poner el foco en la educación, en la excelencia, en el talento, el esfuerzo, el afán de superación y en la paciencia.

Javier Cavada: Desde los Juegos Olímpicos de 2008, China se ha ido abriendo y haciendo una apertura a toda velocidad.

A mí me gusta mucho leer pero aún no he podido leer el libro completo, y hay una parte en la que me he sentido muy, muy identificado. De cuando Julio habla de que su abuelo era chino. No lo era, claro, pero él cuenta que su abuelo se comportaba como un chino. Era una persona que tenía muchas ganas, mucha ambición, nunca tiraba la toalla. Pensaba en trabajar, trabajar y trabajar; en sus hijos, en sus nietos, en la familia, siempre haciendo planes y dejando la vida por su familia.

‘Yo no idealizo lo que hace China, pero algo tiene que estar haciendo bien si ha pasado de ser uno de los países más pobres a segunda potencia mundial’’

Y yo pensaba en mi padre, que también tenía una vida de ese tipo. Iba a trabajar una empresa, después se iba a otra…

Esa manera de ser ya no está de moda. Pero yo me considero bastante chino. Cuando nació mi hija, la empresa me dijo: necesitamos que vayas a China una o dos semanas a enseñarles. Lo hablé con mi mujer y me dijo: “vete, seguramente sea la última vez que puedas ir a China”. [Luego, Cavada pasaría años dirigiendo fábricas en China]

Me fui dos semanas y allí los ojos no se me pusieron achinados, se me pusieron súper, súper abiertos por todo lo que estaba ocurriendo.

Era 2007-2008. Iba con la intención de enseñar, de llevar tecnología europea allí y, en un futuro, participar en el mercado chino y lo que me encontré era otra cosa diferente. Donde en España necesitábamos diez personas para hacer algo, allí se necesitaban cincuenta. Pero la gente no dejaba de trabajar. Se centraban siempre en progresar. El que ganaba un euro al mes, al año siguiente ganaba cinco; al siguiente iba a ganar 10. Al otro iba a ganar 30. Tú puedes pensar ‘¡qué miseria!’, pero remando la misma dirección, todo el mundo estaba creciendo exponencialmente. Y veías familias que en veinte años han vivido lo que en Occidente hemos vivido en 200.

La China tradicional y la China contemporánea conviven en un país extraordinariamente complejo que, sin embargo, tiene los objetivos muy claros.

En este libro, Julio nos desnuda lo que China ha conseguido y las claves para llegar a este sitio. Y nos da un toque de atención, nos abre los ojos y nos da una guía porque, efectivamente, hoy el mundo, está muy complicado, pero estamos en un momento geopolítico en que tenemos una oportunidad gigantesca de levantarnos y con los cimientos de los valores que tenemos en Europa, volver a ser esa potencia que hemos dejado de ser y que cada día estamos siendo menos.

Julio Ceballos: Lo que acabas de decir sobre remar todos en la misma dirección es clave, pero para que todo el mundo reme en la misma dirección hay que tener claro hacia dónde se va y el gobierno chino se lo deja muy claro a su población. Les bombardea con proclamas, pero es cierto que les da un rumbo y les explica el por qué. En el fondo de ese rumbo late una idea muy potente y es que China se empobreció y pasó a la irrelevancia total fruto de su pérdida de soberanía.

Ellos eran primera potencia mundial, lo llevaban siendo durante 2.500 años y durante el Siglo de la Humillación [de mediados del XIX a mediados del XX], las potencias occidentales les demostraron que habían perdido el tren de la tecnología. Os aseguro que China no va a volver a perder ese tren.

‘Un chip chino va a reducir en un 90% el consumo de los ‘datacenter’. A los que quieren construir uno, les recomiendo que esperen seis meses’

Y ha entendido –y esa es una de las grandes lecciones– lo vital de la industria, mientras que los países desarrollados de Occidente han ido subcontratando buena parte de la producción a Asia.

Japón no se ha terciarizado tanto, como tampoco lo ha hecho Alemania, porque son países que han entendido que sin industria no hay soberanía. Parece que las fábricas y las chimeneas son algo del siglo XX, pero sin industria no hay soberanía.

¿Y qué es la soberanía? La soberanía es poder elegir tu destino, ser dueño de tus decisiones, no depender de que otros tienen mascarillas. Y las mascarillas solo son una pequeña muestra. Es que no hay paracetamol, es que no hay células fotoeléctricas, es que tampoco hay muchas otras cosas.

