Aldeas Activas: Un nuevo modelo de vida para los mayores
Alejandro Varona prevé materializar el proyecto en 2026
Alejandro Varona se ha propuesto transformar el envejecimiento de los cántabros con la puesta en marcha de Aldeas Activas, una fundación social que pretende impulsar un pequeño núcleo de viviendas en un entorno rural. Allí, los habitantes podrán disfrutar de una vida plena e independiente en los últimos años de vida, residiendo en sus casas y con una atención médica eficiente gracias al control a distancia que permiten las nuevas tecnologías.
El futuro de las personas en edad de jubilación no tiene por qué pasar por una residencia geriátrica ni por una situación de vulnerabilidad o de soledad no deseada en sus propias viviendas. Esa es la convicción que ha llevado a los cántabros Alejandro Varona y Juan Miralles, creadores de la fundación social Aldeas Activas, a impulsar un nuevo modelo geriátrico en el que los residentes pueden envejecer de manera activa en sus casas y sin perder un ápice de su autonomía.
La intención de los emprendedores es promover en Cantabria una pequeña aldea formada por unas 45 viviendas modulares unifamiliares de rápida construcción y proporcionar a sus habitantes un entorno en el que vivan con comodidad, disfruten de actividades recreativas, cuenten con apoyo médico y, al mismo tiempo, mantengan su independencia.
‘Nuestro modelo de teleasistencia previene enfermedades’
Según Varona, cada vez son más las personas que optan por vivir en estas comunidades. Es un modelo que existe desde hace décadas en Estados Unidos y que empieza a introducirse en Francia y Holanda, y que genera un motor económico importante. Quienes eligen vivir en este tipo de aldeas no buscan una atención médica constante –por lo general, se trata de personas en la antesala de la vejez y con escasos o nulos problemas médicos–, sino un ecosistema que les atienda únicamente cuando lo necesiten y un servicio de apoyo diario.
El formato dista mucho de la ayuda a domicilio facilitada por los ayuntamientos o de los apartamentos para mayores. “Es un sistema intermedio que te da la posibilidad de vivir en tu hogar, pero en un medio adaptado, en un pueblo, donde recibes unos cuidados centralizados. Hemos visto que el 80% de la población quiere envejecer en su casa y solo el 20% cuenta con los apoyos suficientes para hacerlo”, destaca Varona.
Su planteamiento es que los residentes puedan vivir en armonía con la naturaleza y realizar todo tipo de actividades desde que se levantan hasta que se acuestan, asistir a clases de yoga, hacer senderismo, jugar a las cartas con sus amigos en una cafetería, celebrar reuniones con familiares o participar en talleres de pintura y cerámica, acudir a conferencias o cultivar tomates en su propia huerta. “No dejamos de movernos porque nos hacemos mayores. Nos hacemos mayores porque dejamos de movernos” sostiene.
Para llevar a cabo el proyecto social, la Fundación necesita una concesión de suelo rural de gran tamaño, algo que espera conseguir sin demasiados problemas porque la iniciativa ha tenido buena acogida en el Gobierno regional y en muchos ayuntamientos, incluso de otras comunidades, que están interesados en darle cabida.
Su intención es poner en marcha la primera aldea en Cantabria, por ser su tierra natal y “un paraíso en el que cualquier persona quisiera vivir su vejez”. Aún está por decidir en qué municipio arrancarán su actividad, pero la demanda parece estar garantizada, ya que su lista de prerreservas está copada de clientes que quieren venir desde Estados Unidos, África, Inglaterra y de otras partes de España, sobre todo de Valladolid, Zaragoza y Burgos.
Un ahorro mayúsculo
El modelo de Aldeas Activas ofrece a los residentes una monitorización de las constantes vitales y biomarcadores durante las 24 horas del día. Gracias a un desarrollo tecnológico basado en una variada gama de sensores, puede captar variables vitales como los niveles de glucosa o los de oxígeno en sangre y cerebro. A partir de estos datos, el sistema puede detectar patrones anómalos y desplegar un operativo que actúe con rapidez, antes de que surjan contingencias médicas. “Nuestro modelo de teleasistencia previene enfermedades, no actúa de manera reactiva, sino preventiva. Así somos mucho más eficaces en la atención y ahorramos costes operacionales a las familias y a la organización, pero también gastos sanitarios a largo plazo a la Administración”, explica Varona.
En su opinión, es más efectivo que el ‘medallón’, que suele usarse en situaciones de dependencia, debido a que ese dispositivo solo cumple con su cometido cuando el usuario pulsa el botón a tiempo y, lamentablemente, en muchos casos, no son capaces de hacerlo antes de sufrir un contratiempo médico. La metodología de Aldeas Activas es distinta: En caso de emergencia –detectada antes de que ocurra gracias a la inteligencia artificial–, se activa un sistema capaz de apagar los electrodomésticos y el gas y abrir la cerradura a la unidad asistencial que esté a cargo del usuario. Esta funcionalidad es muy ventajosa, especialmente en situaciones complejas en las que el individuo está indispuesto.
La Fundación asegura que apostar por este modelo puede suponer un ahorro de entre 6.000 y 9.000 euros por persona a lo largo de su vida en gastos generados al sistema sanitario.
Aldeas Activas está concebida para liberar presión sobre los sistemas saturados de dependencia, mejorar la dignidad de las personas mayores en la última etapa de su vida y ser un motor económico en la región. “Un ingreso hospitalario de tres días le supone 2.500 euros a la Administración”, recuerda Varona. No solo es una cuestión económica: “Si, por ejemplo, detectamos anomalías en los niveles vitales como en el oxígeno en sangre, nos anticipamos a posibles emergencias sanitarias y actuaremos a tiempo evitando hospitalizaciones”.
Varona añade que su modelo de teleasistencia con biomarcadores es un mundo en pleno desarrollo y está convencido de que en un futuro cercano será posible anticiparse a las infecciones de orina y al inicio de otras patologías graves e ingresos de larga duración. “Vemos si el sistema inmunológico está débil. No esperamos a que el usuario empeore”, añade.
Además, puede identificar de manera precoz si un usuario pierde ciertas funciones motrices, una estrategia clave a la hora de minimizar el riesgo de fracturas por caídas, cada vez más frecuentes con los años.
Las unidades de atención domiciliaria de los hospitales realizan un recorrido diario por las viviendas de sus pacientes. Varona cree que podrán beneficiarse de su sistema y servicios en el domicilio para llevar un control más exhaustivo de los pacientes, gracias a que pueden proveer datos de los pacientes en tiempo real, un factor determinante en la toma de decisiones clínicas.
Una vez puesta en marcha la primera aldea en Cantabria, –el objetivo es comenzar a construirla en 2026–, Varona no descarta replicar la iniciativa en otros lugares del país. Considera que la región puede convertirse en un escaparate para este tipo de iniciativas y cree que el proyecto será una herramienta muy eficaz contra el despoblamiento rural y un motor para las economías locales.
David Pérez