JAVIER LÓPEZ MARCANO, CONSEJERO DE TURISMO

Pregunta.- La Consejería ha convertido este año jubilar en un hecho regional y algunos lebaniegos se han quejado de que eso quita protagonismo a su comarca.
Francisco Javier López Marcano, consejero de Cultura, Turismo y Deporte.– Es posible que fuera un acontecimiento comarcal hasta diciembre de 2005 pero, desde la entrada en vigor de los Presupuestos Generales del Estado, nos hemos planteado superar ese carácter para conseguir ya no sólo la internacionalidad, sino la universalidad. Si somos hábiles a la hora de gestionar los beneficios fiscales que nos ha otorgado la Ley 30/2005 de Presupuestos, la marca Cantabria se consolidará por encima de localismos o comarcalismos. Los lebaniegos aducen que pensamos poco en ellos y los demás nos acusan de lo contrario. Son meras anécdotas, siempre que seamos capaces de generar una sinergia envolvente y conjugar la vertiente religiosa de este acontecimiento con la civil.

P.- ¿Qué flujos espera la Consejería? ¿La infraestructura lebaniega es suficiente para poder acogerlos?
R.- La oferta hotelera de esta comarca es reducida y, al margen de otras más o menos desleales o clandestinas, hay unas dos mil plazas censadas en sus siete ayuntamientos que, si se ocuparan todos los días, podrían acoger a unos 720.000 turistas al año. Si en 2006 se cumple el hito histórico que esperamos y llegan a Cantabria dos millones de personas, eso debe inundar toda la oferta hotelera de la región ya que visitar Santo Toribio no implica pernoctar allí y se puede recorrer toda la geografía regional. De ahí que sea necesario anteponer el concepto ‘Cantabria 2006’ al de ‘Liébana Tierra de Júbilo’, porque es más fácil llegar a lo universal desde lo regional que desde lo local.

P.- ¿Cree que las empresas son conscientes de los beneficios que pueden obtener de las exenciones fiscales a las que antes aludía?
R.- De momento, los beneficios fiscales han pasado un tanto desapercibidos porque apenas han transcurrido tres meses desde que se aprobaron y no son fáciles de explicar. En síntesis, consiste en que las empresas que aporten ayudas al programa ‘Cantabria 2006-Liébana Tierra de Júbilo’ tienen derecho a exenciones fiscales de un 15% por los gastos realizados en publicidad y promoción o a rehabilitación del patrimonio, y del 95% de impuestos como el IAE.
Para empresas nacionales o multinacionales que invierten una parte importante de sus presupuestos en estos conceptos es muy importante.
La autorización para utilizar el logo de la conmemoración o vender productos oficiales es la contraprestación que la sociedad promotora del Año Jubilar Lebaniego concede a las empresas por el hecho de realizar aportaciones dinerarias.
Para gestionar los fondos se ha creado esa sociedad promotora del Año Jubilar Lebaniego y, para certificar y validar los gastos, un consorcio integrado por los Ministerios de Cultura y Hacienda, la Administración autonómica y, por expreso deseo mío, por los alcaldes de Potes y Camaleño.

P.- ¿No resulta paradójico que las empresas foráneas se hayan interesado antes que las cántabras por estos beneficios?
R.- No lo considero así porque, después de convocar el preceptivo concurso público, hemos adjudicado la gestión de los patrocinios a la empresa Auditores Asociados de Galicia, experta conocedora de los entresijos de este tipo de efemérides porque ha intervenido en los Xacobeos o en ‘Salamanca Capital Cultural 2002’. Su experiencia es la que les ha llevado a contactar primero con grandes empresas como Campsa, Repsol, Carrefour, El Corte Inglés, Banco de Santander, Procter and Gamble, Enel Viesgo, Mahou o Caja Cantabria, pero que hayan empezado por arriba no significa que no vayan a llegar a otras.
Nos interesa que las empresas cántabras se impliquen con este acontecimiento que no sólo dura un año, del 23 de abril de 2006 al 22 de abril de 2007, y no sólo tiene una motivación religiosa, sino también cultural, turística y social.

P.- Son pocos los acontecimientos nacionales que obtienen estas exenciones fiscales
R.- Sólo uno o dos al año, porque para la Administración central y autonómica supone un esfuerzo fiscal. El primer Xacobeo que contó con exenciones fiscales fue el de 1993 y, desde entonces, se ha abierto una puerta que se administra gota a gota. Le expliqué a Miguel Ángel Revilla el interés y la relevancia que podía tener para nosotros. Se mostró muy receptivo y, casi inmediatamente, nos reunimos con el portavoz del Grupo Socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, que lo entendió perfectamente y se comprometió de forma instantánea y total. Él se lo fue trasmitiendo a los titulares de los ministerios implicados, Solbes y Carmen Calvo y, en otra instancia, a Rodríguez Zapatero.
Para el Estado, conceder estas exenciones fiscales a Cantabria merma su capacidad recaudatoria y va en detrimento de otras comunidades que también suspiraban por ellas.

