La piedra que llega de la India

La explotación de canteras se ha convertido en una actividad en declive en las economías desarrolladas, que prefieren importar esa materia prima para evitar el impacto ambiental que conlleva la extracción de piedra. También en España, un país con larga tradición en este tipo de explotaciones, este fenómeno comienza a ser visible, impulsado por el endurecimiento de la legislación medioambiental. Pero incluso con estos antecedentes, no deja de sorprender el paso dado por Mamfer, una empresa dedicada a la venta de piedra ornamental propietaria de dos canteras situadas en Brañosera, en el límite entre Palencia y Cantabria.
La ubicación de esta concesión dentro del parque natural de Fuentes Carrionas ha impuesto fuertes restricciones a su explotación, por lo que la empresa ha optado por recurrir a la importación de arenisca, para poder atender la creciente demanda.
La búsqueda de una piedra de características similares a la que extrae Brañosera llevó a Mamfer a un país tan lejano como la India. De allí ha traído la materia prima que ya decora varias plazas públicas y viviendas repartidas por la Cornisa Cantábrica, rompiendo una premisa hasta hace pocos años irrefutable, el viejo aforismo de que “la piedra viaja mal” y, por tanto, no había más opción para la clientela que servirse de la cantera más próxima.

De Bombay a Bilbao

Desde el año 2000, Mamfer combina la extracción de arenisca de sus propias canteras con la importación de la piedra india, cuyas tonalidades y composición son muy semejantes a las que proporciona la cantera de Brañosera. Las lajas de arenisca roja, amarilla o gris, de grano muy fino y compacto que se extraen de la explotación palentina, se utilizan sobre todo en enlosados y pavimentación de plazas, aunque cada vez es más común su uso en revestimiento de fachadas e, incluso, en interiores.
Una vez localizada la piedra con la que se identifica a la empresa, Mamfer comenzaba la aventura de traer desde las remotas canteras de la India un material que, por su propia naturaleza, plantea importantes problemas de transporte.
El coste del traslado hubiera hecho inviable las importaciones desde un lugar tan alejado, de no haber quedado compensado por el bajo precio en origen de la piedra, debido a la barata mano de obra de aquel país. No obstante, no resultaba tarea fácil asegurarse el suministro de las calidades pactadas y en los plazos previstos, por lo que Mamfer optó por controlarlo a pie de cantera, donde tiene desplazado a un empleado suyo.
La cercanía de la explotación a un puerto comercial tan importante como Bombay simplificó el envío de la piedra, utilizando las líneas regulares de contenedores que hacen escala en el puerto de Bilbao. Desde allí, la arenisca es trasladada a Santander, para almacenarla en una nave de Ojaiz (Peñacastillo), o enviada a Barruelo de Santullán, sede de la firma, donde dispone de maquinaria para el acabado y la preparación de la piedra.
El pasado año, Mamfer hizo llegar por ese conducto 120 contenedores de 25 toneladas de peso cada uno, lo que, dependiendo de los grosores de las lajas, equivale a unos 300 metros cuadrados de piedra por contenedor.
Este recurso a la importación de un material aparentemente tan poco idóneo para ser trasladado a largas distancias, comienza a ser frecuente en España, que ha pasado de ser un país eminentemente exportador de piedra natural (mármol, calizas, granito, pizarra y piedras de cantería), a ver como crecen las importaciones a ritmos que superan el 20% anual. En 2003, nuestro país exportó piedra por valor de unos 870 millones de euros, mientras que las importaciones supusieron casi 235 millones.

La piedra local se exporta

Buen ejemplo de la internacionalización que ha alcanzado el mercado de la piedra ornamental es el destino de la que se produce en Brañosera. Paradójicamente, un 70% de la que sale de aquellas canteras va a parar a Francia, Suiza y Bélgica, países que, como otros de la Unión Europea, han ido cerrando sus explotaciones para aprovisionarse en la Península Ibérica. Las lajas extraídas en la cantera palentina llegan incluso a Japón.
La arenisca que la empresa importa de la India se distribuye, en cambio, en el mercado nacional y a precios no muy distintos a los que se vende la piedra local, que oscilan entre los 10 euros por metro cuadrado de la losa irregular –tal y como sale de la cantera– y los más 30 euros por metro cuadrado que, dependiendo de los grosores y de las formas, pueden alcanzar los adoquines a medida para montar fachadas o muros.
La India no es el único lugar exótico del que Mamfer importa piedra. La firma palentina comenzó el pasado año a traer mármol y arenisca en bloque del vecino Pakistán, aprovechando la misma vía marítima entre Bombay y Bilbao, y ha importado mármol de Egipto.

Una empresa mixta

El buen resultado de estas operaciones en Asia ha animado a la empresa palentina a constituir una sociedad mixta hispano-india, que se formalizará este otoño, y permitirá la creación en aquel país de una pequeña infraestructura para impulsar el negocio de la importación. También ha decidido ampliar las instalaciones de Ojaiz, que equipará con maquinaria para el corte y preparación de la piedra, una tarea que, junto a la comercial, podría dar trabajo a unas cuatro o cinco personas. Con esta base, los responsables de Mamfer prevén duplicar el próximo año las importaciones.
La creciente demanda de esta piedra ornamental es el resultado de su utilización en la obra pública y, en concreto, en la pavimentación de plazas, lo que ha supuesto un auténtico escaparate para las lajas de arenisca. También el sector privado muestra un interés cada vez mayor por la decoración de las viviendas con materiales rústicos, entre los que la piedra tiene un papel cada vez más relevante.
La empresa sostiene que el recurso a la importación, lejos de amenazar el futuro de sus explotaciones de Brañosera, ayudará a prolongar la vida de unas canteras a las que la presión ecologista y los costes de extracción, comparativamente elevados, pueden abocar tarde o temprano al cierre. “Este material que importamos” –subraya el gerente de Mamfer, Manuel Mulero–, “va a ser el que mantenga vivas nuestras canteras, porque si lo que extraemos aquí es poco y caro acabaríamos por no vender. Compensando una cosa con otra, se mantendrá el negocio”.

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