El gobierno chino tiene muy claro que no puede hacer nada ni puede explicar de nada a su población si no está suficientemente educada. Por eso pone el foco en la educación como motor de crecimiento.

Aquí la educación es un derecho, en China también, pero allí, además, es una exigencia de la supervivencia, porque nadie da nada por ganado.

Los occidentales solo representamos el 12% de la población mundial. El otro 88% no vive en un lugar tan maravilloso como es la Unión Europea, que lo es, con un estado de bienestar magnífico, como el nuestro, en el que uno sabe que si se cae, si se tropieza, por mala suerte, por descuido o por falta de reflejos, hay un colchón para recogerle.

Ellos, en cambio, son conscientes de que nadie va a ir a salvarles, y en esa lógica de ‘nadie te va a venir a rescatar y que cada palo aguante su vela’, saben que dependen de sí mismos, de su formación, de su capacidad, de sus competencias, de sus logros y también de sus contactos, de los logros de aquellos que le deben algún favor, de sus parientes o de sus amigos, porque la suerte es volátil.

Ellos tienen una serie de rituales, una cabalística para que la suerte les sea propicia, pero saben que no es controlable. Por eso piensan: fórmate de la mejor manera, porque aquello que no leas puede costarte la vida. Aquello que tú no aprendas te puede representar el perder una gran oportunidad de trabajo o, sencillamente, salir adelante.

La mayor parte del mundo piensa en esos términos, no sólo en China, también en el resto de Asia, África, Latinoamérica: los primeros serán los primeros y los últimos serán los últimos. Y para no ser de los últimos tienes que esforzarte.

China no es un modelo a copiar, es una inspiración. La inspiración de un país que no sólo ha subido a la superficie, sino que está en posición de ganar a cualquiera en cualquier sector.

Javier Cavada. La suerte es muy importante. Pero la tecnología, los estudios, la educación y, sobre todo, las ganas, son las que ponen la suerte de tu lado.

Me voy a referir a un hecho muy reciente. El sector de los datacenters nos va a alimentar en los próximos diez o veinte años, ya sea en forma de industrias, tecnología, trabajo, o desarrollo, pero hay una empresa china que ha sacado un nuevo chip que necesita en torno a un 80 o un 85% menos de energía para ser refrigerado.

Los centros de datos necesitan un montón de energía para mantener la información siempre estable, al 99,999…%, y hay que refrigerarlos, porque un chip de datacenter quema, es como el tostador. Y para refrigerarlos tienes que meter electricidad.

‘Lo que hay que hacer es mandar la gente joven fuera, te abre la mente y aprendes muchísimo’

Para 2040, en nuestro planeta hará falta tres veces más de energía eléctrica, se dice –y va a ser bastante más por la velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos– pero ha aparecido, no se sabe de dónde, una empresa china con este chip que solo necesita una novena parte de energía que el que estaba rompiendo todos los moldes en EE UU y es posible que en cinco o seis meses todo el sector de datacenters cambie completamente. Así que, a quien esté construyendo uno, le recomiendo que espere seis meses.

Julio Ceballos. Los logros chinos son inapeables. Lo que lo que han conseguido en 40 años es insólito.

Todos sabemos lo que no queremos copiar de China.  No queremos copiar su autoritarismo, no queremos copiar la vigilancia excesiva a la ciudadanía, no queremos copiar el control excesivo del mercado. Pero lo que sí que hacen bien, y que es adaptable a nuestro sistema, que no es incompatible con nuestros valores y que sí que podemos copiar, es la meritocracia –que no es exclusiva de China–, la cultura del esfuerzo, el establecer metas y una hoja de ruta para lograrlas… 

Este señor [refiriéndose a Javier Cavada] no es el CEO de Mitsubishi porque su padre sea el fundador de Mitsubishi, es fruto de una selección meritocrática.

Julio Ceballos, el autor del libro ‘El calibrador de estrellas’

Javier Cavada: Efectivamente, debido a que con la relajación y el bienestar es difícil mantener el esfuerzo, en Europa vamos a perder bienestar. No es un cuento de viejas.

Es necesario seguir esforzándonos para poder seguir teniendo espacios de bienestar, y eso China lo tiene muy claro, y Japón también lo tiene muy claro.

Europa ahora mismo está siendo el museo de lo mejor de la historia de los últimos 1.000 años y un documental de cómo la riqueza desaparece rápidamente.

Julio Ceballos: Se habla de que Europa no puede perder relevancia internacional, de evitar perder poder de negociación. En el fondo de lo que se trata es de no perder calidad de vida, ese bienestar que al tiempo nos adormece, porque sabemos que si te caes habrá un colchón o una red para amortiguarlo, que no te va a pasar nada. Eso, de alguna manera, nos paraliza y nos atrofia nuestra capacidad de reacción.