P.- ¿Son más importantes los ingresos directos que eso aportará o la presencia constante del logotipo del Año Jubilar fuera de Cantabria?
R.- Lo importante es que se hable del Año Santo de Cantabria 2006 durante mucho tiempo, que se vea en distintos soportes promocionales y en los medios de comunicación generalistas y especializados y que las grandes empresas reparen en nuestra existencia. Debe servir para que cuando viajemos a un país de habla hispana nos reconozcan. Todavía hay lugares donde la marca Santander es superior a la marca Cantabria, que es la tierra común y protectora que nos engloba a todos.

¿Retraso?

P.- Las campañas promocionales de la Consejería y el efecto de esta política fiscal prácticamente han empezado con el año jubilar ya en marcha ¿No deberían haberse adelantado?
R.- Sería materialmente imposible sostener una promoción turística durante todo el año por lo que hacemos dos oleadas, una en abril y otra en octubre. No obstante, la campaña empieza en enero con la asistencia a ferias como Arco o Fitur y hemos alcanzado la cifra más alta, al haber acudido en un año a 49 ferias (25 de ellas internacionales) y organizado unas ochenta acciones promocionales. Estamos 250 días al año de promoción.
Yo soy el primer comercial de la política turística cántabra pero, por su fuerza mediática y la energía que trasmite, tengo una ayuda inestimable del presidente Miguel Angel Revilla que cada vez que interviene en un programa nacional aprovecha la ocasión para introducir un discurso infestado de mensajes promocionales, que van desde las anchoas del Cantábrico a nuestro patrimonio subterráneo. Eso también es promoción, porque la promoción es un estado mental, una actitud.

P.- ¿Tenemos masa crítica suficiente como para rentabilizar esas misiones comerciales en el extranjero?
R.- La tenemos y, además, el aparataje promocional y la folletería han cambiado de forma apreciable en esta legislatura. Eso no significa que la campaña ‘Gran Reserva’ no fuera buena pero prefiero la de ‘Cantabria Infinita’ y la línea editorial actual. La gestión se hace desde la unidad y es como si ya no fuéramos la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte sino ‘Cantabria 2006. Liébana Tierra de Júbilo’. Y tenemos formas de hacernos conocer. A mí me gusta decir que vengo de la tierra de Altamira, del Banco de Santander, Severiano Ballesteros, de Oscar Freire…

P.- ¿Podemos entrar en el circuito de los touroperadores?
R.- Es difícil porque Cantabria, tiene singularidades y, como producto, ha de competir con nombres como Andalucía, El Caribe o Brasil y con paquetes turísticos como el “visite Praga 3 días todo incluido por 250 euros”. A eso oponemos un turismo de calidad que busca la excelencia. Y las cifras, más consistentes que las opiniones, demuestran que estamos en la línea correcta.

P.- ¿Qué acontecimientos podemos esperar de este Año Santo, muy anunciado pero aún poco materializado?
R.- No todos tenemos los mismos gustos, así que habrá personas que recuerden esta conmemoración por el extraordinario espectáculo que nos regalará Valerio Cesti en Comillas, Santillana o Santander; por los conciertos de Plácido Domingo, Il Divo o Bon Jovi; por los ciclos de conferencias de profesores célebres de la Universidad de Cantabria y la UIMP; por la red de albergues que estamos tejiendo; por la adquisición de las torres medievales de Vega de Liébana o por la transformación que va a experimentar la plaza de Potes. Es un efecto envolvente que va a beneficiar a todos los municipios cántabros con actuaciones de pequeño o gran formato. Por primera vez en la historia, los cántabros sabremos qué es un Año Santo. Los anteriores han pasado sin pena ni gloria, excepto para quienes lo han vivido desde sus convicciones religiosas.

P.- En esta catarata de acontecimientos ¿no falta uno que pueda trascender las fronteras o encontrar eco en los grandes medios de comunicación?
R.- Encontrar un hueco entre la actualidad diaria no sólo depende de las actividades especiales que seamos capaces de organizar, sino de la adhesión de empresas e instituciones y, en general, del tejido civil. Al margen de grandes actuaciones y conciertos, pienso que lo más importante tiene que ver con principios fundamentales como la tolerancia o el antibelicismo. Personalmente, me encantaría poder congregar en Cantabria a personalidades relevantes de todas las religiones y credos del mundo.

P.- ¿Hay estrategias para convertir a los muchos excursionistas que llegan a Liébana en visitantes de jornada completa y rentabilizar más su presencia?
R.- El componente cultural es cada vez más importante en nuestros hoteles, posadas, casonas o palacios y nunca falta una guía con rutas turísticas de interés en la ventanilla o los mostradores. Nuestra estancia media está en 2,6 días y debemos mejorarla, aunque Cantabria no es una comunidad a la que uno llegue para estar tendido una semana al sol en un hotel de 1.200 plazas.

P.- ¿Qué objetivos se ha fijado la Consejería para este Año Jubilar?
R.- Es pronto para hacer cálculos porque es un año singular, no un año lebaniego cualquiera. En 2004 tuvimos 1.493.000 turistas y este año estamos en disposición de alcanzar los dos millones. Es un anhelo, pero soy optimista y creo que vamos a vivir un año grandioso. No somos Santiago de Compostela, porque no supimos aprovechar la condición de foco religioso y cultural de Liébana por una irresponsabilidad histórica que procede del siglo VIII y de las divisiones administrativas, pero nuestros privilegios jubilares y nuestra condición de lugar santo vienen de muchos siglos atrás.

