Mercancías peligrosas:

El anuncio de que Renfe había decidido poner fin al conflictivo depósito de mercancías peligrosas en la estación de Tanos (Torrelavega), de acuerdo con el Ayuntamiento y la asociación de vecinos de esa pedanía parecía poner fin a una vieja polémica. Los gases y líquidos peligrosos que desde hace años se trasvasan en Tanos a los camiones cisterna que los transportan hasta su destino final –situado casi siempre en la zona industrial de Gajano–, serían almacenadas a partir del 2006 en la estación intermodal que la compañía ferroviaria planea construir en el espigón central del Puerto de Raos.
La nueva estación se levantaría en una parcela de 40.000 metros cuadrados situada al lado de la terminal química de Terquisa, es decir, en la zona portuaria más alejada de los barrios santanderinos de Castilla-Hermida.
El documento negado

Sin embargo, lejos de resolverse, el conflicto no ha hecho sino crecer alimentado por los sucesivos desmentidos que responsables políticos del Partido Popular, desde el alcalde de Santander, Gonzalo Piñeiro, hasta el ministro de Obras Públicas y máxima autoridad de Renfe, Francisco Alvarez Cascos, han hecho sobre el anuncio realizado por la compañía ferroviaria. Unos desmentidos que chocan frontalmente con la realidad: existe un documento firmado del acuerdo, aunque no se haya hecho público, y en ese acuerdo figura también la firma del consejero de Industria.
Piñeiro ha rechazado de plano la posibilidad de que las mercancías peligrosas que Renfe transporta por Cantabria recalen finalmente en Raos, manifestando un sorprendente desconocimiento del contenido de un proyecto que no ha podido trazarse sin el consentimiento de la Autoridad Portuaria –en la que el Ayuntamiento de Santander está representado– y sobre el que el propio consejero de Industria, también del Partido Popular, se había manifestado favorablemente. Todo ello invita a pensar en una evidente descoordinación, que en otra época no electoral se hubiese solucionado por la discreta vía de olvidar el documento en un cajón.
En esta ocasión, Gonzalo Piñeiro tenía mucho interés en borrar de la mente de los santanderinos el acuerdo –del que Cascos llegó a insinuar que era una invención de los periodistas– por dos motivos contundentes: no estaba dispuesto a hacer un favor a López Marcano, con el que nunca ha tenido una mínima afinidad, y mucho menos a costa de perjudicar sus propias expectativas electorales en Santander, con la aceptación de una instalación conflictiva.

Una instalación en precario

Lo cierto es que las mercancías peligrosas no pueden seguir utilizando la estación ferroviaria de Tanos como punto de almacenamiento y distribución. Renfe nunca obtuvo licencia municipal para esa actividad y ahora que las viviendas han conquistado las proximidades resulta impensable el llegar a legalizar esta situación.
El Ayuntamiento de Torrelavega inició en noviembre del pasado año un expediente sancionador a la empresa ferroviaria por este motivo, aunque el primer anuncio de esta situación de ilegalidad se le notificó en julio del 2001, a raíz del accidente de un camión cargado con butadieno que obligó a desalojar parte del pueblo de Tanos. No fue el único. Dos accidentes más, el vuelco de un camión con estireno y el descarrilamiento de un vagón-cisterna con ciclohexano, pusieron en pie de guerra a la población de Tanos que, tras varias manifestaciones de protesta, parecían haber ganado finalmente la batalla.
Renfe mueve anualmente cerca de 190.000 toneladas de mercancías peligrosas (butadieno, estireno, cloro, bióxidos, ciclohexanos y gasóleos, entre otros) con origen o destino en el pool de empresas químicas de Cantabria, uno de los más importantes del país, con los de Huelva y Tarragona.

Una estación para contenedores

Mas allá de la polémica suscitada por el destino final de las mercancías peligrosas, el proyecto elaborado por Renfe y presentado en marzo a la Autoridad Portuaria no sólo iba a resolver el problema de las mercancías peligrosas, sino que contemplaba la construcción de una estación para el tráfico de contenedores que podría ser el germen de una infraestructura similar a la que la empresa ferroviaria ha levantado en el puerto de Santurce. La estación estaría dotada de tres vías de 250 metros bajo una grúa de pórtico y su construcción comenzaría el próximo año para estar operativa en el 2006. La inversión prevista se aproximaba a los diez millones de euros.
La negativa del Ayuntamiento de Santander no sólo ha forzado al presidente de Renfe, Miguel Corsini, a asegurar que nunca pensó en Raos –algo que los documentos desmienten– y a improvisar una solución sobre la marcha, que evitase los apuros electorales del partido que le nombró. Corsini optó por lanzar la pelota hacia delante y dejarla en terreno de nadie: la estación, dijo, se hará, pero ni en Santander ni en Torrelavega, sino “en un punto intermedio”. Obviamente, se ha cuidado mucho de decir dónde, para no tener un problema con otro ayuntamiento, pero lo cierto es que ni hay otro emplazamiento previsto ni la terminal para contenedores tendría sentido en ningún sitio que no sea el propio puerto de Santander.

Crece el movimiento de contenedores

Aunque el tráfico de contenedores es todavía poco relevante en la dársena santanderina, esencialmente granelera, el pasado año conoció un notable incremento. En el 2002 se manipularon 87.450 toneladas en 8.378 unidades TEU, frente a las 8.378 Tm y 1.352 unidades del año anterior, un incremento espectacular. Esta tendencia se ha mantenido en el primer trimestre del año, en el que han pasado por el Puerto de Santander 40.000 toneladas frente a las 5.000 del mismo periodo del 2002. Son cifras alentadoras aunque todavía poco significativas en los más de cinco millones de toneladas de mercancías que mueve el Puerto anualmente.
Este crecimiento es producto de la puesta en marcha de una línea regular de contenedores que une semanalmente Santander con Tilbury (Londres). La mejora de las conexiones con la Meseta unida a la nueva estación intermodal podrían haber ayudado al puerto santanderino a captar parte del tráfico de contenedores que escoge otros puertos del Cantábrico. Ahora, todo ha quedado en el aire.

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