En Occidente cada vez somos menos dueños de qué rumbo toma el mundo, cada vez tenemos que consensuar más con gente de culturas, valores y prioridades muy diferentes a los nuestros. Gente que tiene la supervivencia, la necesidad, el hambre y las ganas muy presentes, las tiene fresquísimas.

Tenemos que empezar a mirar qué hacen otros y no sólo hacia el Oeste; sus buenas prácticas, sus ideas, sus procesos. Tenemos que empezar a mirar también hacia Asia, porque el poder se desplaza hacia allí.

Salir de Cantabria

Javier Cavada. Es increíble la cantidad de gente española que está en posiciones impresionantes en todo el mundo, con unas grandes capacidades, pero tenemos ese punto quijotesco de que nos autoflagelamos, nos vemos peor. Me pasa lo mismo con Cantabria.

Lo que hay que hacer es salir. Mandar fuera a la gente joven, sobre todo a los que no quieren ir, mandarla fuera a estudiar o a trabajar y cuanto menos quieran, más lejos, porque se aprende muchísimo.

A mí, mis padres me mandaron a estudiar a Inglaterra en verano, y yo no quería ir. Una vez allí, no quería volver. Aprendes mucho, abres la mente y ves más posibilidades.

Yo no tendría el puesto que tengo, ni hacer mucho más de lo que yo soñaba que podría hacer sin haber ido a China. En China ves que lo que se puede hacer con muy poco, que todos empujan, que no hay limitación, que la limitación se la pones uno.

¿Cómo implantar eso en Cantabria? Solo saliendo de Cantabria. Si vas por el Paseo de Pereda a trabajar y vuelves a casa y de ahí a trabajar, pues eso es lo que vas a obtener. Pero si sales a un sitio complejo, traerás valor aquí, no tengo duda.

Julio Ceballos: En este libro he seleccionado 18 aprendizajes. Y hay aprendizajes para el lector y lectora de a pie muy fáciles de implementar en el día a día, como es incorporar hábitos saludables inspirados en la medicina tradicional china o leer más, sí leer más.

A nivel empresarial, hay una serie de capítulos orientados a saber cómo negociar mejor con China, porque nos vamos a encontrar a los chinos antes o después. Aunque no vayas a China, los chinos van a venir aquí y te van a plantar cara, vas a competir con ellos. Por tanto, es útil aprender a negociar con China en términos prácticos y eficaces.

Otro consejo que doy es echar el balón al terreno de juego. Olvídate de “¡es que Sánchez”!, “¡es que vaya clase política…!”. Los equipos de fútbol no entrenan para lluvia. ¿Y si en la final llueve? Tu entrenas todos los días para ganar, si llueve y si no llueve. No podemos seguir echando balones fuera. 

“Si no me han dado la subvención, pues ya no me hago empresario..”. No vale echar balones fuera, tenemos que responsabilizarnos de nuestro destino. 

En estos días, los periodistas me han preguntado sobre los kits de supervivencia 72 horas. Yo he sido boy-scout y nos decían: tú tienes que tener en casa velas, cerillas, agua… Es que es básico. El ejército austriaco ya le dijo a la población hace siete años que tenía que prepararse para una caída la red eléctrica. Es de cajón estar prevenido.

Mi mujer y yo tenemos la buena costumbre de echar cuentas a final de año sobre que ha salido bien, que ha salido mal, qué nos hemos propuesto y hemos conseguido y qué no. Y da igual quién esté en Bruselas o quién esté en la Casa Blanca.

Hace un mes estuve en Barcelona ayudando en el proceso de formación de un chico chino que se va a encargar de toda la distribución de una marca española potente en China. Le conocí hace quince años. Tiene la educación general básica china y viene de un entorno rural muy pobre, la China muy profunda, donde lo único que hay es cacahuetes.

Ha ido a Barcelona, a una empresa con 75 años de historia, que tiene distribución en más de 50 países y se han quedado alucinados de la cantidad de preguntas que hace el chino. ¿Creéis que él está pensando Xi Jinping? ¡No, él tiene su propio plan quinquenal!

Javier Cavada. China es un país gigantesco donde convive en una misma ciudad el que está en nuestro año 1950, es que está en nuestro 1980 y el que está en el 2032. Cómo gestionar ese gigante con tanta gente es algo muy complicado. Yo creo que eso sólo puede ocurrir en un país colectivista, donde sigan un plan.