P.- Cantabria está apostando por el turismo religioso, pero también por las playas, el turismo rural, el termalismo… ¿Se puede encontrar un hueco dando un poco de todo o es preferible ofrecer mucho de algo?
R.- Son opciones, pero yo he diseñado la política turística convencido de ese canto a la diversidad que es Cantabria. Nuestro activo es la variedad en el paisaje, la gastronomía o el arte. En 5.500 km2 tenemos un poco de todo: perfiles montañosos que superan los 2.000 metros, 227 kilómetros de litoral, valles fértiles… y vamos añadiendo equipamientos para convertir recursos singulares de nuestro patrimonio, como la Cueva de El Soplao, en productos turísticos competitivos. Hay que venderlo todo.
Hay comunidades parecidas con las que compartimos marcas –España Verde, Camino de Santiago, Tourespaña– pero nuestra oferta turística es la más singular. Somos heterogéneos y tener un poco de todo nos convierte en un escaparate nacional.

Vuelos internacionales

P.- Año y medio después de la irrupción de los vuelos internacionales en Parayas ya se pueden sacar algunas conclusiones: ¿Sabemos seducir a los nuevos visitantes o todavía no hemos encontrado la forma de convencerles de que se queden en la región?
R.- Es pronto para juzgar pero los porcentajes de ocupación de los hoteles están superado muchos meses el 80%, con algún récord como el de agosto del año pasado. Los empresarios que se ofrecen a través de Internet y conectan con las empresas que gestionan sus estancias están viendo sus frutos y cada vez es más frecuente que ingleses e italianos adquieran viviendas en Cantabria. A los italianos les seduce nuestra tierra; el mercado alemán comienza a interesarse por nosotros, aunque partía de un total desconocimiento, y los ingleses han descubierto que los Picos de Europa son las montañas del Continente que tienen más cerca, a dos horas de su casa, y los campos de golf, también.

P.- La previsión inicial de contar con tres rutas internacionales más se está demorando. ¿Es posible que alguna de ellas se implante de inmediato?
R.- Trabajamos con una empresa privada peculiar y ya hemos asistido a varias modificaciones de los acuerdos iniciales. En el contrato vigente, el compromiso es que en 2006 entre en funcionamiento una cuarta conexión entre cuatro ciudades posibles: Bruselas, Milán, París y Dublín, aunque está supeditada a razones técnicas de la propia compañía que ha llegado a argumentar que no tiene aeronaves ni aviones para dar este servicio. Las reuniones con esa compañía y con Air Nostrum son frecuentes.

P.- Hasta ahora, su Consejería ha logrado que cada año de legislatura se produjese un acontecimiento importante: los vuelos internacionales, el primero; la apertura de El Soplao, en 2005; el Año Jubilar ahora ¿Hay alguno previsto para el cuarto?
R.- Queda muchísimo por hacer y albergo la esperanza de que ‘Cantabria 2006. Liébana Tierra de Júbilo’ no sea el único acontecimiento que merezca la atención del Estado. Comillas va a experimentar un avance muy notable en el próximo año y todavía tenemos muchos retos como vestir en todo su esplendor la Cueva de Cullalvera; acometer la segunda fase del Soplao con la transformación de la Sierra del Arnero; el Museo de Bellas Artes o una sorpresa que tiene que ver con Peña Cabarga. El Soplao no es sólo un argumento de la puesta en valor de nuestro patrimonio subterráneo, es un ejercicio de fe más allá de Altamira, Monte Castillo, La Garma o Cullalvera. Aún hay que transformar en producto turístico las minas de Udías y algunos tramos que pueden ser una joya para practicar el senderismo, el trecking, la espeleología o, simplemente, para pasear.
P.- Si el consejero de Cultura tuviese que montar un negocio de hostelería ¿qué estrategia adoptaría?
R.- Vivo con pasión las cosas que me toca vivir e intentaría aportar el sello del colectivo al que pertenezco y el mío personal. Pero, por mi edad y reloj biológico, apostaría por una oferta de calidad en un lugar tranquilo de Cantabria desde donde ofrecer un poco de todo al visitante, a quien trataría como a un amigo y no como a un cliente. Sería ese tipo de casona o palacio ubicado en uno de esos lugares que te permiten estar a diez minutos de la costa o de la serenidad de un valle pasiego.

P.– Hay algo de perverso en la gestión del Turismo. Si se atrae a más visitantes, se abren muchos más hoteles, con lo cual la ocupación no crece. ¿Se a detener en algún momento esa dinámica?
R.- Es complicado. En el último año se abrieron más de dos mil plazas hoteleras nuevas y eso supone un examen diario. Uno lo que busca es el trabajo bien hecho y el derroche de entusiasmo. Hace años, la preocupación era tener equipamientos hoteleros, ahora es llenarlos. Hay que controlar esos crecimientos y hacerlo desde el respeto a la tierra.

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