Aquí en Europa también tenemos planes, planes continuos, pero no son verosímiles, somos muy hipócritas, y no se cumplen. En China se hace un plan y ese es el plan, no se mueve.

La globalización

Julio Ceballos: Yo solo añadiría un proverbio muy famoso de los chinos que dice que el mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años y el segundo mejor momento es hoy.

No podemos fustigarnos pensando en que si hubiésemos hecho esto hace 20 años… Ellos lo hicieron y hoy están cosechando los frutos de esa política de hace 40 años y de hace 30.

Bueno, pues ahora Mario Draghi viene con un informe que básicamente dice que hay que hacer lo que hacen los chinos desde hace mucho. La lógica de este libro es no es pronto pero tampoco es tarde.

Hablan ahora de que la autonomía estratégica de Europa en defensa en cuatro años es imposible, pero si no empezamos no la vamos a tener tampoco en 40. Hay que empezar por algún sitio y no atascarnos en que esto lo debiéramos haber hecho en el año 2000.

No obstante, hay algo anómalo en que siendo occidente el 12% de la población mundial, tengamos el 50% de la riqueza. Así que vamos a ser testigos de una convergencia entre peso demográfico y peso económico. Parece lógico que si China representa el 16% de toda la población mundial, tenga el 16% de la riqueza. Además es algo profundamente democrático y nosotros somos los adalides de la democracia.

Criticamos la globalización, pero yo soy hijo de la globalización. Por tanto, yo solo puedo aplaudirla. Porque la globalización es que esta luz la alimentan centrales que a su vez se alimentan con hidrocarburos que vienen de desiertos remotos.

‘No podemos fustigarnos con lo que no hicimos hace 20 años. Empecemos a hacerlo ya’

La globalización es que este micrófono venga de un sitio que está a 10.000 kilómetros de aquí y lo haya producido muy barato gente de la que no sabemos nada.

La globalización es poder ir un fin de semana a Roma por un precio módico, es poder ir a estudiar al extranjero. 

Todo eso es magnífico y se explica, en buena parte, por China, que está en el eje de la globalización.

Hay quien dice que la globalización empezó con el galeón español a Manila, pero la palabra, como tal, surge a finales del siglo XX, con la era informática y, sobre todo, con la conversión de China en la gran fábrica del mundo. Sacando a China de la ecuación no se puede explicar la globalización.

Yo creo que es algo bueno pero, ojo, tenemos que entender que la propia palabra globalización implica que hay un riesgo de pérdida de identidad cultural. Por tanto, tendremos que protegerla, y para eso, lo primero que tenemos que hacer es fomentar el patriotismo cultural.

China genera y consume cerca del 40% de la energía del mundo. En la foto, la presa de las Tres Gargantas.

El patriotismo cultural es tan sencillo como entender que aquello que nos une es más de lo que nos separa y que ese patrimonio de logros históricos, de valores, de conquistas, de desarrollos tecnológicos es lo que explica que estemos aquí y debemos mantenerlo vivo y activo.

¿Se trata eso de no ir jamás a McDonald’s? No, hombre, lo que no deberías es comer en McDonald’s todas las semanas, por decir algo.

La globalización también implica que no tenga un sesgo occidental. Claro, sólo nos gusta la globalización si la controlamos nosotros, y la globalización también consiste en dar voz a todos esos que hablan un idioma diferente al nuestro.

Javier Cavada. Yo creo profundamente en la globalización, pero como todo en la vida, con ciertos límites, con ciertas líneas rojas y con sentido común.

Globalización también es que yo pueda estar el fin de semana con mi familia en Londres, el lunes me vaya a Bruselas, el miércoles a Ciudad del Cabo y el jueves vuelva, pase por Alemania, donde tengo unas reuniones y hoy esté aquí. Hace veinte años, necesitaría un mes para hacerlo.

Un ejemplo de globalización que a mí me tocó la fibra fue al llegar por primer vez al cuartel general de Mitsubishi. En el vestíbulo había una bandera española (son poco pelotas en ese sentido) y una gran estatua de Cristóbal Colón de mi tamaño. Yo estaba superagradecido pensando que habían puesto la estatua para darme la bienvenida. Pero empecé a preguntar y obviamente no la había puesto por mí.

La estatua estaba en la recepción de la sede porque el presidente de este grupo, con varios cientos de miles de empleados, quería que el navegador, explorador e ingeniero Cristóbal Colón les inspirase cada día a romper barreras, a colaborar con otros continentes y meter eso en la cabeza de todos sus ingenieros.

Era un homenaje a la globalización, a abrir puentes, a no cerrarte a los diferentes.

Para mí la globalización ha traído una nueva época de bienestar y riqueza a este planeta. Solo hay que pensar que hace 100 años éramos 1.500 millones de habitantes y ahora estamos cerca de los 9.000 millones.

Todo mejora por asociarse. Somos un equipo en este planeta pero tenemos que defender las características de cada jugador del equipo.

La eficacia de nuestro sistema

Julio Ceballos: Cristóbal Colón le dio a la humanidad una nueva imagen de sí misma. Gracias a él empezamos a ver el planeta como un todo redondo.

Una de las cosas más llamativas de La Pepa, la constitución de 1812 es que igualó en derechos a todos los ciudadanos de la España de ultramar. Eso es la globalización.

El otro día estaba en una gran librería austriaca donde había toda una estantería dedicada a la decadencia de Occidente. Ese discurso tan negativo, yo creo que es contraproducente, porque no se trata de pensar que somos mejores, pero tampoco de tener esa culpabilidad orgullosa, porque esa flagelación no te mueve a la acción, no te despierta.

Internet es un grandísimo regalo que le ha hecho Occidente al mundo. Y creo profundamente en nuestro sistema, que se ha demostrado benigno, resiliente y más poderoso que otros cuando es eficaz.

Cuando pierde eficacia, crecen los populismos, crecen los sistemas radicales y se pone en tela de juicio la democracia. Afortunadamente, la democracia es un artefacto curioso porque cuando su prestigio está en horas bajas es cuando se demuestra más capaz de reinventarse, y se ha reinventado muchas veces.

Yo a todo lo que aspiro con este libro es a generar un debate. Que quienes lo lean saquen la conclusión de que reducir el uso de los móviles a los niños a solo una hora es una buena idea, o que el sistema chino de fomento de la lectura, que ha logrado que millones de personas puedan publicar y que cientos de millones lo lean, también es aplicable en nuestros países. Cosas muy lógicas y de fácil implementación.

Javier Cavada. Estoy completamente de acuerdo y solo diría que el sistema son los individuos preparados, formados…

Con el sistema que tenemos ahora, con líderes territoriales, nacionales, europeos con ganas somos imparables, pero hay que empezar por uno mismo. Lo más cómodo es echar la culpa al de al lado, al de arriba, al de más arriba… y decir que el que gobierna es malo. Pues seguramente lo es, pero gobiérnate tú. El sistema que tenemos nos permite una libertad enorme de conseguir cosas. Nunca en la historia de la humanidad hubo unas oportunidades semejantes. Aprovechémoslas, nos esperemos a que otros nos lo digan porque no nadie nos lo va a decir. 

Julio Ceballos. El idioma es la primera y la principal barrera que uno se encuentra la vida en China y al hacer negocio con los chinos, y los chinos saben que su idioma es muy complejo y les aísla. Ellos han tenido siempre a la introspección y al aislamiento.

¿Entonces, el chino va a reemplazar inglés? No, y ellos no lo pretenden, no está en su hoja de ruta. Quieren que el chino siga siendo una barrera de acceso a China.

La revolución energética

Javier Cavada. Llevo en el sector energético veintipico años, y hace veinte años la energía solar era una energía para la universidad, una energía subsidiada. Llegó China, montó sus cadenas de suministro y el coste del Kwh se redujo brutalmente del 100% al 4% en dos años. La energía solar pasó a ser la más barata en generación. Con las baterías está ocurriendo algo parecido en los dos últimos años.

Japón, Corea del Sur y China están invirtiendo en dominar las cadenas de suministros. En Mitsubishi somos el número uno en cuota de mercado mundial pero la mitad de nuestras ventas se hacen a China. Y en China no puedes vender tú solo. No vas tú con cara de europeo o de japonés. Vas con un socio chino que es el que vende realmente. China va a ser socio de todo el que quiera ser relevante.

China es el mayor generador de electricidad del mundo, cerca del 40% de toda la que produce y consume el planeta, obviamente para fabricar todo lo que le compramos. Y todo no es renovable, pero es el que más renovable está montando del mundo. Pero también es el que más carbón tiene, el que más diésel tiene, el que más fuentes contaminantes tiene.

China tiene un camino de 30-40 años claramente definido y tiene el plan para cada trienio, para cada quinquenio, lo tienen muy claro y está ocurriendo. China planifica y cumple. Es lo que nos falta en Europa. No planificamos o hacemos planes demasiado bonitos que sabemos que no vamos a cumplir y esperamos que los cumpla el que venga después de las elecciones.

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